Cuestionamiento social, concentración y revolución tecnológica son los tres grandes tópicos que atraviesan hoy al sistema de medios de comunicación en América Latina, sostiene Martín Becerra en De la concentración a la convergencia. Políticas de medios en Argentina y América Latina (Paidós).
Becerra es Doctor en Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, investigador del CONICET, docente y un activo tuitero que desde su cuenta @aracalacana debate los temas de los medios y de las políticas públicas de comunicación. En las redes sociales y en el debate académico Becerra aporta una mirada que escapa al encasillamiento en el que con frecuencia se intenta encapsular la discusión dividiendo el campo en sólo dos veredas: la del Grupo Clarín y la del kirchnerismo. Desde esa posición, que Becerra hace explícita en este libro, y que permite una reflexión profunda sobre las políticas de medios, el autor sostiene cada argumentación con datos que son resultado de investigaciones previas y entrega un panorama de la región, en el que se puede advertir similitudes y diferencias con Argentina.
Becerra estuvo en la redacción de Infobae y, con el tono de un docente que aborda su objeto desde la pasión pero sin permitirse abandonar la rigurosidad, se entregó a esta charla en la que desgranó los puntos centrales de su trabajo.
-En la Argentina de los últimos años parece que se detuvo el pensamiento, y que ya no importa la argumentación ¿Esto está exacerbado en el campo del análisis de los medios y de la política pública de medios?
Lo que vivimos en el tema de medios es que se discute mucho y eso es novedoso e interesante, porque era un tema que no aparecía demasiado en la agenda pública. Los políticos no hablaban mucho de esto, si lo hacían era esporádicamente o para quejarse, pero no sobre el futuro del esquema de medios. En esto, coincidieron tanto las nuevas regulaciones, las nuevas maneras, el enfrentamiento entre el kirchnerismo y el grupo Clarín, pero además contribuye a que se hable del tema la cuestión de la convergencia tecnológica. El sistema de medios tradicional atraviesa una crisis o una migración y esa incertidumbre acerca de su futuro también coloca el tema. Coincido, que tanto en el ámbito político, como en el periodístico y en el académico, el enfrentamiento radical que ha habido entre un grupo de comunicación y el gobierno impidió que haya matices y no se puede pensar sin matices. La lógica del soldado y del que está en el frente de batalla es una lógica de acción inmediata porque no tiene tiempo para madurar si una decisión estratégica es buena o mala. Los tiempos de reflexionar son otros tiempos y requieren matizar. Requieren poner en crisis las propias certidumbres que es algo que se resignó mucho en estos años.
-En el libro usted dice que el sistema de medios tiene una forma pre capitalista ¿Qué implica esto?
Argentina, para la media latinoamericana, es una economía históricamente más solida, con un sistema de medios históricamente más desarrollado y con una población que tiene un mayor acceso, en promedio, a los bienes culturales y educativos. Esto siempre se ha dicho, pero el funcionamiento económico de nuestro sistema de medios asume muchas modalidades precapitalistas, no en los grandes grupos de medios, que a veces nos encandilan creyendo que ellos son el sistema de medios, pero sí cuando uno recorre la Argentina y advierte la precariedad económica en la que funcionan muchas empresas periodísticas y la centralidad que tiene el apoyo estatal, muchas veces manipulado en forma de publicidad oficial del intendente, gobernador o de Presidencia de la Nación, o en muchos otros casos ayudas que son en especies, y que ni siquiera son registradas en los asientos contables, porque te prestan un sitio para funcionar, te regalan o te prestan las cámaras, etcétera.
-Habla de mecenazgo y vasallaje.
En muchos casos se asume una situación de mecenazgo, con un mecenas que frecuentemente es estatal, pero en muchos casos es privado. Es un mecenas que asume el costo del emprendimiento periodístico, que funciona mientras ese mecenas pague la cuenta. El mecenas es externo a la organización periodística, puede tener un interés económico, político y, por supuesto, el medio de comunicación trabaja por encargo, tiene que cumplir el propósito del mecenas. Eso condiciona el ejercicio periodístico. A mí no me asusta, simplemente marco que eso no es una relación capitalista típica en donde hay un mercado.
-¿Y el vasallaje?
