Cómo ejecuta el régimen chino la censura en Internet

El sociólogo Frédéric Martel escribió una extensa investigación sobre el manejo de la web alrededor del mundo. Recorrió China y se encontró con blogueros que le explicaron las maniobras para eludir a la dictadura

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Que el régimen chino es uno de los más duros de la actualidad no entra en discusión, salvo para las autoridades de ese país oriental. Y que internet representa una amenaza para sus cimientos políticos, tampoco. Es por eso que a medida que el gigante asiático se expande comercial y militarmente, hace lo mismo con la web. Para ello dispone de un ejército de miles y miles de controladores para conocer en detalle qué se escribe en blogs y redes sociales.

La exploración fue realizada por el sociólogo francés Frédéric Martel, quien la plasmó en su último libro "Smart, Internet(s): la investigación". En ella el autor indaga en diversos usos que se hacen de la web dependiendo del lugar del mundo en que se encuentre. Viajó por China, Cuba, Franja de Gaza, Estados Unidos... en todos descubrió diferentes utilidades que se le daba a esta herramienta global.

En China, por ejemplo, sabía que se encontraría con una inmensa muralla. Pero no sólo aquella joya arquitectónica al norte de Beijing. No. La muralla fue creada por el régimen chino para controlar los contenidos dentro de redes sociales, blogs y demás foros. Pero también esos muros están dados en los sitios a los que se pueden acceder. China tiene sus propias reglas, su propio "Twitter", su propio "Facebook".

Ese muro es conocido como "The Great Firewall", la "Gran Muralla Virtual". Es "un sistema para filtrar el acceso a todos los contenidos y sitios procedentes del extranjero". Pero la censura no termina allí: está compuesta por "una red inverosímil y laberíntica de decenas de miles de compañeros de viajes, censores, ingenieros, hackers, propagandistas online pagados, agentes de vigilancia de la web y policías pertenecientes a catorce Ministerios diferentes, conectados entre ellos". "Ese State Internet Information Office obedece no a un Ministerio, como suele ser el caso, sino directamente al Partido Comunista Chino", escribió Martel.

Bajo el capítulo "Alibaba y los Cuarenta Ladrones", Martel hace una completa radiografía de lo que sucede en el gigante asiático. El sociólogo estuvo en los headquarters de la compañía que cuenta con 24 mil empleados sólo en China, donde opera por el momento. "A largo plazo tenemos la ambición de ser una empresa global, pero por ahora nos contentamos con ser líderes nacionales del comercio electrónico", le contó Jianbing Gujb, Director de Marketing de la empresa que es más grande en su facturación que Amazon, eBay y PayPal. El creador del "bazar más grande del mundo", Jack Ma es considerado el "Steve Jobs de China".

El secreto del éxito de Alibaba es la "copia", según el autor. "Los clones son la solución que China ha inventado para resolver un problema de creatividad además de un problema existencial: ¿cómo innovar cuando no tienes ideas?", plantea Martel. Ese es uno de los principales problemas que inyectó en la sociedad una sociedad cerrada como la planteada por el régimen. Los modelos norteamericanos que han sido copiados por Alibaba fueron prohibidos por el gobierno central.

"En China hay más de 150 millones de personas online", señala Martel. Ese mercado es suficiente para lanzar cualquier plataforma y tener éxito. Es por eso que tienen su propio servicio de mensajería instantánea, su propio Hotmail, Gmail o lo que fuera. Todos estas empresas tienen su clon que -lógicamente- son un éxito dentro del territorio: no tienen competencia de las firmas de los Estados Unidos, a las que censuran, bloquean o compran dependiendo del pedido hecho desde Beijing.

Uno de los blogueros más renombrados de esa nación es Yu, quien tiene como "pasatiempos favorito" traducir Twitter a Weibo, la red social de microblogging para chinos. Con 23 años, el estudiante de telecomunicaciones accede a la cuenta mediante el uso de una Virtual Private Network (VPN) que le permite conectar su ordenador a un proxy que lo relocaliza en otro país. "Así puede navegar libremente por la web", explica el autor. Pero luego debe sortear el bloqueo que hace el régimen de esas VPN. Lo hace mediante el uso de "antifiltros" como U999 de Ultrasurf, freegate o 4shared.com. Toda una ingeniería para que el régimen no obstaculice sus ganas de navegar libremente.

También está la solución conocida como "cáscara de cebolla", las cuales "multiplican las capas de cifrado: los routers que transmiten un mensaje ya no conocen ni su origen ni su destinatario; el recorrido, convertido en aleatorio, y el contenido, imposible de descifrar más allá de una capa, se vuelven anónimos", expresó Yu.

Para que no lo molesten en su propia cuenta de Waibo, Yu sabe que tiene que ser "astuto" y traducir cosas que no molesten demasiado a las autoridades. Pero ahora la censura es más "sutil" o más "smart" según palabras del autor. "Más que cerrar un portal, logran que la aparición de sus páginas sea tan lenta que el usuario se canse y desista", cuenta. De esta forma consiguen que un usuario de Weibo pueda escribir lo que quiera, pero que nadie pueda leerlo.

Quienes sufren la censura saben además que hay fechas más sensibles que otras. Por ejemplo, cuando se aproximan los días de la brutal represión en la Plaza Tiananmen, cada 4 de junio. "Esa fecha siempre están histéricos", revela Yu. Forma parte de los tema tabú de las tres "T": Tibet, Taiwán y Tiananmen, los más sensibles para Beijing.

El ejército que tiene China para censurar es una incógnita, aunque se sabe que es muy numeroso. Pero los cálculos van desde los 40 mil hasta los 100 mil "policías de la red", explicita el autor. Pero muchos de ellos están disponibles no sólo para un bloqueo directo, sino también de un eufemismo que se utiliza no sólo en China, sino en varias latitudes. Es lo que el régimen llama "armonizadores". Son aquellos que se dedican a escribir a favor de las "bondades" del gobierno central. Se los conoce como los "50 Cent Party" porque el Partido Comunista les paga cincuenta centavos por cada post favorable.

Pero no todo es "humano" en la censura. También hay máquinas que detectan palabras clave. Es por eso que los blogueros deben ingeniarse para escribir de diferente manera algunas cosas y que ese "código" sea entendido sólo por sus seguidores y no por un robot. Como la fecha "4 de junio" está prohibida los blogueros ponen "35 de mayo" o "65 de abril" para recordar ese día.

El último paso que dio el régimen tiene que ver con conocer quién está detrás de cada cuenta, de cada blog, de cada teléfono celular. Los seudónimos y las cuentas anónimas deberán desaparecer. Todos tendrán que hacer una declaración de identidad para contar con una. La implementación no será sencilla porque cada uno de los millones de usuarios tiene por lo menos dos o tres cuentas de cada servicio. Sin embargo, los pesimistas creen que el régimen cuenta con lo necesario para hacer de la censura un arte.

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