Cuando Francisco visite Cuba en septiembre, desde donde partirá hacia los Estados Unidos, la isla socialista habrá recibido a tres Papas en menos de veinte años. No sólo el primer pontífice latinoamericano cumplió un papel capital en la apertura del diálogo entre los dos países: su función parece completar una tarea iniciada por las visitas de Juan Pablo II en 1998 y Benedicto XVI en 2012, y continuada con una diplomacia pontificia constante.
El doctor Miguel Díaz, ex embajador de los Estados Unidos en El Vaticano enviado por el presidente Barack Obama y hoy titular de la cátedra de Servicio Público John Courtney Murray en la Universidad Loyola de Chicago, lo señala mediante una cita del libro Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro, que el actual Papa publicó en 1998 cuando todavía era el arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio.
"Él cita un texto de L'Osservatore Romano donde se recalca que en cada acontecimiento de la historia hay un principio, un durante y un después. Creo que estamos viviendo la experiencia de un largo esfuerzo diplomático que no comienza con el Papa Francisco, sino que ya lleva veinte años de trabajo. Son algunos de los frutos de la siembra que comenzó Juan Pablo II. Y veremos más, porque este no es el fin de los esfuerzos diplomáticos", apuntó Díaz, en diálogo con Infobae.
Andrés Beltramo Álvarez es un periodista argentino experto en El Vaticano, sobre cuyas actividades se ocupa como corresponsal de la agencia mexicana Notimex y como autor de Vatican Insider (medio del diario italiano La Stampa), además de colaborar con radios y revistas de América Latina. Coincidió con el embajador Díaz:
"En el caso de Cuba se trata de una estrategia que puso en marcha Juan Pablo II antes de su viaje en 1998, y que de alguna manera cierra un capítulo con la visita del Papa Francisco", coincidió el periodista argentino.
"Pero la diplomacia del Vaticano continúa, tiene una influencia importante, y seguramente será fundamental para lo que venga después del paso que se ha dado y lo que sería la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos. Tras Juan Pablo II, Benedicto XVI profundizó esta estrategia y ahora Francisco consigue cosechar gracias a su capacidad de gran autoridad moral", añadió.
Desde la isla, el periodista José Jasán Nieves Cárdenas, colaborador de la Radio Ciudad del Mar (Cienfuegos) y de los medios digitales El Toque (La Habana) y de Progreso Semanal (Miami, Estados Unidos), respondió por correo electrónico: "El Vaticano seguirá siendo útil para ambas partes durante buena parte de la negociación en marcha".
Y agregó: "Esto apenas comienza y son previsibles baches en el camino, momentos en que (como decimos en Cuba) se "tranque el juego de dominó" y haga falta un agente externo para reimpulsar el diálogo. Pero más allá del ámbito bilateral con Estados Unidos, El Vaticano seguirá cerca de Cuba porque también le interesa recuperar espacios que tuvo la Iglesia Católica cubana antes de 1960 y que los perdió. Los intereses no se han agotado".
Tiempos nada terrenales
Durante una audiencia pública en la Plaza de San Pedro, el Papa recibió una carta sobre la situación de Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino, los tres agentes cubanos detenidos en los Estados Unidos como parte de Los Cinco Héroes (como se los llamaba en la isla) o la Red Avispa (como se los conocía en el sur de La Florida). Poco después, en una reunión secreta en la Santa Sede, se trató ese tema y el de la liberación de Alan Gross, detenido en la isla por llevar tecnología a la disidencia, y un espía que llevaba ya veinte años en la cárcel.
Francisco también escribió al presidente estadounidense Barack Obama y al cubano Raúl Castro para instarlos a resolver este y otros problemas que se hacía décadas que se arrastraban, y "dar inicio a una nueva fase de las relaciones entre las dos partes".
En un encuentro a solas con Obama, el Papa le dijo: "Somos todos americanos y debemos vivir en armonía, respetando las diferencias pero como amigos y para eso se requiere resolver las diferencias entre su país y Cuba". En su resumen de la reunión, el presidente estadounidense avaló la autoridad de Francisco: "La suya es una voz que el mundo debe escuchar", dijo. "Su autoridad moral hace que sus palabras cuenten. Con una sola frase él puede focalizar la atención del planeta".
El resto fueron meses de conversaciones en secreto con la mediación de Canadá y El Vaticano que concluyeron en los anuncios del 17 de diciembre de 2014. Obama y Castro anunciaron la liberación de esos detenidos como gesto de buena voluntad para comenzar un diálogo mayor, que empezaría por la reapertura de las sedes diplomáticas cerradas desde 1961.
La mediación de Francisco, decisiva, se concretó tras una influencia prolongada de la diplomacia pontificia sobre la falta de normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. A lo largo de décadas muchos representantes del Vaticano han visitado la isla: Agostino Casaroli, Dominique François Joseph Mamberti, Cesare Zacchi (quien elogió las "virtudes cristianas" del líder revolucionario Fidel Castro), Tarcisio Bertone (quien repitió sus invitaciones al diálogo entre los dos países). Y, desde luego, se destacan los viajes de Juan Pablo II y Benedicto XVI a Cuba.
