Jorge Argüello: "La Unión Europea es un ejemplo, pero no es el modelo a seguir"

El embajador argentino en Portugal habló con Infobae sobre su libro "Diálogos sobre Europa", en el que analiza los problemas actuales del viejo continente y entrevista a los líderes de los nuevos partidos anti-austeridad. "La reapertura del debate es muy gananciosa", afirmó

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 Adrián Escandar 162
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-¿Por qué sentarse a escribir un libro sobre la crisis en Europa? Para muchos ya es un tema zanjado, pese a que todavía se observan las secuelas de los años más recesivos

Pertenezco a una generación que creció mirando la experiencia de unificación europea con mucho interés. Europa luego de la guerra fue capaz no solamente de cerrar la eterna situación de conflicto bélico, o la amenaza permanente de guerras, sino de además poner en marcha lo que se conoció como el Estado de Bienestar. Cuando dejo la embajada en Washington y me traslado a Portugal, me encuentro con un fenómeno que había desde hace dos años en las calles de Lisboa: cientos de miles de personas movilizadas. Y me llamó la atención ver que la consigna unificadora era que "que se joda La Troika". Ese fue mi primer contacto con la crisis europea, escuchando los reclamos de los perdedores del modelo. Mi intención era aportar desde mi lugar, el de un dirigente político que tiene la oportunidad de entrar en contacto con la realidad y el debate europeo, y que quiere mirar este proceso con ojos latinoamericanos.


-Nos llega mucha información sobre Grecia o España, pero no tanta acerca de lo que sucede en Portugal. ¿Cómo se explica su declive económico en los últimos años, que culminó en un rescate en el año 2012?

A Portugal le fue bien cuando se incorporó a la Unión Europea, que tiene una cosa muy digna de ser señalada: ningún país no democrático puede formar parte de esta asociación. Portugal no era un país democrático, aunque ya lo era cuando en la década del 80 decide incorporarse a la UE junto a España, otro país que venía de una dictadura. Y estos países dan un salto importantísimo en términos de modernización. Pero a partir de la unificación de la moneda, del giro neoliberal que toma la Unión Europea, poco a poco un grupo de países comienzan a convertirse en los perdedores del modelo, así como otros son los ganadores. En el pelotón de los perdedores podemos encontrar a los países de la llamada "periferia europea", como Irlanda, Grecia, España y, justamente, Portugal.


-¿Considera que la integración estaba planteada de una manera que era inevitable que esta crisis se produjera?

Sí, creo que lo que está sucediendo es la consecuencia del diseño que se optó. Hubo un momento que se tomó una decisión, cuando se unifica la moneda: se toma la decisión de crear un Banco Central Europeo que en realidad es un tigre vegetariano, porque hemos visto en la crisis global que la Reserva Federal de los EE.UU., el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón operaron sobre la economía porque en definitiva son prestadores de última instancia. Cuando vino la crisis en Europa, cada país se la tuvo que arreglar como pudo. En materia de regulación monetaria, regulación laboral y política fiscal, se adoptó un rumbo que fue perfeccionando este modelo en el que algunos países exportan mucho y otros solo crecen en función del endeudamiento, hasta que el endeudamiento explotó. Y eso es lo que genera la crisis de las deudas soberanas en Europa. Recordemos que Grecia tiene un 177% de deuda con relación al PIB, que la deuda portuguesa expresa el 130% de su PIB, que la deuda española es el 100%... Entonces la pregunta es ¿cuántas generaciones van a ser necesarias para remontar esa situación de deuda? Estando los países en quiebra, sin tener un Banco Central como prestamista de última instancia, es que comienzan los rescates, que nosotros los latinoamericanos tenemos todavía frescos en la memoria. Estos rescates vienen acompañados de una serie de requerimientos, llamados condicionalidades. Allá también se habla de los "hombres de negro", de esos señores que nosotros veíamos llegar a la Argentina, que bajaban de los aviones, se iban a los hoteles y de ahí a los ministerios, y determinaban cuál era la política económica y social que tenía que seguir el país si quería seguir recibiendo ayuda del Fondo Monetario Internacional. En Europa La Troika es la que implementa la política de austeridad, ellos condicionan las políticas económicas y sociales de los países a cambio de préstamos que tienen como único sentido permitirle al país pagar los intereses de la deuda que sigue creciendo, porque es un proceso sin fin.


-¿Es optimista sobre la posibilidad de que estos países europeos logren desembarazarse tan fácilmente de la Troika? Hace poco vimos lo que pasó con el nuevo gobierno de Grecia, que fue con ciertas expectativas a negociar y terminaron pactando más de lo que se pensaba.

No creo que se puedan desembarazar fácilmente de estas políticas, pero inexorablemente va a tener que aparecer un esquema para reformular el sistema europeo. De todos modos yo no veo la situación de Grecia como una derrota o una claudicación, creo que en todo caso dentro de las posibilidades y teniendo en cuenta la situación de aislamiento absoluto que tuvo la gestión del primer ministro Tsipras de cara a la renegociación, creo que estos 4 meses que ha ganado probablemente servirán a la estrategia griega.


