Varios terroristas de la rama libia del Estado Islámico que habían atacado un lujoso hotel de Trípoli se inmolaron este martes tras varias horas de asedio de las fuerzas de seguridad libias.
El ataque había sido reivindicado por el grupo yihadista.
"Perseguidos y rodeados por las fuerzas de seguridad en el piso 21 del hotel, los asaltantes han hecho detonar el cinturón de explosivos que portaban", indicó el portavoz de las operaciones de seguridad en Trípoli, Isam al Nas. Otra fuente de seguridad confirmó la información.
Los militantes del grupo terrorista hicieron estallar un coche bomba, mataron a un guardia de seguridad para luego atacar el hotel Corinthia.
Según fuentes policiales presentes, cuatro hombres armados no identificados habían hecho estallar un coche bomba antes de entrar en el hotel, matando al guardia de seguridad apostado en la entrada.
Varias personas fueron heridas, según la misma fuente, que no pudo dar más detalles sobre su número ni sobre si quedaban huéspedes en el interior de este hotel, frecuentado por el cuerpo diplomático y por miembros del gobierno.
En total, nueve personas murieron en el ataque. Además de los cinco extranjeros, una "persona [de la que tampoco se conoce su nacionalidad] tomada como rehén" falleció cuando los asaltantes se hicieron estallar, precisó el portavoz. En el ataque también murieron tres miembros de la seguridad del hotel.
En un breve comunicado difundido por Twitter, la rama de ISIS emplazada en Trípoli reivindicó el asalto al hotel, indicó el observatorio SITE Intelligence.
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"Se trata de una situación en evolución, lo que sabemos es lo que están diciendo en las noticias", aseguró por teléfono a la AFP Matthew Dixon, vocero de esta cadena hotelera con sede en Malta.
"Nuestros pensamientos están con el personal y los huéspedes", añadió, si bien "no tenemos más información", agregó.
La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, expresó su preocupación por el ataque, condenándolo y expresando su solidaridad con las víctimas y sus familias".
"No se debería permitir que estos ataques minen el proceso político", aseguró en un comunicado.
Las milicias que derrocaron al dictador Khadafi se disputan el territorio y las riquezas petroleras de Libia y controlan las dos ciudades más importantes del país, Trípoli y Bengasi (este). La situación se ha agravado en los últimos meses, con la aparición de dos Gobiernos y dos parlamentos paralelos.