El papa Francisco hizo mención a las negociaciones que están manteniendo los países del G5+1 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia y China, más Alemania) con Irán por el programa nuclear de Teherán, durante la ceremonia desarrollada en la basílica de San Pedro, con motivos de las Pascuas.
En su mensaje "Urbi et Orbi", "encomendó con esperanza" a Dios el acuerdo firmado en Lausana el 2 de abril "para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno".
"Encomendemos con esperanza al Señor misericordioso el acuerdo alcanzado en estos días en Lausana, para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno", apuntó Francisco en la tradicional bendición "Urbi et Orbi".
Por su parte, el Sumo Pontífice exhortó a la comunidad internacional que "no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria" en Siria e Irak.
Pidió rogar para que "cese el fragor de las armas y se restablezca una buena convivencia entre los diferentes grupos que conforman estos amados países".
"Que la comunidad internacional no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el drama de tantos refugiados", instó.
Además, el papa argentino también instó a sus fieles a rezar por las víctimas de la violencia en el continente africano, especialmente por los estudiantes de Kenia masacrados el jueves por islamistas somalíes.
"Que todas las personas de buena voluntad eleven una oración incesante por aquellos que perdieron su vida, y pienso muy especialmente en los jóvenes asesinados el pasado jueves en la Universidad de Garissa, en Kenia", señaló en su mensaje.
Para el Santo Padre, la Semana Santa es un momento intenso y agotador: celebró dos misas el jueves, presidió el viernes el ritual de la Pasión en la basílica de San Pedro y el Via Crucis en el Coliseo. El sábado, celebró la Vigilia Pascual, durante dos horas y media.
Aprender de las mujeres
Durante esta vigilia, invitó a los católicos a aprender "de las mujeres discípulas" de Jesús el conocimiento del misterio de la fe.
Francisco administró los sacramentos del bautismo y de la confirmación a una keniata, a una camboyana, a cuatro italianos, tres albaneses y un portugués.
El papa explicó que el misterio de Pascua "no era un hecho intelectual" sino accesible gracias a una actitud de humildad: "Para entrar en este misterio, es necesaria la humildad de inclinarse, de descender del pedestal de nuestro yo tan orgulloso, de nuestra presunción: la humildad de redimensionarse", dijo.
También dijo que para comprender ese misterio se requiere "no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismo, no huir ante lo que no comprendemos, no cerrar los ojos ante los problemas, no negarlos, no eliminar los puntos de interrogación".