Cualquiera que haya mirado un par de películas de detectives lo sabe: cuanto más tiempo pasa, más difícil de resolver un homicidio. Con esa premisa a cuestas, la investigación por el crimen de la adolescente argentina Lola Luna Chomnalez en el balneario uruguayo de Barra de Valizas lleva en su curriculum nueve detenciones y trece citaciones de testigos a declarar, pero no tiene arrestados a disposición de la Justicia ni pistas firmes contra alguno de los sospechosos que, por ahora, siguen siendo todos.
Infobae reveló el viernes que en los tribunales de Rocha había malestar con la Policía. El diario El País de Uruguay publicó una larga lista de críticas que en la fuerza le hacen a la magistrada. Mientras el crimen todavía no tiene responsables, al parecer ya se empezó a buscar a otro culpable, el del fracaso de la investigación.
La jueza Marcela López se había quedado con el expediente porque estaba de turno cuando la joven desapareció hace dos semanas, pero el lunes debía entregárselo a la magistrada "natural" del caso, Silvia Urioste. El viernes decidió dar un paso al costado, para lo que presentó un certificado médico en el que consta que tiene "lumbalgia", aunque en la prensa uruguaya se habló de estrés. Dejó la causa no sin antes manifestar su malestar por el alud de detenidos que recibió, la mayoría de ellos absolutamente ajeno a la causa. Los casos más extremos son los de dos sujetos arrestados e incomunicados porque se parecían supuestamente al sospechoso del identikit. O el del detenido que tenía una relación con una mujer cuyo nombre coincidía con el segundo nombre de la víctima, Luna. La magistrada había pedido esta semana a los investigadores ser "más estrictos". También solicitó más pruebas científicas. Todavía no apareció la mochila con la que la joven salió a caminar ni el arma homicida. Y apenas se recogieron tres objetos de los alrededores de la escena del crimen.
Atento a la violencia con la que se cometió el crimen de acuerdo a los resultados preliminares de la autopsia, en la Policía insisten con la hipótesis de que se trató de un crimen pasional cometido por alguien que conocía a Lola, quizás un familiar. Por eso la fuerza dejó trascender a los medios uruguayos su malestar con la jueza López por no presionar durante las indagatorias a la madrina Claudia Fernández, su marido Hernán Tuzinkevic, y el hijo de este, de 14 años. Creen que por su falta de experiencia no fue capaz de sacarles más información a partir de las contradicciones que hubo en sus testimonios. Además critican que los dejó salir del país. Para volver a citarlos, habría que pedir su extradición, un trámite para nada sencillo. Sólo lo harán si hay pistas contundentes.
Otro conflicto surgió a partir de la divulgación de ciertos datos. La policía se fastidió cuando el vocero del Poder Judicial informó que no se había podido extraer material genético de las uñas de Lola. No es necesario que los sospechosos lo sepan. También cuestionaron que trascendiera la detención de la antropóloga francesa, otros dos jóvenes y el pescador que encontró el cuerpo de Lola, porque piensan que esa línea de investigación quedó destruida una vez que se conoció, aunque al final resultó ser un fiasco.