Un equipo profesional de National Geographic ha dado con uno de los mayores misterios arqueológicos del continente americano y que es buscando desde tiempos de la conquista española. En Honduras, en el pequeño pueblo de Mosquitia, el explorador Christopher Fisher encabezó la travesía por un área virgen y repleta de forestación. Fue allí donde encontró "La Ciudad Blanca" o "Ciudad del Dios Mono", como se la conoce en las leyendas de los últimos 500 años.
Las coordenadas no fueron difundidas por los responsables de la investigación para evitar piratería y que roben los objetos hallados. La densa vegetación impide que sea visualizado desde el aire.
"El contexto no modificado es único", señaló Fisher, y añadió "ésta es una poderosa exhibición ritual". Lo hallado es de un valor incalculable, sobre todo para la ciencia arqueológica. Un total de 52 objetos fueron tomados de la tierra. Entre ellos, pueden observarse figuras talladas en piedra blanca de monos, serpientes y cuervos. Pero también plataformas ceremoniales.
Según explicita National Geographic en su sitio, el objeto hallado más impactante es la figura de un "hombre-jaguar". Los estudios finales aún no determinaron de qué se trata esta figura, pero a priori se cree que podría tratarse de un brujo en estado de trance. El Instituto de Antropología e Historia de Honduras (IAHH) cree que los objetos son de los años 1.000 y 1.400 después de Cristo.
Una de las amenazas que sufre la región donde se encuentra la Ciudad Blanca es la deforestación. Es que miles de hectáreas están sufriendo una tala total que pondría en peligro los tesoros precolombinos. "Sino hacemos algo ahora, la mayoría de esta jungla y valle desaparecerán en ocho años", dijo Virgilio Paredes Trapero, director del IAHH. "Necesitamos apoyo internacional. El gobierno de Honduras no tiene dinero suficiente para frenar esto", agregó.
La localización exacta del lugar se hizo posible gracias a un escaner de última tecnología que identificó movimientos no naturales en la zona buscada. Esa zona ya había sido explorada por un científico norteamericano en la década de 1940. Sin embargo, en aquella oportunidad, Theodore Morde no pudo dar las coordenadas exactas del lugar donde aseguró haber dado con la Ciudad Blanca. Morde retornó a Mosquitia -el pueblo más cercano al lugar- con cientos de artefactos como prueba de su hallazgo. Al poco tiempo, el excéntrico explorador se quitaría la vida, sin revelar dónde quedaba el mayor tesoro arqueológico de América.
El misterio es tan grande en torno a esta civilización que los arqueólogos y especialistas todavía no le asignaron un nombre a esta cultura que convivió con los mayas, pero que, al parecer, nada tenía que ver con ellos.