¿Cómo se puede describir esta continuidad?
"Aunque en cada momento se responde a una circunstancia particular, porque hay cuestiones críticas, situaciones que se dan, la Santa Sede ha mantenido elementos de linealidad", manifestó Beltramo Álvarez, también autor del blog Sacro & Profano.
El Vaticano, agrega, "ha estado preocupado por lo que pasa en Cuba, en mantener una posición respetuosa, de no romper nunca relaciones diplomáticas, y en tratar de lograr cada vez todo lo que se pudiese".
"Creo que en ese sentido los tres papas han sido muy lineales y eso ha permitido que el proceso se haya dado, que no haya habido un alejamiento o una cerrazón, o una ruptura de relaciones diplomáticas como ha pasado con otros países comunistas", remarcó el periodista argentino.
El embajador Díaz —quien además de ser un reconocido teólogo estadounidense tiene sus raíces familiares en Cuba— recordó la famosa frase de Wojtyla: "Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba".
"Juan Pablo II habló de esa apertura de Cuba hacia el mundo y del mundo hacia Cuba. Y con el Papa Benedicto XVI se hizo el esfuerzo de conseguir que el Viernes Santo se considerase un día festivo, cosa que las autoridades cubanas concretaron. Pero en lugar de tratar de enfocarnos en los alcances que la Iglesia ha logrado en las diferentes visitas papales, conviene ver que hay una continuidad en lo que el diálogo ha conseguido a lo largo de los años", sostuvo Díaz.
Nieves se consideró muy joven "para sistematizar completamente" los hechos, pero reconoció que en ambos casos se produjeron hitos en la relación bilateral entre los estados-instituciones.
"El primer viaje fue, sobre todo, un espaldarazo, un acto de sanación con un país que estaba aislado del mundo. El segundo, de Benedicto XVII, fue una continuidad para mantener la presencia de la Iglesia como un actor importante en la proyección internacional y la mediación de los conflictos externos del gobierno cubano. Esta visita de Francisco es la profundización de la ruta vaticana de los lazos de Cuba con algunas zonas de conflicto de sus relaciones exteriores. La Iglesia Católica es para el gobierno cubano un importante mediador de cara al mundo, porque en la política interna no tiene influencia determinante".
Beltramo Álvarez, por su parte, destacó que, si bien ha existido una estrategia (que comenzó con la expansión diplomática de Wojtyla: cuando él llego al pontificado, 84 Estados tenían relaciones con el Vaticano; cuando él murió, 174, más del doble), no ha sido coordenada.
"Fidel Castro se reunió con varios cardenales meses después de la visita del Papa. El entonces cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, viajó cinco años después para la inauguración de un convento de religiosas en La Habana, que había sido parte de las solicitudes de Juan Pablo II. El cardenal no se coordinó con El Vaticano, pero como había participado de varias actividades durante la visita papal, existían una buena relación y una buena disposición. Esta iniciativa, como la del libro del cardenal Bergoglio y muchas otras, prepararon poco a poco un nuevo escenario que se profundizó", explicó.
Una presencia latinoamericana más acentuada
El embajador Díaz destacó un elemento de importancia para este desarrollo diplomático, que acaso antes no se notaba "de una manera tan obvia y tan recalcada es la presencia latinoamericana".
"Giovanni Angelo Becciu, el Secretario para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, fue el nuncio apostólico en Cuba de 2009 a 2011. Tenemos también la presencia del Secretario de Estado, Pietro Parolin, quien fue nuncio apostólico en Venezuela entre 2009 y 2013. Y el Papa Francisco, de origen argentino, obviamente ha tenido una historia muy larga de interés por Cuba: conoce bien, como latinoamericano, el papel central de esta isla en la geopolítica de América Latina y los Estados Unidos. Con la presidencia de Obama se han podido dar estos nuevos pasos que tal vez puedan traernos una primavera en las relaciones entre los dos países", esbozó.
También el especialista de Vatican Insider destacó el caso de Becciu: "Después de su misión en Cuba fue llamado por Benedicto XVI para ser el número 3 del Vaticano: un personaje de alta importancia, quien mantuvo al Papa siempre muy atento y muy pendiente de todo lo que pasaba en la isla".
"En general se ha visto una linealidad en la presencia de los nuncios apostólicos: los embajadores del Vaticano que han estado en Cuba la han tenido, con excepción del anterior, que generó polémica", adhirió.
En efecto, el arzobispo Bruno Musaró provocó un incidente cuando el 24 de agosto de 2014, en una misa en Vignacastrisi, Italia, declaró: "El pueblo cubano es prisionero de la dictadura y se muere de hambre". El diplomático dijo que le gustaría regresar a Cuba "luego de que el régimen socialista haya desaparecido definitivamente". Fue reemplazado por el arzobispo Giorgio Lingua.
