A pesar de que la consigna "Cualquiera menos Bibi" -en referencia al actual primer ministro, Benjamin Netanyahu- parece haber copado la agenda de campaña de las principales ciudades israelíes, nadie tiene demasiadas certezas respecto a lo que sucederá en el país después de las elecciones de hoy.
Ni siquiera el favorito Partido Laborista y su coalición Unión Sionista, liderados por Isaac Herzog -a quien las encuestas le dan una clara ventaja por sobre el oficialista Likud-, tiene la seguridad de que logrará formar una coalición de gobierno que permita el regreso del laborismo al poder después de varias décadas de ocupar el lugar de la minoría.
El israelí es un sistema parlamentario de mayoría proporcional con lista única. La costumbre es que el presidente -cuyo rol es simbólico- convoque al líder del partido que logre más votos en la elección para que éste se ocupe de la formación de gobierno.
"Este sistema abre la posibilidad de que el líder del partido que haya logrado más votos en la elección no tenga una coalición lo suficientemente grande, es decir, de 60+1 en un Parlamento de 120 escaños, como para nombrar al primer ministro y poder gobernar. Esto significa que aunque Netanyahu perdiera en los votos, aún es posible que mantenga el poder gracias a sus alianzas", explica el especialista en Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén Mario Sznajder.
Sznajder va hacia atrás en la historia política del país para asegurar que hoy este sistema debería ser cambiado: "Históricamente, este sistema funcionaba porque el partido que encabezaba la coalición de gobierno obtenía en las elecciones entre 40 y 50 bancas. Esto fue así en los años 50, 60, 70, incluso hasta los años 80. Hoy en día es distinto: Unión Sionista tiene la mayor intención de votos con sólo 25 bancas, y Likud, con 21. Hay un escenario de disgregación".
Para el especialista y profesor, más allá de quién gane en los comicios, ese Gobierno tendrá una mayoría pequeña, lo que condicionará una situación de mucha inestabilidad.
No son pocos quienes, en este escenario, se animan a hablar de una "gran coalición de gobierno" entre ambos partidos. En efecto, esta salida de ingeniería electoral lógica parecía lejana en los últimos días de campaña electoral antes de la veda, cuando el tono de las acusaciones entre la Unión Sionista y Likud aumentó varios niveles.
Sin embargo, las vicisitudes de política internacional y sus presiones podrían poner fin de manera precipitada a un Gobierno de ese tipo, que no resistiría las divergencias internas en esa materia.
Economía vs. seguridad, dos agendas en una elección
"La campaña estuvo marcada por la lucha por imponer agendas. Netanyahu ha intentado insistentemente desviar la atención a temas de seguridad nacional, mientras que sus opositores han intentado centrarla en los temas sociales y económicos. Veremos qué agenda logró imponerse", opina Raanan Rein, vicepresidente de la Universidad de Tel Aviv, en diálogo con Infobae.
En relación con la situación económica, el problema del acceso a la vivienda es uno de los temas importantes, y es visto por la sociedad como un punto negro de la actual gestión.
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"Es muy difícil acceder a una casa porque su costo es altísimo. Aunque los bancos ofrezcan créditos, las hipotecas para devolverlos se convierten en una larga condena a pagar que deja poco margen a las familias de clase media con dificultades para llegar a fin de mes. Éste es un problema muy grave que ha influido en la campaña electoral. Todos lo mencionan, todos prometen soluciones. Es visto como un fracaso político y económico de los últimos años", opina, por su parte, Mario Sznajder.
En materia de seguridad, el debate se centra en si existe o no la posibilidad de lograr la paz en los Territorios Palestinos. La posición a favor de una "solución de dos Estados" que sostiene Unión Sionista le ha valido el mote de ser una alternativa de "centroizquierda" y los ataques de Netanyahu, quien advirtió el viernes en su página de Facebook: "El Gobierno de derecha está en peligro. Elementos de izquierda y la prensa en este país y el extranjero han unido sus fuerzas para llevar de forma ilegítima al poder a Tzipi y Bougie (Herzog)".
Rein, quien también es director del Centro S. Daniel Abraham de estudios Regionales e Internacionales, opina, sin embargo, que más allá de las amenazas de Netanyahu, existe en Israel una mayoría a favor de una solución de dos Estados soberanos que convivan
"Es cierto que existe un rechazo y una desconfianza con respecto a la Autoridad Nacional Palestina. Los israelíes tienen la impresión de que no tenemos socio para negociar un acuerdo de paz. En parte, es un déficit de los líderes palestinos y en parte, se debe a que el actual gobierno bloqueó toda posibilidad de diálogo con las actuales autoridades", explica Rein.
"Más allá de los discursos electorales, un acuerdo entre Israel -cualquiera que sea el gobierno- y la parte palestina es muy difícil porque los dos sistemas políticos están muy fragmentados y ambas coaliciones de gobierno son sumamente inestables", agrega sobre el tema Sznajder.
Una de las pocas certezas en este contexto es que, después del discurso de Benjamin Netanyahu ante el Congreso de los Estados Unidos a principios de este mes, en el que manifestó con dureza su oposición al diálogo que mantienen las potencias con Irán, es posible que el Gobierno de Barack Obama prefiera un triunfo de Herzog en el gobierno del que es uno de sus más firmes aliados.
La novedad: la Lista Conjunta Árabe
Una de las novedades de la elección es que, por primera vez, se presentará la Lista Conjunta Árabe y que distintos sondeos le otorgan entre 12 y 15 escaños.
Pese a que la población árabe en Israel representa un considerable 20%, hasta el momento, los distintos partidos habían participado en las elecciones por separado, divididos por temas políticos, sociales y económicos.
Ahora, una resolución del canciller Avigdor Liberman para subir el piso necesario para ingresar al Parlamento -que pasó del 2% a un 3,25%-, con el objetivo de que estos grupos no consigan escaños, ha logrado el exacto efecto contrario. Esta restricción ha impulsado a los partidos árabes a unirse, y es probable, de acuerdo con las últimas proyecciones electorales, que se conviertan en un importante grupo parlamentario.
Algunos opinan que la Lista Conjunta Árabe será capaz, incluso, de definir la suerte del próximo gobierno. Todo está por verse y dependerá de las largas negociaciones que comiencen en el momento que se cierren las urnas.