La balandra (otra narrativa) , exquisita publicación cultural -premiada por el Fondo Nacional de las Artes como una de las tres mejores revistas culturales del país-, sorprende al dedicar su número 9 íntegramente a la poesía. Un volumen que asombra porque rompe con su línea habitual, dedicada al arte de narrar.
Infobae entrevistó a la directora y alma mater del proyecto que la revista encarna, Alejandra Laurencich, quien no sólo es editora de esta publicación, sino que cuenta con una vasta bibliografía (Coronadas de Gloria -Tercer Premio del Fondo Nacional de las Artes-, Historias de mujeres oscuras -Segundo Premio Municipal en 2011-, El taller: nociones sobre el oficio de escribir -Aguilar, 2014-, entre otros) y ejerce la docencia desde hace más de veinte años. La poesía fue el disparador para abordar otras cuestiones literarias.
- Teniendo en cuenta que La balandra es una revista de narrativa, ¿a qué responde la elección de este tópico tan especial (que opera como cierto desvío, como una suerte de transgresión)?
Se me iban amontonando los poetas que quería mostrar. Yo hice la revista de narrativa por un lado, pero, por otro lado, uno no puede dejar de leer lo que se le pone a tiro, ¿no? Ya cuando empecé a hacer la revista, conocí a unos cuantos poetas que dije, «algún día me gustaría publicar». De hecho, a uno de ellos, Aleš Šteger, que es esloveno, lo publiqué como narrador, pero no como poeta, y siempre quedó la asignatura pendiente. Pasó con él, como con tantos otros, casi todos extranjeros, que publicamos en este número. De los nacionales, también, por ejemplo, Eduardo Mileo o Gonzalo Unamuno o Litvinova, a quienes fui conociendo y me decía «me encantaría poder publicarlos, mostrar lo que hacen». Y a Mori Ponsowy, por ejemplo, como traductora de Sharon Olds. Siempre me quedaban esas ganas de hacerle un homenaje al género, mostrar esos poetazos que hay dando vueltas.
En principio, entonces, hubo un enorme deseo de publicar a tantos poetas que admiramos y que acá prácticamente no se conocen. Ya sea por ser extranjeros inéditos o por ser nuevos o por cualquier otra razón. Luego, cuando nos metimos en tema fue como abrir la caja de Pandora.
Cuando hicimos el número de «Concursos», que salió tan bueno –todo dedicado a concursos literarios–, dijimos «¿por qué no darnos un gusto y hacer todo un número dedicado a poetas y, de paso, muestro a todos estos capos que acá no están traducidos, y a todos los nacionales que recién empiezan o que no se conocen por diferentes razones (como Biagioni)?»
Y nos dimos el gusto. Ahí debe de haber unos cuarenta y cinco poetas de primer nivel. Algunos con sus obras, otros reflexionando sobre la poesía. Otros recomendando poesía. Otros diciendo cómo enseñarla. Creo que es un número ya no de oro, sino de platino... Y de paso homenajeamos a la poesía y aprendemos, como narradores, de los poetas grossos.
Hay anécdotas para contar a montones, porque apenas decidí esto, que recuerdo que fue en la Feria del Libro de este año, lo empecé a comentar, se me acercó todo el mundo: «¿Y vas a publicar a tal y a tal...?» Así que fue impresionante la cantidad de escritores que nos acercaban poetas. Los que publicamos tienen muchísima calidad. Y ojalá que puedan ser editados acá después.
- ¿Es la poesía un género relegado?
No sé en qué forma relegado, por ahí en la crítica, pero te digo que está más vivo que nunca: porque este número especial, para el que podíamos estirarnos hasta 120 páginas, nos quedó re chico, y tuvimos que hacer un bonustrack en la web, para que quien termina la última página de la revista en papel pueda seguir en Internet. Esto es un número especial, porque la revista es La balandra: otra narrativa, o sea, está dedicada a otro género.
- Sin embargo, el público que lee poesía parece muy específico. Mucha gente, incluso muy lectora, no consume este género.
