La situación legal entre el norteamericano Dennis Burns y la argentina Ana Alianelli se pone cada vez más tensa por la tenencia de sus hijas Victoria y Sophia. Tras el violento episodio en el aeropuerto de Ezeiza –cuando el hermano de Ana lo insultó y atacó por el cuello– comenzaron las irregularidades frente a lo que el ex matrimonio había acordado para finalmente viajar a los Estados Unidos y seguir el juicio en ese país.
Burns y Ana habían firmado un pacto en el que se debían cumplir ciertas condiciones para que las nenas volvieran –luego de cinco años en Argentina– a vivir a los Estados Unidos. Algunos de esos puntos fueron: las menores viajaron el 16 de abril acompañadas por ambos padres desde Ezeiza hasta USA; y los pasajes para toda la familia fueron comprados por el padre con el mismo número de vuelo y destino.
No obstante, hubo varios puntos que Burns incumplió sorpresivamente y que preocupan a Alianelli y todo su entorno familiar: el ex matrimonio y las dos nenas viajaron desde Ezeiza hacia Aspen, Colorado. Tomaron el mismo avión, pero en una de las escalas en Houston, el hombre desapareció con las nenas sin dejar rastro ni atender los desesperados llamados telefónicos de la mujer.
Tampoco cumplió con la vivienda que le iba a proveer a su ex mujer en Colorado, por lo que Alianelli tuvo que pedir hospedaje en la casa de una amiga. Por último, nunca le pasó la cuota mensual de 2 mil dólares que prometió darle cuando llegaran, por lo que la mujer está sin nada de dinero como para vivir y adquirir representación legal en EEUU.
En medio de la desesperación por desconocer el paradero de sus hijas y ante la falta de respuesta de Burns a sus mensajes y llamadas telefónicas, recién anteayer Alianelli recibió un llamado de las niñas. Mariana Gallego, una de sus abogadas de Argentina, habló desde EEUU con Infobae y manifestó su preocupación por las últimas actitudes del estadounidense.
-¿Alianelli tiene miedo de que le pase algo malo a las nenas?
-Ana está desesperada. Está sola, incomunicada con las nenas y viviendo de prestado en la casa de una amiga que la hospedó en Aspen. Se suponía que –como se había pactado en Argentina– los cuatro llegarían juntos en el mismo avión. Él no asumió sus compromisos e hizo algo grave que fue desaparecer en Houston con las nenas sin dar noticias. Ella hoy está sin dinero porque abandonó su trabajo en Argentina y él había prometido darle vivienda y una cuota mensual, y eso tampoco pasó. La jueza Denis Lynch fue quien presionó a los abogados de Burns para que las nenas se comunicaran con la madre.
-¿Cómo notó Alianelli a las nenas cuando habló con ellas por teléfono?
-Al principio las notó bien, pero cuando les preguntó cómo estaban, las nenas le dijeron que querían ir con ella y se largaron a llorar. Y cuando les preguntó dónde estaban, él cortó la comunicación. Las nenas son muy complacientes, cero caprichosas, se adaptan y son muy respetuosas.
-Ella está sin abogados en EEUU por falta de dinero, ¿qué piensa hacer al respecto?
-Ese tema es bastante complejo porque ella está muy endeudada en Argentina, porque todo lo que ganaba lo gastaba en alquiler, obra social, estudio de las chicas, además de los abogados por todo este tema. Se fue con cero pesos y allá los abogados son carísimos. Estamos esperando que aparezca alguna ONG que la ayude. Pero la realidad es que puede quejar desprotegida y en foja cero.
-¿Le preocupan las últimas actitudes de Burns?
-Bastante. Él firmó en Argentina un convenio que establecía que al llegar a Aspen, las nenas irían a vivir con su mamá en una casa que él les iba a proporcionar en Colorado y donde él tendría un régimen amplio de visitas. Y pasó todo lo contrario. Él vio a las nenas cuatro veces en cinco años; debía pagar seguro de salud, cuota alimenticia de 2 mil dólares y nunca lo hizo. Las condiciones pactadas antes de volver a EEUU fueron suscriptas por Burns voluntariamente y fue firmado por la jueza de Pilar, homologado por ella y a su vez, confirmado por teléfono por la jueza Denis Lynch donde aseguró que ella misma se ocuparía de que eso se cumpliera. Ayer Ana hizo una petición ante la jueza exigiendo la restitución de las menores y el cumplimiento del convenio. Ana tiene muchísimo miedo de que todo lo que se pactó acá no se cumpla en Estados Unidos.
-Ante las denuncias de violencia doméstica que recaen sobre Burns ¿cuál fue tu impresión de él al conocerlo?
-Lo vi durante once horas de audiencia. Las nenas estaban en una oficina al lado llorando y le pedían por favor al padre quedarse acá en Argentina, no separarse de su mamá, y pasar una última noche en su casa. Él estaba frío, inmóvil y distante. Lo noté con muchísima preocupación pero por él mismo, por su imagen en su país debido a las acusaciones por violencia.
-¿Cuáles son las posibilidades de que las nenas puedan vivir en Argentina?
-Son altas porque vivieron cinco años en Argentina. Esto requiere un tiempo y es muy costoso. No sé hasta qué punto Ana puede solventar un juicio así, ya que hace cinco años que está pagando esto sola. Él nunca la ayudó con los gastos de las nenas y eso que tenía una cuota mensual fijada en EEUU de 340 dólares que nunca abonó. Me parece que él tiene un grado de egoísmo tan enorme que lo único que quiere es ganar la batalla. Ni sé si todo esto lo hace por el porvenir de las chicas.
-¿Cómo sigue el caso?
-El lunes 20 de abril (por hoy) es la audiencia en el juzgado de la jueza Lynch en Aspen. Si no aparece, la jueza debería librar un pedido de búsqueda.
La disputa del ex matrimonio
La batalla legal arrancó en 2010 cuando la pareja se divorció. La mujer argumentaba que su ex marido había perdido la casa familiar por su adicción a los juegos y que una vez la había golpeado, lo que fue reconocido por el propio Burns quien fue condenado a un año de probation.
Alianelli decidió regresar a Argentina con sus dos nenas con un permiso judicial temporario que venció. Pese a eso, Ana nunca regresó a los Estados Unidos y comenzó una guerra judicial que duró cinco años. Ese incumplimiento legal le costó que el juicio se lleve a cabo en Estados Unidos.
Finalmente, la justicia argentina le dio la razón a Burns y restituyó las menores a su padre biológico, residente en el mismo país en el que nacieron. En tanto, el hombre creó una fundación para alentar la lucha contra los casos similares. Familiares de Alianelli lo acusan de nunca haber pasado dinero para las niñas y de haberlas visto solo cuatro veces en cinco años.