-Desde la tapa del libro afirma que la crisis hizo que se recuperar el pensamiento critico en Europa. ¿Partidos como Syriza y Podemos son la solución?

Estos partidos vienen de la mano de la apertura del debate, esto ya para mí es absolutamente ganancioso. Estas dos fuerzas, por las muchas conversaciones que he tenido con sus líderes, tienen una gran vocación europeísta, por lo que habría que establecer una clara distinción con otras expresiones del euroescepticismo como podría ser la Nigel Farage en Inglaterra o Marine Le Pen en Francia. Ellos plantean ponerle fin a la Unión Europea. No es el caso de Podemos ni el de Syriza, que han decidido jugar adentro de la Unión Europea e impulsar un cambio de reglas.


 Reuters 162
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-Muchos políticos europeos y analistas aseguran que lo peor de la crisis quedó atrás. ¿Está de acuerdo con esto?

Hay algunos números que estarían indicando que se está deteniendo la caída, yo no me animaría a decir que lo peor de la crisis ya pasó en la medida en que no haya cambios de fondo en el sistema de funcionanamiento interno en la eurozona. La situación de endeudamiento de los países es una situación creciente, no es que la deuda está estancada o decreciendo, está aumentando, por lo tanto el peligro sigue. Hay algunas reacciones positivas pero tardías que está tomando Mario Draghi en su calidad de presidente del Banco Central Europeo, como el implemento de los quantitative easing, que van a inyectar una cantidad importantísima de millones de euros a las economías, resultando en una devaluación de la moneda y un aumento del consumo. Se está desandando el camino de la ortodoxia que Alemania venía imponiendo en materia de política fiscal en Europa. Ahora, a mí me parece que así como no se puede desarmar el euro y volver para atrás, difícilmente puedan avanzar si no vuelven a trabajar con el objetivo que originalmente se tuvo presente, que es el de crear un gobierno económico y una política fiscal común para la Unión Europea, porque de lo contrario el esquema de países ganadores y perdedores se va a ir acentuando.


-Usted en el libro dice que la Argentina debe aprender de esta crisis. ¿Cuáles serían esas lecciones para nosotros?

Yo cito un poema de Borges en el libro que me impresionó siempre, "Los Conjurados". Habla de gente que habla distintas lenguas, que reza a distintos dioses, que vienen de muchas guerras, y toman la extraña resolución de ser razonables. A mí me parece que en el mundo globalizado cada día queda más en claro que no hay lugar para los países si se presentan de modo individual, salvo extremas excepciones. La asociación regional y la complementación de los países y las economías es un imperativo del mundo globalizado, es el modo más conveniente para presentarse. En ese sentido yo creo que la experiencia europea es extraordinaria, pero como bien me dice Celso Amorim en una entrevista del libro: "La Unión Europea es un ejemplo, pero no es el modelo a seguir". Yo creo que los procesos de integración son siempre singulares, cada conjunto de países que se integran tienen que hacerlo a su manera, y teniendo en cuenta sus circunstancias generales, pero creo que la Unión Europea es un ejemplo hacia donde tenemos que ir.


-En los últimos años, por más que discursivamente se ha hecho énfasis en la hermandad de los países latinoamericanos, organizaciones como el Mercosur o la OEA no han logrado buenos resultados.

Si uno mira la cantidad de quejas y reproches recíprocos que hay dentro de la Unión Europea, aun en su mejor momento, uno no se va a sorprender, forma parte natural del proceso de integración, la proliferación de conflictos. La habilidad está en resolver el conflicto para afrontar el próximo conflicto. Pero yo creo que, precisamente, el concepto de conflictividad está inevitablemente presente en cualquier proceso de integración. Nuestro desafío es encontrar un modo progresivo de ir resolviendo esos temas, y a partir de allí ir levantando el piso de los acuerdos.


-Ahora existe un consenso en América Latina de que la austeridad no funciona, pero este no fue siempre el paradigma en la región. ¿Cuál fue su propia evolución personal con respecto a este tema?

Yo he pasado por muy distintos y diversos estados de ánimo respecto a lo que hay que hacer, como todos los argentinos. Nuestro país está viviendo un proceso de aprendizaje y comprensión creciente de estos fenómenos: Argentina ha sido el modelo del Consenso de Washington y también el peor alumno. Como anécdota comento que el parlamento portugués convocó a una sesión especial para discutir la situación de las deudas extenas. Fui invitado a exponer en el recinto y hablé del caso argentino. De manera tal que todos los países, de una manera u otra, están viviendo su propio aprendizaje, y nuestra experiencia es muy valiosa.


-Por último, le parece que Europa está a las puertas de una reinvención o todavía hay que esperar un cimbronazo más fuerte, como sucedió en Argentina, para que haya un cambio definitivo?

Yo creo que estamos en las vísperas de la reapertura del debate de fondo. Howard Davies, quien fue el director de la London School of Economics muchos años, me decía que las bicicletas no se detienen, solo pueden avanzar, porque si se paran se caen y no pueden ir para atrás. A mí me parece que ese ejemplo es absolutamente gráfico de lo que está pasando en la Unión Europea.


"Diálogos sobre Europa. Crisis del euro y recuperación del pensamiento crítico", de Jorge Argüello (Capital Intelectual)
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