La pregunta sobre la continuidad del comunismo en Cuba se instaló a partir de la retirada de Fidel Castro, en febrero de 2008. No sólo porque había sido el líder absoluto del país desde la Revolución del 59 hasta ese momento, sino porque Raúl, su hermano y reemplazante, no demoró más de unas semanas en hacer cambios impensados tiempo atrás.
Lo primero fue habilitar a los cubanos a comprar libremente electrodomésticos y alojarse en hoteles, y entregar tierras ociosas en usufructo. En 2010 llegaron las reformas más importantes: para promover el trabajo por cuenta propia, se amplió la participación del sector privado en 178 actividades que antes estaban vedadas. Para darle aún más impulso, anunció la progresiva eliminación de 500.000 puestos de trabajo en el Estado.
Los cambios siguieron con la autorización de la compraventa de casas y coches, y la reforma migratoria de 2013, que eliminó los permisos de salida y habilitó a los cubanos a viajar al exterior sin demasiadas restricciones, y a los emigrados a regresar de visita.
En ese contexto se iniciaron las históricas negociaciones entre Estados Unidos y Cuba para recomponer las relaciones tras 56 años de enemistad. El hito fue el discurso que dio Barack Obama el 17 de diciembre de 2014, cuando anunció un levantamiento parcial del embargo que Estados Unidos aplica sobre Cuba desde 1961.
El aumento del flujo comercial con Estados Unidos, y la posibilidad de que en un futuro cercano se instalen en el país muchas de sus grandes empresas, podría ser el empujón definitivo para que Cuba abandone el comunismo.
Cuba, detrás de los pasos de China
Aún no se puede saber cuánto terminará modificándose la vida de los cubanos en esta nueva etapa. Pero no hay dudas de que el impacto del acercamiento con Estados Unidos ya se hace sentir.
"Hay dos caminos para la entrada de inversiones estadounidenses. Uno ya está en curso: son los pequeños emprendimientos, como restaurantes y lugares de alojamiento, que se sustentan en las remesas provenientes de familiares que viven en Estados Unidos", explica a Infobae el politólogo Andrés Serbin, presidente ejecutivo de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES).
"El otro camino es la de las grandes inversiones. Creo que el Estado va a mantener la política de atraerlas, pero manteniendo el control en un 51 por ciento", agrega.
Cuando empiecen a llegar, es probable que esas inversiones le cambien un poco la cara a Cuba y renueven a sectores de la economía y de la infraestructura que estaban anquilosados. Pero el esquema no sería sustancialmente distinto al que desde hace años mantienen las cadenas hoteleras españolas.
"Un factor a tener en cuenta -dice Serbin- es que el 60% de la economía de la isla está en manos de las Fuerzas Armadas. La elite político militar está interesada en hacer negocios. Pero también lo está en mantener el control político".
¿Es imaginable que el régimen comunista llegue a su fin en el mediano plazo? Es una pregunta difícil de responder. Seguramente tendrá que mutar, pero no está claro cuánto. Lo que la mayoría de los analistas prevén es que siga un camino similar al de China.
"En el corto plazo, las cosas seguirán igual. Raúl Castro dijo que no va a ser candidato en 2018, así que entrará una nueva generación, que tal vez esté un poco más liberada. Pero el partido sigue teniendo el control, y ellos piensan que pueden abrir la economía, pero con un modelo como el chino, en el que el régimen político se mantenga cerrado", dice Riordan Roett, director del Programa de Estudios sobre América Latina de la Universidad Johns Hopkins, consultado por Infobae.
La decisión de la dirigencia cubana es satisfacer muchos de las postergadas aspiraciones de crecimiento económico de la población, pero sin renunciar al control absoluto del aparato estatal. Por eso, la democracia está muy lejos. Sin embargo, se trata de un proceso de desenlace imprevisible.
"Si nos guiamos por los ejemplos de China y Vietnam -dice Serbin-, lo que vemos es que, pese a los intentos del partido de controlar políticamente el proceso, abriéndose a una economía mixta, en la medida en que los emprendedores, e inclusive las empresas transnacionales, empiezan a tener cierto peso, demandan también un margen de influencia política. Esto presiona hacia un sistema más abierto en términos de la inclusión de esos sectores".
"Ahora, a su vez, eso conlleva la exclusión de otros sectores, que no tienen la capacidad de apoyarse en su fuerza económica para influir políticamente. Así se marca una diferenciación social cada vez mayor", agrega.
Una recomposición que llevará tiempo
Si bien reina el entusiasmo entre los promotores del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, todo indica que será un proceso largo y trabajoso. El motivo principal es que el Partido Republicano no está de acuerdo, y es el que controla ambas cámaras del Congreso.
"A los republicanos no les gusta la política de Obama y hay muchos que están en contra del acuerdo diplomático con Cuba. El embargo va a continuar, porque no le quieren ofrecer una victoria política. De todas maneras, con los años va a desaparecer", dice Roett.
Lo que sin dudas puede empujar a los republicanos a negociar estos cambios es el amplio respaldo que tiene el deshielo con Cuba en la opinión pública estadounidense. Especialmente entre los latinos, que tienen un peso creciente entre los votantes.
"Las encuestas señalan que hay una significativa mayoría que responde muy favorablemente a la iniciativa de Obama, que marcó un hito muy importante y va a quedar como el presidente que restableció las relaciones con Cuba. No sabemos cuál puede ser el desenlace, pero a menos que el próximo presidente intente revertir todo, si es demócrata lo más probable es que se profundice", dice Serbin.
"También -continúa- hay presión de sectores económicos y de algunas empresas, que se sienten descolocadas por el embargo en términos de su posicionamiento en el mercado cubano. Si bien no es demasiado significativo, es importante, particularmente para las compañías del sector agrícola y alimenticio".
No obstante, aún en el caso de que el Congreso se proponga obturar las medidas impulsadas por Obama, a éste le queda una carta: avanzar con decretos y decisiones ejecutivas.
"Este es un proceso que probablemente no se realice a cortísimo plazo. La gran pregunta es si Obama podrá forzar su marcha para que los proyectos que está planteando se materialicen antes de que concluya su presidencia", dice Serbin.
Lo que no está en discusión es que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se van a intensificar. No sólo las comerciales. También las diplomáticas, las políticas y hasta las culturales.
"Varias compañías están estudiando las opciones que tienen dentro del embargo. Los europeos ya lo hacen, especialmente los españoles. Poco a poco habrá más intercambio entre los dos países, especialmente en turismo, tecnología y varias otras áreas", dice Roett.
"Con más viajes entre Miami y La Habana habrá más intercambios personales. Las familias van a regresar a Cuba para vacacionar, van a comprar apartamentos, y en tres o cuatro años habrá una presencia mucho más profunda de Estados Unidos en Cuba", concluye.