"Yo a su hija no le doy nada, pongo sobre la mesa y cada uno se agarra", les dijo con una frialdad increíble el empresario Daniel "El Oso" Nadotti a la madre y a la hermana de Carolina Demczuk, según ellas mismas aseguraron. En esa supuesta frase, Nadotti perdía de vista el punto que puede costarle su libertad: facilitarle droga a una chica es un delito. Hoy, por los hechos que llevaron a Carolina a su muerte, la fiscal general Graciela Baigún pide para él ocho años de cárcel al Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°4, en un juicio cuya sentencia se espera a fines de este mes. Se lo juzga a Nadotti, precisamente, por darle a Carolina la cocaína que la mató.
En el mediodía del 23 de diciembre de 2006, Carolina, oriunda de Adrogué y con 28 años en ese entonces, fue encontrada muerta por una ambulancia del SAME en el palier del edificio en donde vivía Nadotti en la calle Húsares, junto al sector en donde se guardaba la basura. La chica había llegado ahí cerca de las 5 AM, tras varios llamados insistentes de Nadotti, 16 años mayor que ella; él mismo le había pagado el remise desde zona sur, unos 45 pesos de aquella época. Carolina no fue la única invitada: otra chica, F., había llegado a pedido Carolina desde la zona de islas del Tigre en un remise pago por él mismo también.
"El Oso", por otra parte, sabía lo que era estar de fiesta hasta altas horas de la madrugada; era uno de los empresarios responsables de la reconocida disco Ku, el mayor boliche bailable de Pinamar y hasta había trabajado para Pachá en Ibiza, según su propio relato y el de otros. Datos del registro del INPI lo muestran como copropietario de la marca Ku. Para la Justicia, lo ocurrido el 23 de diciembre de 2006 fue una ecuación simple: Nadotti quería sexo, las chicas querían droga. Pero algo en medio de esa gira salió mal.
Pasado el mediodía, tras más de siete horas de consumo, Carolina tomó un baño de inmersión. F., la otra invitada, había llegado cerca de las 10:30 y comenzó a tomar con ellos. Fue F. la que encontró a Carolina en el baño. El pánico en el departamento fue inmediato. F. fue quien llamó al SAME. La chica no fue encontrada en la bañera, sino en el palier, ya vestida. Hay una teoría inquietante que se esboza en la causa para explicar esto: que la hizo vestir y la llevó hasta esa parte de su edificio y que luego le habría dicho al personal policial que la chica se había descompuesto. Simplemente, la descubrió ahí.
Ni siquiera había asistido a F., que estaba sola en el pasillo con Carolina. Nadotti habría permanecido en su departamento, deshaciéndose de la cocaína. Sin embargo, Nadotti no pudo ser acusado de abandono de persona seguido de muerte. La fiscal Baigún tuvo que retirar el cargo: la Justicia no pudo acreditar si la joven murió en la bañera o cuando ya la habían sacado de ahí para colocarla en el palier.
El empresario Nadotti negó todo, en un primer momento. Aseguró en su testimonio que Carolina misma le llevó la cocaína desde Adrogué y que él la habría invitado a salir, no a tener sexo, que la conocía "de la noche", sin explayarse mucho más. "Hablamos si quería salir, me dijo que tenía ganas pero estaba en zona sur y no tenía dinero. Yo le ofrecí pagarle el remise y después vemos qué hacemos", aseguró. Luego, hasta dijo que Carolina le había ofrecido una amiga para hacer "un trío", que por eso contactaron a F. para que viniera.
Hay varias contradicciones aparentes. Por ejemplo, Carolina había ido al departamento en Húsares con apenas una pollera de jean y ojotas; la familia de ella afirmó que solía vestirse bastante mejor para ir a una disco, que en todo caso habría llevado una muda de ropa elegante. Carolina solo había salido de su casa con una muda de ropa interior, de acuerdo al acta de procedimiento. No tenía dinero para comprar cocaína, por otra parte. No tenía trabajo, había tenido pocos en su vida, por corto tiempo. Y en su alegato la semana pasada, Baigún consideró un agravante crucial: Nadotti se habría aprovechado de la vulnerabilidad de una chica ya adicta. La familia de Carolina sospechaba un consumo sostenido tiempo antes de su muerte; su madre le revisaba periódicamente la cartera. El testimonio de F., la otra invitada, se convirtió en algo instrumental para la causa: "Yo daba por sobreentendido que si Carolina me llamaba, era para consumir", aseguró.
Su relato fue rico en detalles: "Habremos consumido diez líneas cada uno. Fue una cantidad considerable... Luego de consumir, se dio una situación de jugueteo, pero no sé si llamarlo sexo. Estábamos consumiendo, hablando. Me parece que yo no tuve acceso carnal. Para consumo, había bastante droga. No era solo un paquetito". O sea, F., por la cantidad de droga que ingirió, ni siquiera recordaba si había tenido sexo o no con Nadotti. El estimado final de la cocaína consumida en esa noche vino de boca del empresario mismo: cuatro o cinco gramos en esas siete horas. La fiscal Baigún también sospecha de un encubrimiento policial inmediato del hecho. Sostiene que la Policía Científica no habría ingresado al departamento del "Oso" luego de la muerte.
Hubo otro detalle perturbador que surgió tras el hecho: un billete de cien dólares apareció en la cartera de Carolina. Nadie en su familia pudo explicar cómo tenía esa cantidad de dinero. Baigún, por otra parte, impulsa una investigación por proxenetismo, retroalimentada por escuchas posteriores a la muerte de Carolina y la reciente denuncia hecha por el titular de La Alameda, Gustavo Vera, contra el ex agente de la SIDE Antonio Stiuso en los tribunales de Comodoro Py. Vera identificó el domicilio de la firma American Tape, cuyo gerente trabajó en relación de dependencia con un socio de Nadotti. Una denuncia de Vera por proxenetismo también alcanzó al empresario. Por lo pronto, Nadotti espera su condena en libertad.