Nacido en Buenos Aires hace 80 años, Luis Héctor Villaba encontró su lugar en la provincia de Tucumán, donde hasta hoy se desempeña como arzobispo emérito y vive el tramo final de su vida sin mayores sobresaltos. Sin embargo, su misión pastoral tendrá un nuevo capítulo, porque el papa Francisco decidió nombrarlo cardenal.
El religioso argentino se encuentra entre los cinco designados mayores de 75 años (sobre un total de 20 elegidos) que, por razones de edad, no podrán votar en un eventual cónclave para elegir un nuevo líder católico. Sin embargo, sí formará parte del Colegio Cardenalicio porque ha sido distinguido -al igual que sus colegas- por su caridad pastoral en el servicio a la Santa Sede y a la Iglesia.
"Ellos representan a muchos Obispos que, con la misma preocupación de pastores, han ofrecido testimonio de amor a Cristo y al Pueblo de Dios, tanto en las Iglesias particulares y en la Curia Romana, como en el Servicio diplomático de la Santa Sede", explicó Francisco este mediodía.
Monseñor Villalba nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1934 y fue ordenado sacerdote el 24 de septiembre de 1960. Elegido obispo auxiliar de Buenos Aires el 20 de octubre de 1984 por Juan Pablo II, fue trasladado como obispo diocesano de San Martín el 16 de julio de 1991 y promovido a la sede arzobispal de Tucumán el 8 de julio de 1999.
Renunció por edad el 10 de junio de 2011 y fue sucedido en la sede episcopal tucumana por monseñor Alfredo Zecca. Integra la Comisión Episcopal de Ecumenismo, Relaciones con el Judaísmo, el Islam y otras Religiones y su lema episcopal es "Apóstol de Jesucristo".
Mantiene una antigua y cercana relación con el Papa: trabajaron juntos durante seis años consecutivos en el Episcopado Argentino, cuando Jorge Bergoglio era presidente y él se desempeñaba como vicepresidente primero.
Ese vínculo le abrió puertas para llegar al Vaticano a darle un abrazo al Sumo Pontífice, apenas dos días después de que fuera ungido como nuevo líder de la Iglesia católica. En esa visita se convirtió en confidente de Su Santidad, quien le adelantó antes que a nadie que su primera medida iba a ser el nombramiento de ocho cardenales que lo acompañarían en el gobierno para aconsejarlo en forma permanente.
Decenas de charlas de amistad y viajes a Roma le dieron autoridad para definir a Francisco -en una charla con el diario La Gaceta- de manera breve, pero contundente: "Lo conozco bien, es un hombre sencillo, simple, muy cercano a la gente, sin protocolo, muy fraterno, con una gran capacidad de discernimiento. Es un hombre misericordioso, es el estilo de Jesús".
Sobre el estilo del Papa, Villaba aclaró que "está haciendo un cambio de estilo más que nada, no es que nos va a cambiar la doctrina"; en el aspecto en el que sí producirá aún más modificaciones -entiende el religioso- es "en la forma de relacionarse con la gente", porque apunta "a una iglesia más cercana al pueblo, al pobre, a los problemas. Y eso lo estamos viendo".
"Es un hombre que asume los problemas y no les tiene el miedo. El ejemplo es el sínodo extraordinario de la familia y el año que viene será el sínodo ordinario. Él ya dijo cual debe ser el estilo sacerdotal: sencillez, cercanía con la gente, no hacer carrera... Hay un cambio en el modo de vivir la vida sacerdotal", evaluó.
Un episodio polémico
En el año 2002, cuando todavía era arzobispo de Tucumán, Villalba quedó en el centro de la escena mediática y política al intentar vetar la candidatura a gobernador de José Alperovich -en ese momento era el favorito en las encuestas- con el argumento de que no era católico apostólico romano.
Para ello argumentó que la Constitución provincial establecía que todo mandatario provincial debía jurar sobre los Santos Evangelios, y en este caso eso no sería posible porque el aspirante -finalmente se impuso en las elecciones- profesaba la religión judía.
Pese a esa oposición, Alperovich se convirtió en Gobernador y fue el primero que juró, no sobre los Evangelios, sino sobre el Tanaj, la Biblia hebrea de tres libros que incluye la Torá. Su relación con Villaba tuvo luego momentos tensos, pero también algunos motivos de elogio.