"El presidente Chávez falleció el 5 de marzo y el papa Francisco fue elegido el 13 de marzo. Lo decíamos allí en el propio Vaticano: en definitiva, a Chávez le bastaron 7 días en el cielo para moverse y enviarnos a un Papa socialista", aseguró entre risas Ignacio Ramonet en un acto –televisado por todos los medios oficiales– del gobierno de Maduro.
El periodista, director de Le Monde Diplomatique en español, es conocido por su cercanía al chavismo. Hasta el círculo bolivariano llegó por su amistad previa con un viejo conocido de Caracas, Fidel Castro.
Aun cuando el comentario fue en tono bromista, subyace la estrategia comunicacional del gobierno de Nicolás Maduro: la exaltación de la imagen del fallecido líder.
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Tras su muerte, Chávez copó las calles del país. Ya era popular, pero tras su fallecimiento, el mito creció. Probablemente por la necesidad de votos de Nicolás Maduro, la imagen de Hugo Chávez se magnificó: apareció en forma de pajarito (aun cuando el mundo se rió del heredero del bolivariano por sugerir que lo había percibido en el pequeño plumífero), trabajadores aseguraron que un Chávez había aparecido en una grieta mientras cavaban un nuevo túnel para el metro y su estampa ocupa altares en casi todos los barrios de Venezuela. Incluso, el PSUV le confeccionó la plegaria "Chávez nuestro que estás en los cielos..."
En tiempos de crisis (inflación anual superior al 60%, desabastecimiento de productos básicos, baja en el precio del petróleo, protestas callejeras contra el Gobierno, recorte de libertades individuales, censura, violencia, inseguridad... y traiciones internas), Chávez vuelve a ser el refugio chavista.