En La balandra siempre buscamos hacer una suerte de divulgación. Abrir los temas para que no solamente puedan interesarse en ellos los que están trabajando en estas cuestiones, sino cualquiera. Es decir, volverlos entretenidos en el mejor sentido de la palabra. Mostrar que no hay por qué quedarse fuera de cualquier situación que incluya el escribir; ya sea ficción, narrativa o poesía.
Entonces, la cuestión era cómo encarar este número para que, más allá de un homenaje, de mostrar a estos talentos extraordinarios que teníamos bajo la manga, [la revista] tuviera una función de divulgación o pedagógica, como hace habitualmente La balandra. Entonces, se nos ocurrió hacer esto de tratar de preguntarles, como narradores, a los poetas, si nos podían dar pistas para reconocer dónde hay poesía y dónde hay "verso".
- Claro, y como la revista suele contar con un subtítulo incisivo en cada cuestión de las que tratan, ¿a eso apuntaron al hacer la salvedad «poesía/verso»?
Sí. A «verso», en el sentido lunfardo, «de chantada». Me pasa muchas veces que leo cosas que me presentan como poesía, y que me digo «esto no es poesía, es un rejuntado de palabras...».Y hay –en realidad me gustaría que hubiera, mejor dicho– reglas para poder pasarle al principiante y decir «ojo con lo que estás haciendo, que se parece mucho a la chantada...» Tratar de ver no solamente cómo escriben los poetas, sino también reflexionar un poco sobre qué es la poesía. A eso se apuntó un poco con la pregunta de poesía/verso de este número. Si nos podían decir cómo reconocer la poesía, dónde hay poesía y dónde no la hay.
La idea era abrir un poco el campo para los que no son poetas y querían tener algunas herramientas para leer poesía y que pudieran decir «¡ah, mirá vos, acá es claro que no hay poesía porque pasa esto...!» Obviamente la poesía es algo que se siente, no es algo que se piense, pero ciertamente hay reglas, como en todo.
- En el editorial de este número asumen una posición de rescate/búsqueda justamente de los «grandes poetas» no conocidos y/o reconocidos, como homenaje, como manifestación de pluralidad y para acercárselo a los lectores. ¿Dónde buscan esas «perlas»? ¿Opera la intuición o la recomendación?
Hay un poco de las dos cosas. Más te metes en un terreno más se te abre la cabeza. A esta idea inicial de presentar a estos poetazos, se sumaron cosas, como, por ejemplo, en medio de esta avalancha de poesía en la que nos metimos –leíamos poesía día y noche para hacer este número–, completar todas las ideas que teníamos. Llama Silvia Castillero, la directora de la revista Luvina, de la Universidad de Guadalajara, para decirme que quería contactarme para una colaboración en la revista, ya que este año la Feria de Guadalajara [que tuvo lugar hace pocos días en esa ciudad de México] tenía como país invitado a la Argentina, entonces iban a dedicar la revista a nuestro país.
Estaba en Buenos Aires, entre otras cosas, porque venía al festival de poesía que organizaba Graciela Araoz, ¡yo no lo podía creer! Había llegado justo... Y como enseña poesía en la Universidad de Guadalajara, le pedí una nota sobre cómo se enseña la poesía. Quedamos re amigas...
A la mayoría de los extranjeros los conocí en un festival literario en Eslovenia. Otros fueron llegando, como llegan las cosas que deben llegar. Ponele causalidad o lo que quieras Así llegaban las cosas, no sé si por causalidad o casualidad...
-Todo de manera fortuita y en el momento indicado...
Otra cosa que me pasó de esta manera pasó en la Feria del Libro, caminando por los stands con Irene Chikiar Bauer, le comento la idea de hacer un número dedicado a la poesía, y mientras estábamos visitando puestos, ella me dice: «Mirá esto: a Biagioni no podés no tenerla, ¿la vas a poner, no?» Y recordé que hacía años, dando clase, apenas nació La balandra, un alumno me dijo que si algún día hacía el Azimut –espacio homenaje en la revista en cada número– dedicado a una poeta tenía que poner a Biagioni; y yo le respondí que La balandra era una revista de narrativa no de poesía. Y mirá como con los años viene Irene y me dice lo mismo. Así «llegó» Amelia a la revista... ¡Encima, una poetisa extraordinaria!
