Como en una novela de Manuel Puig, el pueblo entrerriano de Urdinarrain, de 10.000 habitantes, vivió un infierno en las sombras entre 1988 y 1995. Mientras todo transcurría como si nada, al menos alrededor de 40 niños sufrían los abusos sexuales de un ex funcionario del municipio muy reconocido por la comunidad.
El acusado se llama Javier Broggi (53). Fue secretario del Colegio Nacional y responsable de Cultura y Turismo del pueblo hasta mayo de 2008. Sus blancos eran chicos de 6 a 13 años, quienes, al llegar a la adultez, denunciaron en la justicia los ultrajes padecidos.
La metodología era siniestra. Primero lograba la confianza de los matrimonios con chicos y después a esos niños los invitaba a su casa para hacer actividades lúdicas como ver una película, dibujar o mostrarles el último videojuego. En ese contexto, el hombre los tocaba y les eyaculaba en el rostro.
Este 20 de marzo pasado citaron a Broggi a declarar en indagatoria en los tribunales de Gualeguaychú, pero se negó. También se opuso a que le realizaran un peritaje psiquiátrico. La defensa, articulada por el abogado Rubén Gallardo, advirtió que pedirá la prescripción de los delitos que se le imputan.
La conmoción se apoderó de Urdinarrain en 2008, cuando Leonardo Mussi decidió contarles la verdad a sus padres, quienes planeaban hacer turismo con Broggi. Norma Romero, ex rectora del Colegio Nacional del pueblo y ex concejal en tiempos del abusador, le comunicó la gravedad del asunto al entonces intendente Alberto Mornacco. Allí fue cuando Broggi reconoció lo sucedido y debió renunciar. Tuvo que mudarse - hoy vive en Gualeguay-.
Las actuaciones judiciales recién comenzaron a fines de 2013, cuando la noticia llegó a los medios a través de la revista local Análisis Digital. Entonces, el procurador general del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos, Jorge García, ordenó la apertura de la investigación en los tribunales de Gualeguaychú por "corrupción de menores agravada". En ese expediente, el Superior Tribunal provincial dictaminó la imprescriptibilidad de los delitos investigados.
Con la revelación de los abusos, un grupo de madres de las víctimas y amigos -Romero entre ellas- crearon la ONG Con los gurises no, que se dedica a concientizar sobre el abuso sexual infantil y reclama por la imprescriptibilidad de ese delito. Es que los que lo padecen suelen demorar años en revelar lo sucedido, ya sea por las amenazas que sufren o por el vínculo cercano que suele existir con el abusador.
De acuerdo a Romero, al menos habrían sido abusados unos cuarenta varones de Urdinarrain, cuando tenían entre 6 y 13 años. Con ese número trabaja la Justicia, y podrían ser más. El problema es la vergüenza que produce el hecho: dos de los denunciantes recién pudieron contar lo que pasó a los 28 años.
"A mí me arruinó la vida; me cagó por siempre", dijo a la revista Análisis una de las víctimas. "Me enseñó a dibujar y aprendí con él. Empezó a abusar de mí cuando tenía 5 años y continuó hasta los 13, en que lo pude parar. Me decía que tenía que pagar con mi cuerpo todo lo que me daban mis familiares y hasta me hacía entender que estaba acordado con ellos, cuando era todo una mentira de él", agregó.
"Javier ponía una película, se masturbaba y me ponía el pene en la cara. Me hacía arrodillar, para pasarme su pene. Conmigo se ensañaba siempre. Mis padres me mandaron como a diez psicólogos, pero nunca se me fue el odio que me generó. Javier me hacía sentir siempre como una basura; como el negrito del barrio, el piojo resucitado, mientras él era todo en la sociedad", dijo otro de los abusados. Recordó que abusó de él en la casa que tenía, pero también supo sacarle fotos en calzoncillos en el galpón de la estación de trenes donde Broggi enseñaba teatro. "A mí me arruinó la infancia. Me quitó muchas cosas que nunca más pude recuperar. Durante muchos años me despertaba con pesadillas; me levantaba llorando y temblando", relató.