La doble condición de teólogo y político del doctor Díaz le permite hacer una observación histórica. "La importancia de Cuba y de las tensiones que han sido parte de su historia exceden América Latina, comenzando en los '60s con la Crisis de los Misiles. Juan XXIII escribe la famosa encíclica Pacem in Terris en el contexto de esta tensión mundial. En otro plano, Francisco ha hablado de 'la globalización de la indiferencia'".
"Como Papa de América Latina conoce muy bien que la visión socialista-marxista como la capitalista-neoliberal no respetan la dignidad completa del ser humano. Él ofrece una visión mucho más integral de esa dignidad, y en esa búsqueda habla del diálogo como encuentro con la verdad: así invita a Cuba y a los Estados Unidos (y a todos los países) a encontrar una manera mejor de tratar de enfrentar los problemas sociales, económicos, culturales que tenemos hoy en día", analizó.
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Esa invitación, para el periodista cubano, tiene una lectura visible: "Francisco puso todo su capital simbólico de autoridad prestigiosa para las opiniones públicas de los dos países en función de legitimar el acercamiento".
"No olvidemos que sobre todo al interior de la sociedad estadounidense hay muchas reticencias al diálogo con Cuba, y yo creo que Francisco dio a Obama la oportunidad de emplear al Vaticano como respaldo para la decisión audaz que debió tomar".
Francisco en Cuba
—¿Qué se puede esperar de esta tercera visita papal, en particular de un Santo Padre con una popularidad —según las encuestas, del 80 por ciento— entre el pueblo cubano, que es parte de una gira que se continúa en los Estados Unidos?
"Se trata de un mensaje que refuerza este proceso de deshielo entre Estados Unidos y Cuba, que tiene muchos detractores", recordó Beltramo Álvarez. Y agregó: "El Papa sabía que iba a ir a los Estados Unidos: dada la situación planteada, era importante que fuera a Cuba para dar un mensaje sobre su mediación. Lo hace con convicción, para brindar sostén. Además muestra que no está del lado cubano ni del estadounidense, sino del lado de la unión y la reconciliación".
Según el vaticanista, esa visita pondrá a Francisco más evidentemente en la línea de sus antecesores: "Cuba debe sentirse parte de la comunidad internacional, no sentirse aislada".
"La frase histórica de Juan Pablo II fue muy bien recibida por los cubanos porque no reflejaba una mirada externa que llegaba a señalar lo que estaba mal sino también un mensaje para que el mundo comprendiera a Cuba. También Benedicto XVI lo sostuvo y creo que Francisco va a seguir en esta línea también de animar a que Cuba conozca el mundo y que también el mundo conozca lo que sucede en Cuba: sus dificultades y contradicciones, que no van a cambiar porque el Papa vaya o la Iglesia Católica dé un mensaje, sino que es una cuestión propia del futuro de la isla. No obstante, el mensaje de Francisco va a ser útil en ese sentido", apuntó Beltramo Álvarez.
"Cuba debe sentirse parte de la comunidad internacional"
Nieves reconoce que el Papa tiene popularidad entre los cubanos, aunque no la llamaría enorme "en un país con menos del 10 por ciento de la población asistente asiduo a las misas de los domingos". Encuentra otros motivos: "Su proyección progresista y su apuesta por causas justas atraen el interés en Cuba también. Pero no es de esperar demasiadas manifestaciones de júbilo. Francisco será bien recibido, cálidamente seguro, pero su visita es más que todo política y se desenvolverá en ese plano".
El periodista cubano había escrito en "Habemus Papa, again": "El itinerario previsto hace pensar que el prelado vendrá a tocar de primera mano parte de su obra: la voluntad de seguir adelante con el acercamiento entre los dos países. No solo a evangelizar vino Juan Pablo II en 1998, ni Benedicto XVI en 2012. No será solo a evangelizar a lo que venga Francisco este año".
El embajador Díaz observó que la visita de Francisco continúa "su compromiso y su dedicación desde aquel libro sobre las conversaciones entre Juan Pablo II y Fidel Castro", con el deseo de una normalización de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba.
"Una de las cosas que Monseñor Bergoglio criticó en el libro es el embargo. Decía que el embargo estadounidense había afectado especialmente a los más pobres, los más necesitados. Él va a ir a Cuba y después vendrá a los Estados Unidos con un mensaje de apoyo al proceso para tratar de comenzar de nuevo o de ver de modo diferente las cosas con las que todo latinoamericano y todo estadounidense —todo ser humano— está de acuerdo: la democracia, los derechos humanos, la participación de todos en la sociedad, una apertura de comunicaciones. Imagino que hablará contra el embargo en Cuba y también en los Estados Unidos", concluyó.