Historia, no memoria

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El autor es hijo del coronel Argentino del Valle Larrabure, asesinado por la guerrilla del ERP


El pasado 24 de marzo fue particularmente doloroso para los familiares de quienes fueron secuestrados, torturados y asesinados por la guerrilla entre los años l973/76. Salvo honrosas excepciones, un manto de silencio encubrió la sangrienta militancia de ERP y Montoneros.

La mejor manera de hacer memoria es rescatar el sagrado valor de todas las vidas, no otorgar implícitamente una especie de licencia para matar a quienes - como lo destacara la Cámara Federal en el juicio a los comandantes- llevaron a cabo la mayor parte de sus sangrientos actos en pleno gobierno constitucional.

Ellos no querían la democracia, deseaban imponer un régimen marxista, y para ésto trazaron y ejecutaron un plan criminal, que cobró tal intensidad, que las fuerzas de seguridad fueron superadas, obligando a ordenar la intervención de las Fuerzas Armadas. No se oponían al golpe, lo provocaban pensando que éste les iba a generar el apoyo de la población. La historia prueba que sucedió lo contrario.

Hubiera sido oportuno entonces que, en un día en que se pretende que los argentinos recordemos un período tan doloroso de nuestra historia, a la par de juzgar la responsabilidad de las Fuerzas Armadas, se juzgara la responsabilidad de los otros partícipes directos del drama.

Hay preguntas claves, esenciales, que se censuran, por no ser políticamente correctas.

¿Por qué la guerrilla no depuso sus armas en pleno gobierno de Juan Domingo Perón?

¿Qué hubiera ocurrido con la República, con los opositores, si la guerrilla hubiera triunfado?

El reciente testimonio prestado por el ex ministro de trabajo de María Estela Martínez de Perón, Carlos Ruckauf, en la causa en la que se investiga el secuestro, torturas y asesinato del coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado por el ERP en l974, ha corroborado que en ese tiempo se había decretado el estado de sitio "por el accionar terrorista que era de gran magnitud", señalando que "era un ataque al gobierno y a las instituciones", que afectó, sin duda, además "a civiles."

Refiriéndose a las características que tuvo ese ataque Ruckauf señaló que "había secuestros, atentados y ataques a cuarteles, estructuras policiales, personal judicial, personal policial y civiles".

Preguntado si tales ataques eran ocasionales, aislados o sistemáticos, respondió: "Hubo muchos hechos", recordando incluso que fueron afectados niños, entre los que citó a los hijos del Capitán Viola.

Interrogado sobre qué tipo de gobierno se hubiera instaurado en el país de haber el ERP tomado el poder, respondió: "Puedo suponer que marxista, porque ellos alegaban que eran marxistas..."

Al preguntársele si las acciones del ERP fueron inorgánicas, aisladas o existía un plan trazado para llevarlas a cabo, contestó: "Supongo que existía un plan, pero no lo conozco"..."En los medios salía que buscaba el poder"-aclaró.

El plan criminal fue minuciosamente expuesto en la Declaración Conjunta a los Pueblos de América Latina, emitida en l974 por el ERP junto a otras organizaciones armadas latinoamericanas, y que se encuentra transcipto en el Nº 31 de su órgano de difusión Estrella Roja.[1]

Su lectura, esencial, permite comprender que los guerrilleros no luchaban por la democracia, la aborrecían; veían enemigos en los partidos progresistas; no respetaban la legalidad y el parlamentarismo, considerándolos exageraciones de los partidos reaccionarios; consideraban a la violencia revolucionaria un método esencial para la toma del poder; proyectaban implementar la lucha de clases, aniquilando a sus enemigos; la lucha armada era para ellos la única posibilidad de triunfo.

¿Cuánta gente hubiera muerto?

El filósofo e historiador Tzevan Todorov, experto en analizar la memoria después del horror[2], denunció, tras visitar Argentina, que no "se puede silenciar la ideología que inspiraba a esta guerrilla de extrema izquierda y al régimen que tanto anhelaba. Como fue vencida y eliminada, no se pueden calibrar las consecuencias que hubiera tenido su victoria. Pero, a título de comparación, podemos recordar que, más o menos en el mismo momento (entre 1975 y 1979), una guerrilla de extrema izquierda se hizo con el poder en Camboya. El genocidio que desencadenó causó la muerte de alrededor de un millón y medio de personas, el 25% de la población del país. Las víctimas de la represión del terrorismo de Estado en Argentina, demasiado numerosas, representan el 0,01% de la población".

Arnol Kremer[3], miembro del buró político del ERP, ha sido muy claro: "No nos chupemos el dedo. Está bien la pregunta, porque ahora hay una cantidad de compañeros que se hacen los blanditos. La historia es la historia y hay que hacerla con la verdad. Pero la verdad es que nosotros nunca pensamos en la democracia. Nosotros pensábamos en la democracia en términos de Lenín, como un paso, un instrumento para el socialismo, teníamos toda la concepción lenilista más dura. Para nosotros la sociedad socialista tenía una etapa previa que era la dictadura del proletariado; y en eso que no se hagan los desentendidos".


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