El poderoso mensaje de concientización ambiental que dejó la Fórmula E

En una entrevista con Infobae, Luis Seguessa -presidente de la Fundación Códigos- alertó que al planeta solo le quedan 8 décadas de oxígeno por el impacto ambiental de los automóviles con motor a combustión. "La Fórmula E demostró que es posible tener autos de altas prestaciones con motores eléctricos", afirmó

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El 10 de enero la Fórmula E desembarcó por primera vez en Argentina, brindando un gran show de automovilismo que cautivó al público pero que también dejó un profundo mensaje ecológico. Más de 10.000 personas se sorprendieron con la potencia y velocidad de los automóviles eléctricos, que corrieron por el circuito especialmente montado en las calles de Puerto Madero, pero sin el ruido abrumador típico de los autos de competición de cualquier categoría automovilística y, mejor aún, sin la gran contaminación ambiental que generan los motores a combustible.

Luego de la competencia, Infobae entrevistó a Luis Seguessa, un investigador que desde hace más de dos décadas viene advirtiendo sobre los nocivos efectos de esos motores en el planeta y quien preside la Fundación Códigos; cuya misión es investigar, informar y difundir las verdaderas causas del cambio climático y su solución, promoviendo el cambio tecnológico, la educación medio ambiental, la investigación y un cambio de conciencia en el mundo.

En 2007 y después de 20 años de estudio decidimos crear la Fundación Códigos, para poder difundir el problema del cambio climático y del calentamiento global que ya se estaba empezando a ver y que estaba radicado principalmente en el transporte.

Y, como en general la comunidad científica internacional y el pensamiento general mundial está apuntado a las emisores de gases dijimos: "Esto va a ser muy difícil de revertir" porque -si bien las emisiones de gases son un problema y está comprobado que crean el efecto estufa y el efecto invernadero- entendemos que el consumo de oxígeno no puede no ser tenido en cuenta, ya que es la principal causa del debilitamiento de la capa de ozono

Entonces, luego de varias reuniones con científicos, creamos la Fundación a finales de 2007. La primera reunión fue en Miami y después hubo 4 reuniones más. Al final, llegamos a la conclusión de que evidentemente había un problema con el consumo de oxígeno, que el debilitamiento del ozono iba mucho más allá de las teorías planteadas hasta ese momento y que eran sólo sobre los productos que tenían que ver con los clorofluorcarbonos (CFC) o los aerosoles o los freones de las heladeras. Esto iba mucho más allá y hablamos de consumo de oxígeno. Fue lo que tratamos de hacer desde 2008 hasta ahora.

Nuestra primera conferencia fue el 15 de enero de 2008 en San Pablo y hasta ahora hemos dado cientos en el mundo, explicando que el principal problema es el consumo de oxígeno de los motores de combustión que mueven hoy a 2 mil millones de automóviles. El planeta no puede reponer ese oxígeno. El oxígeno que estamos consumiendo hoy supera ampliamente el doble que el planeta puede producir y se ve obligado a tomarlo de las reservas y el ozono. Este último es la principal reserva, es el principal reservorio de oxígeno que tenemos y por eso su debilitamiento actual.

El peligro está cuando nos preguntamos qué va a pasar cuando se termine el ozono, porque se va a terminar el oxígeno. Además de los estudios de nuestra Fundación, ya hay muchos otros al respecto. En el 2012 la Universidad de Michigan llegó a la conclusión de que al planeta le quedan solamente 8 décadas de oxígeno -no por las mismas causas, ya que ellos hablan de fitoplancton- pero la realidad es que solo queda ese tiempo.

Nosotros pensamos que es por los automóviles que usamos. Pensamos que la cantidad de peces muertos en todo el mundo, en lagos, ríos, arroyos, represas y mares es por la falta de oxígeno: eso lo puede ver cualquiera en Internet. De alguna manera, el planeta nos está avisando pero no estamos dándonos cuenta de que nos estamos quedando sin el elemento principal para la vida.

El 15 de enero de 2008 propusimos que la solución al problema estaba en los autos eléctricos, aunque en ese momento no había ni siquiera una fotografía para mostrar cómo son. Si bien es un invento antiguo, como el motor a combustión, desapareció a principios de 1900. Hasta que Cadillac logró arrancar un motor a combustión con un motor eléctrico (irónicamente) y ahí el automóvil eléctrico empezó a desaparecer.

