El grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) parece haber fabricado unas rudimentarias armas químicas con las que ya atacaron hasta tres veces en posiciones kurdas de Irak y Siria, según informaron investigadores de campo, funcionarios kurdos y un experto en desactivación de explosivos que examinaron los incidentes y recuperaron uno de los proyectiles.
El desarrollo del arsenal, que los investigadores dijeron involucran productos químicos industriales o agrícolas reutilizados como armas, marcó una escalada en las capacidades de los yihadistas, explicó un artículo del diario New York Times.
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El lanzamiento de morteros químicos a larga distancia, en lugar de dispersar los químicos tóxicos a través de camiones bomba o dispositivos estacionarios, sería una nueva táctica para el ISIS y requeriría a sus fabricantes superar un difícil desafío técnico.
En el incidente más reciente, el 21 de junio, un proyectil de mortero de 120 milímetros golpeó fortificaciones en una posición militar kurda en Mosul, Irak, y causó enfermedades en varios combatientes cerca de donde aterrizó.
La vaina no explotó y se recuperó casi intacta el 29 de junio por Gregory Robin, un ex militar francés que ahora trabaja para Sahan Research, una organización que ha estado documentando y rastreando las armas utilizadas en el conflicto con ISIS en Irak y Siria. Según Robin, la cola de esa vaina se había roto y estaba goteando un líquido que emanaba un fuerte olor a cloro y causó irritación en las vías respiratorias y ojos de los atacados.
Era la primera vez, según Robin, que una vaina como esa se había encontrado en el conflicto.
En un informe al gobierno kurdo en Irak, los grupos de investigación señalaron que el mortero parece haber sido fabricado en un "taller del ISIS mediante una fundición de hierro en método de molde. El mortero contiene una ojiva llena con un agente químico, más probablemente cloro".
Una semana después que Robin hallara esa vaina, el 6 de julio, otro investigador encontró pruebas que los grupos de investigación indicaban de dos ataques separados con proyectiles químicos en territorio kurdo en la esquina noreste de Siria.
Esos ataques, en Tel Brak y Hasakah, se produjeron a fines de junio y parecían implicar pequeños cohetes que contienen un producto químico industrial utilizado a veces como un pesticida, dijeron los investigadores.
En los incidentes en Siria, varios proyectiles golpearon en campos agrícolas cerca de tres edificios utilizados por las milicias kurdas conocidas como "el YPG" en Tel Brak. Más vainas aterrizaron en zonas civiles en Hasakah; al menos una golpeó una casa civil.
A última hora del viernes, el Y.P.G. emitió un comunicado denunciando lo que llamó "acciones criminales" y dijo que en las últimas cuatro semanas sus fuerzas habían capturado máscaras de gas de los combatientes del Estado islámico.
Los ataques en Tel Brak enfermaron a 12 combatientes del YPG, que sufrieron síntomas como dolores de cabeza, dificultad para respirar, náuseas, vómitos, irritación de los ojos, desorientación, parálisis temporal y, en algunos casos, pérdida de conciencia, según un investigador occidental que pidió que no difundir su nombre para razones de seguridad.
El investigador dijo que examinó dos cráteres de impacto en Tel Brak y también un agujero en una pared de hormigón en Hasakah, donde las municiones habían aterrizado. Contó que el olor era fuerte, desconocido y pronto se convirtió en un dolor irritante.
"Olía como a cebolla picante. Era extraño; no era algo que pudiera poner mi dedo en forma inmediata". Y agregó: "Estuvimos allí durante unos 30 segundos cuando empezó a quemarnos la nariz; más de 90 segundos y la garganta comenzó a quemar".
Basado en los resultados de laboratorio proporcionados por funcionarios médicos kurdos en Qamishli, donde fueron tratados los combatientes afectados, los grupos de investigación dijeron que concluyeron que los proyectiles contenían fosfina, un químico que a veces se utiliza para fumigar.
Un documento de las autoridades médicas, traducido por The New York Times, se refirió a las pruebas de laboratorio, pero no describió su metodología o mostró resultados concretos.
Algunas de las características de las vainas de los incidentes en Siria, basandose en fotografías de los fragmentos, no parecían corresponderse con reconocidas armas químicas, sobre todo porque las paredes de la vaina parecían muy gruesas; las armas químicas a menudo tienen pieles de metal más delgadas que las armas destinadas a fragmentarse.
Pero tanto Gregory Robin como los investigadores de campo dijeron que era posible que los ataques sean parte de unos ensayos del Estado Islámico para testear sus municiones improvisadas.
El investigador de campo señaló que en Tel Brak, los combatientes kurdos se retiraron de las posiciones de primera línea tras el ataque, y que el antiguo puesto de avance era ahora un puesto de observación con un menor número de combatientes. "Mi conjetura es que esto va a suceder de nuevo, porque fue eficaz", dijo.