Lo digo en el sentido feudal, en donde todo es prestado y uno está en el territorio del señor feudal haciendo un medio de comunicación y tiene cierto marco reducido de libertades editoriales o de negocios, pero muy reducido. Acumula para subsistir pero todo es prestado. El territorio donde uno demarca su actividad en su territorio que pertenece a un Señor Feudal que se dedica a otras actividades posiblemente y al que uno le paga un tributo.
-Este camino de la regulación a la convergencia, ¿Implica redefinir el concepto de libertad de expresión?
Es un derecho, y es un problema que está siendo permanentemente reactualizado, tanto por los procesos de concentración de la propiedad como por los procesos de convergencia tecnológica, que derriban viejas fronteras entre medios, telecomunicaciones y, más recientemente, internet. Es decir, actividades que históricamente no estaban vinculadas entre sí y ahora sí lo están. Por un lado hay una serie de tratados que tienen rango constitucional y que están vigentes, hemos sido muy fértiles en la materia, sobre todo después de la recuperación institucional en 1983. El derecho a la libertad de expresión es concebido tanto como un derecho individual como un derecho social de la comunidad y, al mismo tiempo está, sobre todo en Argentina y en otros países del Cono Sur también, bastante relacionado con los derechos humanos, se concibe a la libertad de expresión como un derecho humano y eso es una conquista de las más interesantes que hemos hecho como sociedad en los treinta y dos años de democracia. Ahora, la convergencia tecnológica, la concentración de la propiedad, los conflictos sociales, actualizan constantemente.
"Hay un uso decididamente partidario y proselitista de la pantalla oficial en lo que hace a la información política"
-En su trabajo usted observa que una de las novedades de los últimos años en América Latina es el ingreso del Estado como nuevo actor del sistema de medios, ya no como regulador, sino también como productor de contenidos. ¿Cómo influye esa presencia nueva?
El Estado, que en Argentina tuvo épocas más remotas en la historia en las que tuvo mucho protagonismo, primer y segundo gobierno de Perón por ejemplo, ya hacía tiempo que no tenía mucho protagonismo en el sistema de medios. ATC era una presencia marginal, los Presidentes tenían su protagonismo en los medios pero no gestionaban medios, no se lo proponían tampoco, y los que gestionaban no tenían importancia dentro de su plan de gobierno. Esto comienza a cambiar con Néstor Kirchner, pero sobre todo a partir de los gobiernos de Cristina Kirchner: el Estado asume otro tipo de intervención en el sistema de medios, que es muy activa y transgresora, no sólo en términos de regulación (Ley de Medios, y Ley Argentina Digital) sino también como gestor de medios. Durante la gestión de Kirchner siguió mejorando, porque a mi juicio es un proceso que comenzó en el gobierno de la Alianza, la pantalla de Canal 7, pero todavía no tenía fuerza en el ecosistema televisivo. A partir de la ruptura entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín, fundamentalmente desde 2008, se produce una política muy activa en materia de medios que se ve representada en la gubernamentalización del Canal estatal, en un uso decididamente partidario y proselitista de esa pantalla en lo que hace a la información política, allí hay una decidida partidización y además crea muchas señales: Paka Paka, INCAA TV, Depor TV, es decir hay una actividad estatal importante que se registra en las señales que maneja el Poder Ejecutivo, que las maneja como si fueran del gobierno y no del Estado, pero además creando señales del Estado en otros ordenes jerárquicos, por ejemplo autoriza a las provincias a tener sus señales, a las universidades nacionales. Es un gobierno que evidentemente lee que la disputa política y la controversia que administra, como todo gobierno, es importante realizarla desde la gestión de medios propios con un estilo muy intemperante hacia la diferencia y muy reactivo hacia todo lo que no coincide con su línea.
-Usted se detiene en TDA, la Televisión Digital que se sumó a esto que describe.
Por supuesto, varias de estas señales están en TDA, en donde coexisten señales que administra el Estado y señales privadas, que en este momento se están presentando a un concurso para regularizar esa presencia.
-El gobierno hizo ahí una enorme inversión que según usted no tiene repercusión proporcional en la recepción por parte de los usuarios ¿Por qué?
