Roberto Bosca puso en evidencia a través de sus artículos algo de lo cual no se habla: que, detrás de la enorme popularidad del papa Francisco, cuya llegada al pontificado oxigenó a una Iglesia Católica atrapada entre el escándalo y el inmovilismo, se esconde una fuerte y "beligerante" resistencia al estilo y los actos de Jorge Bergoglio.
En esta charla con Infobae, Bosca, quien es profesor en la Universidad Austral y miembro del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa, amplía esos conceptos, describiendo varios niveles de esa oposición a Francisco que van de la incomprensión sobre el sentido de la pastoral de Bergoglio -que, en su opinión, se inscribe en la dimensión esencial del mensaje cristiano, la del amor- a la enemistad lisa y llana.
Contra la impresión de que el Papa está rodeado por una simpatía y popularidad generalizada, usted señala en su artículo la existencia de una resistencia a su papado, que por momento adquiere formas algo virulentas. ¿De qué sectores proviene?
Se podría hablar de varios niveles en esta resistencia antipapal. En primer lugar, me refiero al integrismo o fundamentalismo: personas que tienen un rechazo a éste y a cualquier Papa que no haga lo que ellos quieren. Es una visión tradicionalista, rechazan incluso el Concilio Vaticano II. Algunos se han ido de la Iglesia Católica, como el lefebvrismo, que produjo un cisma hace pocos años.
"Producen una gran cantidad de ataques contra este Papa al que ven como un destructor de la Iglesia"
Otros se han quedado, pero están en una situación de rebelión interna y producen una gran cantidad de ataques especialmente contra este Papa al que ven como un destructor de la Iglesia. Es duro decirlo, pero describo lo que veo. Quieren un retroceso, no ya a la época pre conciliar, sino a la Edad Media; es una visión estereotipada e idealizada de la cristiandad, que nunca existió.
¿Qué cosas de la acción del Papa son vistas por estos sectores como "destructoras" de la Iglesia?
Consideran que el Papa está haciendo una pastoral totalmente inadecuada respecto a lo que debería hacer, que es proclamar la verdad cristiana. Y no es que el Papa no la proclame, porque él es bien claro en esto, pero ellos le asignan una especie de relativismo, de licuar la verdad con tal de congraciarse con el mundo moderno; ellos piensan que el Papa tiene una suerte de oportunismo pastoral y que con tal de que la gente venga a la Iglesia está dispuesto a aceptar cualquier cosa.
"Le asignan al Papa una demagogia religiosa, pensando que es un político"
Es una demagogia religiosa la que le asignan al Papa, pensando que el Papa es un político, algo que no está en la naturaleza del Pontificado. No logran ver lo que el Papa es realmente, o sea, el amor al otro en sí mismo, independientemente de quién sea y qué piense.
Dividen el mundo en buenos y malos, banco y negro, no saben distinguir los grises, cuando la vida es gris, el mundo no es blanco o negro.
Ellos dirían que eso es relativismo...
Sí, son personas a las que les gusta que las cosas sean de un solo golpe, pero en realidad la vida es un proceso, en el que vamos madurando; a ellos en cambio les parece que tiene que darse todo de una manera repentina, no saben esperar, no tienen noción del tiempo, es una visión a-histórica.
Esa corriente descontenta con el papado de Francisco, ¿tiene un correlato en la jerarquía vaticana?
Más que nada son laicos, que tienen expresión básicamente a través de sitios de internet, se reproducen mucho los lugares de este tipo. Externamente, no hay instituciones teológicas u otras, no tienen mucho de eso, pero hay algunos curas que comparten esta visión. También se puede encontrar algún obispo y poco más.
¿No hay también expresiones de oposición menos brutales, como por ejemplo lo que sucedió en el Sínodo de la Familia, donde las disidencias se manifestaron de modo público?
En primer lugar, me parece que –dejando de lado el grupo más rígido y refractario al dialogo, que quiere imponer la religión como una regla civil, incluso por la fuerza, olvidando el don de la libertad que nos dio Dios– hay otra gran cantidad de fieles que están desconcertados por lo que hace el Papa, incluso una parte del clero que no entiende bien qué está haciendo el Papa; les duele que haga cosas nuevas que antes no se hacían. El hombre es animal de costumbre; algo de eso pasa, a veces con nimiedades, como el color de los zapatos del Papa... corrieron ríos de tinta, que hasta me da vergüenza decirlo, discutiendo sobre por qué el Papa no usa los zapatos rojos.
"Se sienten mal cuando la Iglesia empieza a llenarse de gente desconocida, desharrapada"
Y, sin entrar aún en cuestiones teológicas, está lo que llamo el síndrome del hijo pródigo o, más exactamente, del hermano del hijo pródigo. Todos recuerdan seguramente esa parábola del Evangelio, en la cual el hijo que se portó bien se siente mal porque su hermano que se portó mal es recibido con bombos y platillos por el padre mientras que él es dejado de lado; es normal que se sienta mal el hermano que hizo las cosas bien y ve que eso no le es reconocido. Entonces, cuando la iglesia empieza a llenarse de esa gente extraña, un poco desconocida, desharrapada, "sucia" y, bueno, "me están ensuciando el living". Lo digo de modo exagerado y gráfico para explicar movimientos reactivos, de tipo psicológico, pero algo de eso existe: cuando yo tengo mi lugarcito y me tengo que correr para dejar espacio al desconocido.
