Durante el programa especial Eaten Alive (Comido vivo), emitido en Gran Bretaña y Estados Unidos, se puede observar cómo el ofidio abre sus mandíbulas y comienza a tragar a Rosolie desde su cabeza.
Sin embargo, la anaconda no pudo completar su almuerzo porque el conservacionista rápidamente llamó a su equipo para que lo rescatara. La constricción de la serpiente de 18 pies de largo (el equivalente a casi cinco metros y medio) fue demasiado para el hombre apenas comenzó. Sus compañeros evitaron a tiempo que su atacante le provocara lesiones.
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"No siento mis brazos, esto se va romper", grita Rosolie a los integrantes de su equipo, en referencia al traje protector que llevaba colocado. Y luego repite su pedido de auxilio: "¡Los estoy llamando! ¡Necesito ayuda!".
La semana pasada, Rosolie le había dicho a la revista Entertainment Weekly sobre la riesgosa prueba que llevó a cabo: "Ella me clavó en la cara, y lo último que vi fue su boca abierta antes de que todo se volviera negro".
"Y entonces ella me envolvió y sentí que el traje se agrietaba y mis brazos quedaban fuera de su órbita. Fue absolutamente aterrador", agregó.
Los críticos de Rosolie ya eligieron su apodo: "El Hitler de los animales"
Rosolie ha enfrentado críticas por parte de activistas de derechos de los animales sobre el bienestar de la serpiente, aunque él insistió en que el ofidio está "vivo y bien", según publica el periódico The Independent. Sin embargo, no dudan en tildarlo de "Hitler de los animales" y han llegado a desearle que se contagie de ébola.
El explorador estadounidense dijo que realizó esta aventura con la esperanza de que
sobre el
que sufre la vida silvestre en la
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