Fútbol para Todos, TDA y la elección de la norma brasileño japonesa de televisión digital terrestre, la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual junto con la denuncia por Papel Prensa, son todas iniciativas del año 2009. Es como el kirchnerismo procesa la llamada crisis del campo que venía del año anterior. Cuando surge esta iniciativa de migrar la televisión analógica a la digital y hacer pruebas, la idea original del gobierno es quitarle abonados a Cablevisión. Rápidamente se dan cuenta de que no va a funcionar porque la idea original era ofrecer señales gratuitas abiertas digitales en HD y, por lo tanto, los abonados en los sistemas de cable se iban a ir dando de baja. Eso no funciona. Uno puede decir incluso que en otros países con mucha televisión de pago como Argentina y que ya hicieron el apagón analógico no funcionó, los que estaban abonados a la tv por cable continúan abonados porque también se digitaliza. Posteriormente la gestión del gobierno en TDA fue muy errática: la gestionó el Ministerio de Planificación y no un área cultural, desde mi lectura han desaprovechado una enorme cantidad de recursos al subestimar que la televisión es un vínculo cultural y social, subestimaron cuáles son los contenidos que a los argentinos les interesa ver en la pantalla, para bien y para mal, puede que te guste o no, pero no podes ignorarlo y presentar una grilla como la de TDA , que es poco atractiva para el gusto televisivo mayoritario de los argentinos.
-Dedica un capítulo al manejo de la publicidad, un tema que usted dice que los estudios de comunicación abordan poco, y sobre lo que encuentra similitudes en gobiernos de distintas procedencias, ¿es así?
Esto atraviesa a la gestión de Cristina, de Macri, Scioli, De la Sota o Sergio Massa. No encuentro diferencias en la lógica, después una puede discutir lo cuantitativo pero la lógica es la misma. Se la podría definir como lógica patrimonialista, que es concebir a los recursos públicos como si fueran del que contingentemente es gobierno. Entonces esos recursos públicos los usan para premiar medios que hablan bien de la gestión, que ejercen una suerte de chupamedismo periodístico y también se ejerce como castigo a quienes critican la gestión de gobierno. En este sentido, lo que vemos es un abuso evidente: uno va por las rutas argentinas y ve más grande el nombre y la cara del Gobernador, el Intendente o la Presidenta, que la obra que supuestamente están comunicando. Muchas veces se encuentra la publicidad oficial de obras que no existen. Muchos gobernantes y periodistas o productores reconocen en privado que si no existiera la publicidad oficial ellos no funcionarían y quebraría una gran cantidad de medios de Argentina. Eso debería generar una reflexión en otro sentido: puesto que es necesario el aporte estatal para sostener buena parte de los medios, transparentemos eso, regulando cuáles son las ayudas y llamémoslas ayudas.
"Es muy legítimo que la política pública subsidie a medios de comunicación, siempre que se haga con un criterio de universalidad"
-¿Subsidios a los medios?
Exactamente. Me parece muy legítimo que existan. Es muy legítimo que la política pública subsidie a medios de comunicación, Francia subsidia a medios, Suecia subsidia a medios. Me parece bien que se haga siempre que se haga con un criterio de universalidad. Por ejemplo, vamos a subsidiar a aquellos que tengan X porcentaje de producción local o independiente y todos los que tienen eso lo reciben y no aquellos que hablan bien de mi lo reciben y los que no hablan bien, no.
-No quiero desaprovechar esta charla para llevarlo al tema del escándalo de la FIFA que está también vinculado a los derechos de televisión y a la política de medios y preguntarle si tiene una reflexión sobre esto.
Estoy conmocionado porque me pregunto si el sistema de que se otorguen en régimen de exclusividad los derechos de transmisión, que es como funciona el fútbol y otros espectáculos masivos deportivos, no tiene como inherente la corrupción. A la larga es difícil que no exista algún tipo de vínculo por abajo de la mesa porque no es un régimen de concursos, que podría tener sus problemas también no es que soy ingenuo, pero esta cesión de derechos exclusivos en Argentina y en el mundo ha presentado numerosos escándalos, este es el más reciente. Esta trama que ahora está puesta en primera plana y que en el caso argentino afecta a una empresa en particular, si uno analiza los vínculos de esa empresa, va a encontrar vínculos con todos los actores del sistema televisivo del deporte, del sistema mismo del deporte y de la política. Es un sistema esencialmente poco transparente. Me pregunto y no tengo la respuesta, cuál sería un modelo superado que garantizara que no exista la corrupción estructural y que todos intuíamos.