Una noche soñé con Patti Smith –la rockera–, y al día siguiente me contacta Juan Carlos Kreimer para que le hiciera una colaboración porque le había encantado La balandra... Y le digo: «La verdad, me caes justo... Si podés escribir sobre la poesía en el rock...» Eran cosas como caídas del cielo. Y así, muchas cosas más...
- ¿Pero eso te pasó específicamente con este número o siempre te sucede?
Pasa todo el tiempo: ponemos en marcha un número y empiezan a pasar estas cosas, pero en la narrativa tengo mucho más conocimiento de todo. En este número, las sorpresas eran casi permanentes. Primero porque yo no soy una versada en poesía, me queda muchísimo por descubrir; no digo que lo sea en narrativa, pero tengo muchos más elementos. No hay tantas sorpresas, se dan situaciones así, pero cada tanto. Con este número, fue una cosa extraordinaria. Se daba a cada rato.
Y con estos poetas, más. Por ejemplo, conocí a esta poeta ucraniana Oksana Zabuzhko, con quien estuve en Eslovenia, charlando y con quien nos llevamos tan bien que parecíamos hermanas, hace muchísimos años, en 2009. Y la invito a escribir, y justo Ucrania está pasando por esta situación de crisis. Parecía que yo traía a Ucrania por eso, y nada que ver. Pero cuando ella trae sus poemas, y yo empiezo a buscar poemas de los que tenía y nos mandan otros, me doy cuenta de que teníamos un muestrario del mundo: la albanesa; Forrest Gander, de los EEUU, que es un grosso total; Víctor Rodríguez Nuñez, que justo estaba en Buenos Aires, también. ¡Era increíble, increíble lo de este número! Así que estoy feliz con el resultado. Fue un trabajo enormísimo. Azucena Galettini estuvo traduciendo algunos poemas con una dedicación absoluta... Todos se portaron excelentes. Todos dieron todo. Fue una maratón.
- ¿Creés que se puede perder algo de lo visceral, de lo sensitivo que tiene la poesía con la traducción?
Justamente, lo que hicimos con el reportaje de Costa Picazo, maestro de los maestros, es dar una respuesta a esto, y lo que él nos cuenta te hace caer las medias, así es como debe ser el trabajo. Al contrario, con la traducción no pierde, sino que gana la poesía. Lo mismo con el trabajo de Mori.
Al contrario, te acerca un material que de otro modo no te llegaría. Y así como existen los traductores online que sirven para cuestiones burocráticas, por ahí con el tiempo te puedas sentar a escuchar poesía de esa forma.
-¿La elección del color plateado/gris fue adrede o fortuito?
No, no. Le presto mucha atención a cada número. Habíamos hecho el dorado, para el de «Concursos», que no fue solamente nuestro número de oro, y que estaba relacionado con la fortuna –de ganar concursos–, por eso este también tenía que ser especial. Tenía que ser más que dorado... «Puede ser platino», pensé, tan sutil, tan refinada. Los colores, los diseños son muy pensados. No queda nada librado al azar.
Cinco tips para distinguir a la poesía del "verso"
"Ante todo, recordemos que no es poesía todo lo que se escribe en verso [...] como no lo es cualquier texto en prosa o en verso libre [...], la condición de poesía tiene que ver con la intensidad y la necesidad." (Cristina Piña)
"(La poesía) no es poner una palabra al lado de la otra, así nomás, como una hilada de ladrillos." (Beatriz Vignoli)
"'Hacer el verso' es fácil pero tiene una utilidad predeterminada: gustar, por ejemplo. Hacer poesía es complejo [...], 'es más bello porque es inútil'." (Irene Gruss)
"La poesía no es sólo una cuestión de entrenamiento técnico, hay algo visceral que no puede ser sustituido." (Florencia Abbate)
"Entonces, ¿qué es poesía? Borges decía que lo que cada cual percibe como tal. [...] El problema [...] está [...] al someter lo escrito a los lectores, no queda otro remedio que someterse a las generales de la ley." (Jorge Fonderbrider)