En plena carrera por la presidencia, Daniel Scioli busca propulsores que potencien su marcha hacia la Casa Rosada. Con ese objetivo -a seis meses de las elecciones generales- comenzó a implementar modificaciones significativas en el modo de comunicar sus ideas, e incluso lentamente se anima a experimentar con su estética personal.
El hombre que sueña con suceder a Cristina Kirchner quiere mostrarse más enérgico y contundente de cara a la opinión pública. Para conseguirlo –por consejo de sus asesores- comenzó a usar frases más cortas y en sus últimas apariciones públicas se esforzó para incluir una acción específica en cada párrafo. La esperanza, la fe y el optimismo continúan como estandartes de su proclama, pero ahora acompaña los conceptos con políticas concretas.
La obsesión de Scioli por lograr que su mensaje llegue al electorado lo convirtió en un corrector implacable y extremadamente exigente: hizo escribir más de 70 versiones de un discurso que ofreció ante la Asamblea Legislativa bonaerense. Y no pidió más cambios porque no había más tiempo: llegó el día de la presentación y no se podía posponer.
Un par de observaciones extra de este coaching electoral: para reforzar su proximidad con la gente se volvió habitual que su entorno lo llame simplemente "Daniel", ya que los asesores entienden que eso genera "más cercanía". Además el gobernador trata de hablar permanentemente con visión de futuro. La intención es diferenciarse y dejar en claro que es el único candidato que tiene un discurso presidencial.
De esa manera busca acallar las críticas que suele recibir por sus alocuciones sin definiciones, cargadas de respuestas evasivas. Y trata de exterminar las dudas sobre su personalidad. "Siempre tuvo carácter, pero ahora lo deja bien en claro cuando habla porque tiene más fuerza, más ritmo...", analizaron desde las entrañas del sciolismo.
La decisión de ofrecer un mensaje más claro y contundente asoma con nitidez por momentos; sobre todo cuando el gobierno nacional exige una nueva prueba de amor: desde hace un par de meses, Scioli remarca una y otra vez su pertenencia al denominado proyecto nacional y popular.
La intención no es otra que ponerle fin a las dudas sobre su verdadero perfil y convencer al núcleo duro del kirchnerismo de que él es la opción natural de la continuidad. Un ejemplo concreto de eso se vio el 1 de abril, cuando lanzó un nuevo afiche de campaña en el que la ola naranja se volvió celeste y blanca (los colores que suele usar el oficialismo) y el Frente para la Victoria mutó en "Scioli para la Victoria".
El restyling de Scioli tiene otra arista sorprendente. Los especialistas en marketing que rodean al candidato presidencial del FpV creen que debe comenzar a vestirse de manera más informal para atraer el voto joven. Para eso, entienden, es clave que se saque la corbata.
El cambio de look de momento va a paso lento pero ya se puso en marcha y pudo observarse en los últimos actos políticos: a lo largo de abril se mostró más descontracturado y asistió a algunos eventos con la camisa abierta y fuera del pantalón, utilizó sacos de colores más claros e incluso el domingo pasado se animó a aparecer en zapatillas en el búnker del kirchnerismo.
Los integrantes del equipo político y de gestión del Gobernador tienen una edad que ronda los 45 años, y el promedio del equipo de comunicación de campaña no supera los 40. Todos estos cambios parecen un adelanto encubierto del perfil que tendría su eventual futuro gabinete: una síntesis entre experiencia y juventud.