Los 23 tienen vínculos con la organización terrorista Ansar al Sharia y con el grupo Okba Ibn Nafaa, dirigido por el argelino Lokman Abou Sakher.
La banda del Bardo estaba formada por cuatro subgrupos, encargados de la organización, la ejecución, el apoyo logístico y la preparación de la huida tras el atentado. Con el ataque, los terroristas apuntaban a destruir la economía del país.
El tercer miembro del comando del atentado, Maher Bin al Moulidi al Qaidi, aún está prófugo junto con otros extremistas; entre ellos, dos marroquíes y un argelino, según dijo este jueves a la prensa el ministro del Interior, Mohamed Najem Gharsalli.
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Según el ministro, Al Qaidi fue a Libia para ejercitarse y proporcionar las armas de los otros dos hombres que entraron en el museo y luego fueron abatidos por las fuerzas especiales. Estos dos tenían Kalashnikov, granadas y chalecos rellenos de Semtex (explosivo plástico).
"Hemos evitado una catástrofe peor, porque los dos terroristas vestían chalecos explosivos con Semtex, de procedencia generalmente militar, que trajeron desde Libia", observó el ministro.
Gharsalli negó con fuerza la existencia de un documento que advertía de un posible atentado en el Museo del Bardo.
Para hoy está previsto en Túnez un encuentro interreligioso impulsado por el presidente Bej Caid Essebsi. Entre los participantes estarán el escritor Marek Halter; la responsable del diálogo interreligioso de la federación de protestantes de Francia, Jane Stranz; el gran rabino de Francia, Moshe Lewin; el presidente de la Conferencia de los Imanes de Francia, Hassen Chalghoumi; el imán de París, Kema du Gassama; y el arzobispo de Túnez, Ilario Antoniazzi, representante de la Iglesia católica de Túnez.