En los años 90 hubo una nueva aparición y en 2004 George W. Bush revocó una ley del Estado de California, que obligaba a las automotrices a fabricar motores a emisión cero. A partir de ese momento el auto eléctrico muere por segunda vez. En 2008, cuando nosotros lo propusimos como solución, no había nada para mostrar pero sabíamos que podía volver a existir. Y entendemos que esta es la solución, porque el motor eléctrico que propulsa un auto no necesita oxígeno para funcionar y, por lo tanto, tampoco emite gases.

Los autos a combustión se valen de la atmósfera y mayormente del oxigeno. En una combustión sabemos que tienen que existir tres elementos: la iniciación (la chispa o el fuego), el combustible y el oxígeno: por eso en la luna no se puede encender un fósforo, porque no hay oxígeno.

El problema era conocer qué cantidad de oxígeno consume un automóvil y, haciendo pruebas, llegamos a la conclusión que uno común (con un motor 2.0) consume 700 veces más aire que una persona, en el mismo tiempo. O, viéndolo de otra manera, un solo motor de combustión consume lo mismo que 700 personas en el mismo tiempo, y ahí está el desequilibrio.

Por eso, presentamos al auto eléctrico como solución, porque era algo que sabíamos que ya había existido, algo que hoy se puede fabricar masiva y rápidamente, y no necesita de la atmósfera ni de ningún otro elemento natural para funcionar: simplemente lleva consigo la energía que después va a a utilizar acumulada en sus baterías. Lleva consigo todo lo que necesita y no se vale de la atmósfera. Nos parecía interesante este cambio y la Fórmula E demostró que es posible tener autos de altas prestaciones con energía electromagnética o motores eléctricos.

Creo que, además de concientizar, la gente está viendo que es una realidad porque cuando en 2008 hablábamos de autos eléctricos no entendían nada. No comprendían porque esa tecnología estaba muerta, perdida en el tiempo y en la historia.

Hoy la gente está viendo que un auto eléctrico puede ser tan veloz como para competir en un campeonato mundial, como está compitiendo la Fórmula E. Autos que desarrollan 220 o 240 km por hora pero, además, que desarrollan una velocidad inicial de 0 a 100 en 2.8 segundos, que es mucho porque creo que un automóvil a combustión no puede lograr eso.

Entonces, estamos hablando de una tecnología nueva, que nos puede dar las mismas prestaciones, los mismo servicios y el mismo confort, sin contaminar con emisiones de gases y sin consumir el oxígeno que necesitamos para vivir. La Fórmula E deja un gran mensaje: hoy los autos eléctricos son una realidad, pueden estar al alcance de todos y ser iguales o mejores a los autos que estamos usando ahora.

El auto de Fórmula 1 emite un sonido estridente y que genera una falsa emoción pero, en realidad, lo que está mostrando es una contaminación auditiva muy grande: nos muestra hasta dónde llega la locura del ser humano porque son miles de explosiones por segundo que consumen nuestro oxígeno.

La Fórmula E es totalmente diferente. Acá hay un sonido pero es un sonido que no genera esa contaminación auditiva. Y también genera una emoción, porque estuve parado en la mitad de la recta de los autos eléctricos, tratando de grabar o escuchar al público, y estaban muy emocionados de ver la velocidad que levantaban estos coches. El sonido que emiten es muy diferente pero nuevo.

Tenemos que entender que esto va más allá de la emoción que nos puede generar un sonido. Tenemos que entender que esto significa para toda la humanidad la culminación de la destrucción del planeta porque, si siguen estos motores de combustión contaminando y destruyendo en todos los ecosistemas, no le vamos a dejar nada a nuestros hijos. Pienso que la emoción tiene que pasar por otro lado.

Desgraciadamente, el ser humano tiene por naturaleza esa idea, que cuanto más ruido o más explosión se escuche más emocionante es la carrera. Pero creo que eso es parte de la evolución del ser humano y tenemos que entender que ya no podemos seguir con una tecnología que tiene 120 años.

Hoy en día no usamos nada que se haya inventado hace 120 años y, sin embargo, seguimos con estos motores por una cuestión de intereses. Lo peor es que seguimos apoyándolos, pero no podemos seguir haciéndolo cuando se trata de nuestros hijos y nietos.

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