Según informaron a EFE fuentes de seguridad en la capital norteafricana, la bomba estalló poco antes de la 01:00 local (23:00 GMT) cerca de los muros de la legación diplomática, que está vacía -con sólo guardias de seguridad locales- desde que fue evacuada meses atrás.
"La bomba estaba dentro de una bolsa y fue arrojada desde un coche que pasó a toda velocidad. No ha causado víctimas, pero sí un gran boquete cerca de la garita de seguridad", explicó a EFE un testigo.
De acuerdo con la información difundida por el diario español ABC, el Estado Islámico se adjudicó el atentado.
El pasado 12 de abril, al menos dos guardias de seguridad murieron y una tercera persona resultó herida en un atentado similar contra la embajada de Corea del Sur en la capital libia. El mismo día, un segundo artefacto estalló frente a la delegación de Marruecos sin causar víctimas, en un ataque cuya autoría asumió la rama libia del grupo autoproclamado Estado Islámico, que lucha en Siria e Irak.
La agresión condujo a Seúl a retirar a su personal de la embajada, decisión que ya habían adoptado con antelación otros países -incluida España, el pasado 31 de julio- ante el creciente deterioro de las condiciones de seguridad en el país y en la capital.
Sólo este lunes, al menos 13 personas murieron y cerca de medio centenar resultaron heridas a causa de los intensos combates que estallaron hoy en la ciudad oriental de Bengasi, informaron a EFE fuente médicas locales.
Según su relato, fuerzas leales al controvertido general Jalifa Hafter, jefe del Ejército fiel al gobierno internacionalmente reconocido en Tobruk, se enfrentaron en diversos puntos de la urbe a las milicias islamistas Maylis al Shura y Zuar de Bengasi, aliadas del gobierno rebelde establecido en Trípoli.
Los combates y atentados se suceden mientras la partes negocian en Marruecos, donde según el enviado especial de la ONU para el conflicto en Libia, Bernardino León, las posiciones avanzan y se acercan cada vez más a una solución política.
León admitió el lunes, no obstante, que aún queda por resolver la situación de seguridad, en particular el logro de un alto el fuego que permita la formación definitiva de un gobierno de consenso nacional.
Libia es un Estado fallido, víctima de la guerra civil y el caos, desde que en 2011 la comunidad internacional apoyó el alzamiento rebelde contra la dictadura de Muammar Khadafi.
Desde las últimas elecciones, el poder está dividido entre los gobiernos de Trípoli y de Tobruk, a quienes apoyan distintos grupos islamistas, señores de la guerra, líderes tribales y contrabandistas de petróleo, armas, personas y drogas.
En medio, se fortalecen grupos yihadistas afines al grupo autoproclamado Estado Islámico en Siria e Irak y a la organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), la asociación terrorista más fuerte aún del norte de África.