Avanzando un paso, hay un tema más de fondo, que yo llamo un verdadero punto de dolor, de índole teológica, que remite a una vieja discusión de la iglesia de los primeros siglos: una suerte de tensión entre la verdad y el amor, hay personas enamoradas de la verdad que no pueden salir de ese concepto abstracto de la verdad, y se olvidan de que esa verdad está en beneficio, en obsequio del amor, que es el vínculo de perfección, el corazón del cristianismo. Si queremos reducir el mensaje cristiano a su esencia, nos alcanza con una palabra: el amor, esa dimensión de ir al otro tal como es, no idealizado, con todo lo malo y lo bueno; aceptar esto es muy difícil, cuesta mucho. Porque no es fácil salir de uno mismo y ponerse en los zapatos del otro, sufrir, gozar como el otro.
"Le asignan al Papa una claudicación ante la verdad, cuando él está buscando mostrar una armonía entre la verdad y el amor"
Creo que los grandes santos son los que han hecho esto, han vivido en los otros, han vivido de modo radical el mensaje evangélico.
Pero esos sectores le asignan al Papa una relación de claudicación ante la verdad, como si hubiera que resignarla para ir hacia el otro, cuando no son cosas incompatibles y yo creo que el Papa está tratando de mostrar una armonía entre la verdad y el amor, una armonía que muchas veces se ha roto.
Estas personas ven que el Papa está tratando de traer gente a la Iglesia pero resignando la verdad cristiana. Pero deberían mirar con un poco más de serenidad la cuestión y van a ver que el Papa actúa de una manera, siguiendo un hilo que llega hasta Pedro.
¿Puede calificarse de derrota lo que pasó en el Sínodo?
Creo que el Papa convocó el Sínodo de la Familia por honestidad intelectual: los problemas deben tratarse, no esconderse debajo de la alfombra, porque eso no resuelve nada y puede generar un problema más grande. Además buscó tratarlo de manera conjunta, de resolverlo entre todos: eso justamente es un sínodo, una asamblea consultiva de los obispos. Lo que pasó es que el diálogo quedó relegado por una tensión entre grupos que querían imponer determinadas cosas y, sin que el Sínodo haya fracasado, porque se logró tratar un tema de manera adulta, como quería el Papa, no se profundizó, no se logró el nivel de diálogo que el Papa hubiera deseado. Él siguió el Sínodo, no trató de imponer nada, fue un observador atento. Y así como en el ámbito político debemos aprender a vivir en democracia, en la Iglesia debemos acostumbrarnos a tratar las cuestiones de una manera adulta, racional.
"En el Sínodo hubo un punto de ignición, de mostrar de manera pública que había una oposición al Papa"
De hecho, hubo una pequeña rebelión entre los obispos, incluso pública...
Sí, me resultó un poco chocante eso; se produjeron situaciones de desagrado sobre definiciones concretas, eso evidenció que hay un punto de ignición, en el sentido de mostrar de manera pública que había una oposición al Papa de personas de distinto tipo que están incómodas porque no entienden que el Papa quiera avanzar en cuestiones que a ellos les gustaría mantener como están. No sé si el Papa tiene una idea exactamente clara de hacia dónde va en este punto, pero sí tiene claro que hay que tratar el tema y arbitrar situaciones pastorales para cosas que hoy están escondidas.
Considerando la casi unanimidad de la prensa a favor del Papa, ¿puede ser que exista una resistencia mayor de la que se conoce, que no trasciende, que todavía no tiene expresión pública?
Sí, creo que es así; como hay una gran popularidad del Papa, muchas personas pueden sentirse inhibidas de mostrar disonancia, pero no habría que tener miedo entre cristianos de decir las cosas. La capacidad de hablar las cosas marca el grado de madurez de una persona o de una institución. Si marido y mujer no pueden hablar un tema... mal.
¿Esa dificultad para expresar la disidencia no puede llevar a cosas como "malos deseos", conspiraciones, o incluso un cisma?
En este momento no estamos ante un cisma, ni creo que vaya a agravarse la situación en el futuro, pero sí que vayan apareciendo voces disidentes; ahora lo importante es que se puedan encarrilar, expresar.
Cuando Ud. dice que hay gente que llega a rezar para que Dios se lleve pronto a Francisco...
Yo no lo inventé eso, es una frase textual que saqué de internet; no me pareció apropiado poner el autor, es más, me hubiese gustado no haber tenido que leerlas nunca, pero son frases que saqué de la realidad. Hay una clara intención que se ve a veces de manera explícita de que este Papa se vaya cuanto antes, incluso que se muera cuanto antes; es duro decirlo, y son ambientes minoritarios, pero existen.
Entrevista de Claudia Peiró cpeiro@infobae.com