Con un debate "exprés" y sin modificaciones, el Senado aprobó en su última sesión del año un oscuro convenio con China que permitirá no sólo la llegada de inversiones del gigante oriental, sino también la adjudicación directa de obras a empresas de ese país y el desembarco de inmigrantes que quieran trabajar en la Argentina. La iniciativa fue aprobada con 36 votos a favor y 13 en contra.
El acuerdo diplomático consta de diez artículos que conceden amplios beneficios al gigante asiático y habilitan decisiones discrecionales al gobierno nacional. A cambio de financiamiento, el país oriental recibirá privilegios para invertir en los sectores de "energía, minerales, productos manufacturados, agricultura y sistemas de apoyo, tales como centros de investigación y desarrollo y parques industriales", según consta en el artículo 4 del documento. El primero de esos centros de investigación y desarrollo sería la misteriosa estación espacial de exploración lunar que Pekín prevé instalar en un predio de 200 hectáreas en Neuquén.
El quinto artículo del convenio establece además que el Poder Ejecutivo argentino podrá utilizar "el proceso de adjudicación más ventajoso" para beneficiar a la administración comunista y sus empresas. Eso incluye la posibilidad de eludir licitaciones para conceder obras y contratos mediante "adjudicación directa siempre que estén sujetos a financiamiento concesional de la parte china".
El acuerdo diplomático no se limita a las inversiones y obras de infraestructura. También concede facilidades para que cualquier ciudadano chino pueda instalarse en la Argentina "para la realización de actividades lucrativas, ya sean laborales o profesionales, como empleados o por cuenta propia". La única condición para que puedan quedarse en el país será que cumplan con "los permisos de residencia y de trabajo necesarios", según establece el artículo 6.
Las mismas condiciones regirán para los argentinos que quieran instalarse en China. Pero si se comparan los 40 millones de habitantes que tiene la Argentina con los más de 1.300 millones que posee el país oriental, quedan pocas dudas de cuál de las dos naciones habrá de recibir más inmigrantes por el convenio.
En un futuro cercano, los beneficios que logró Pekín podrían ser ampliados aún más. Gracias a la autorización que le concede el artículo 2, el gobierno nacional quedó habilitado a firmar nuevos "convenios específicos en los que se detallarán el plan de trabajo, el procedimiento para la recepción y el uso de fondos y el perfil de la participación de las distintas partes en cada caso". Un cheque en blanco para que la administración de Cristina Kirchner o incluso quien la suceda continúen las negociaciones con el presidente chino Xi Jinping.
El acuerdo diplomático fue firmado por los mandatarios de ambos países el 18 de julio pasado durante la visita de la delegación china a la Argentina. Recién el 16 de diciembre, casi cinco meses después de la rúbrica, los senadores pudieron leerlo por primera vez, cuando el Poder Ejecutivo giró el documento a la Cámara alta.
Los legisladores de la oposición rechazaron que la discusión del proyecto en la Comisión de Relaciones Exteriores se hiciera apenas un día después. Pero, con la ayuda de sus aliados habituales, el kirchnerismo consiguió imponer su criterio y logró el dictamen necesario. Para apurar aún más los tiempos, el jefe del bloque oficialista, Miguel Ángel Pichetto, convocó a una votación con el fin de adelantar el tratamiento. Como no logró el respaldo de dos tercios de los senadores, tuvo que conformarse con discutirlo este lunes, pese a las quejas de quienes ya tenían programadas sus vacaciones. Ante la impotencia opositora, el proyecto fue aprobado sin mayores problemas.