"Como fui experto en inseguridad, también sé de seguridad, porque es la otra cara de la misma moneda". Quien lo dijo es Antonio José Navarro Wolff. Su curriculum da cuenta de la afirmación: formó parte de la conducción del grupo armado colombiano M-19 durante la década de 1980 para luego ponerse al frente de las negociaciones de paz (momento ese en el que fue víctima de un atentado del que logró sobrevivir no sin secuelas físicas); desde entonces, fue ministro de Salud, alcalde de Pasto, gobernador de Nariño y candidato a presidente. Y este año resultó electo senador.
De visita en el país para participar del seminario internacional Desafíos para el Desarrollo y la Seguridad, el legislador concedió una entrevista con InfobaeTV en la que alertó sobre el avance del narcotráfico en la Argentina y las condiciones que lo hacen posible.
"Aquí hay una sensación de que algunos colombianos son un factor de inseguridad. Y pueden tener razón. Pero eso lo que muestra es que hay un problema en el esquema de funcionamiento de la seguridad que lo permite. Porque podrían estar en otro país" observó.
La declaración corresponde a la revelación de un encuentro que mantuvieron el año pasado en Buenos Aires los líderes de las dos bandas narcos más importantes de Medellín para repartirse el territorio luego del impacto que generó la extradición a los EEUU de "Don Berna" (Diego Murillo Bejarano), el paramilitar que hasta entonces regía la delincuencia de esa ciudad.
"Tienen que pensar bien qué está pasando internamente para que sea posible que dos jefes de bandas de Medellín hagan una reunión en Buenos Aires", elegido de común acuerdo como territorio neutral, apuntó. La explicación que aportó es que, a su entender, el Estado no tiene una "presencia integral" en todo el territorio, lo que vuelve al país permeable para esas organizaciones. "
"Hay un hueco, hay un espacio que no está ocupando el Estado"
"Es evidente que hay una agujero, porque si alguien está ocupando ese lugar es porque no lo está ocupando bien el Estado.
", evaluó. Y afirmó que la corrupción es un factor que impacta en esa carencia.
Navarro Wolff exhortó a las autoridades a tomar medidas para frenar el fenómeno, que consideró, por ahora, que tiene un desarrollo incipiente. "Colombia y México reaccionamos demasiado tarde a un proceso de cartelización, de control territorial de las bandas. En países donde está empezando a suceder, como en la Argentina, hay que actuar oportunamente conociendo la experiencia de quienes tuvimos que pasar por ese calvario", dijo.
La guerrilla, la droga y el camino en la paz
En la entrevista, el senador analizó también las negociaciones de paz que mantiene el gobierno colombiano con la guerrilla de las FARC. Y manifestó su esperanza de que ese grupo llegue a la misma conclusión a la que arribó el M-19 en 1990: "Entendimos que la lucha armada no iba a producir ningún resultado y que la guerra sin fin no tenía sentido", dijo sobre su experiencia. "Esperamos que las FARC entiendan que no es la vía", añadió.
La dificultad ahora es otra. Es que en el caso de las FARC, el narcotráfico también hace valer su peso. Navarro Wolff detalló los vínculos: "A los grupos guerrilleros les permite financiarse y sobrevivir después de que ya no tienen sentido político. Y a los grupos delincuenciales, de bandas comunes, les da una ventaja comparativa con condiciones económicas para poder prevalecer sobre otros".
De acuerdo con un estudio que elaboró para una universidad, el efecto del proceso de paz puede llevar a Colombia a pasar de tener 45.000 hectáreas de coca hoy a tener menos 10.000 en un plazo muy breve.
Aunque aparentemente encarriladas, las negociaciones entre las partes penden de sostenes siempre inflamables. Uno de los elementos que podrían interferir son las condiciones judiciales para unos y otros. Entonces graficó con el asalto que perpetró el M-19 al Palacio de Justicia en 1985: "Eso fue mal resuelto jurídicamente, los guerrilleros pidieron cesación de procedimiento y se archivaron los procesos penales; los militares, no. Y ahora es un factor de tensión que haya militares presos y guerrilleros libres. Eso no está bien".
"Una paz negociada implica un cierto nivel de impunidad aceptado socialmente"
"Cada sociedad tiene que encontrar una solución. De alguna manera, una paz negociada implica un cierto nivel de impunidad aceptado socialmente", dijo. Pero advirtió: "Debe ser para todos".
Y concluyó: "No hay guerra donde no se sobrepasen los límites del derechos internacional arbitrario. Obviamente en el marco de derechos humanos, de derecho humanitario, hay que encontrar una solución para pasar la página".