Desde hace un mes, las autoridades federales buscan sin éxito a los 43 estudiantes mexicanos que fueron desaparecidos en Iguala y que, según se presume, fueron asesinados por sicarios de Guerreros Unidos por orden del alcalde José Luis Abarca. El hallazgo de una nueva fosa con cuerpos, encontrada tras la detención de cuatro criminales, obliga a concentrar los esfuerzos para darles una respuesta a los familiares de los jóvenes normalistas.
Esta fosa se encuentra en las inmediaciones de un basural en Cocula, ciudad cercana a Iguala, en el estado de Guerrero. Pero acceder a ella no es sencillo. De acuerdo con el periódico Milenio, yace en un barranco al final de un largo y sinuoso camino de terracería. El sendero transcurre en medio de una densa cobertura de árboles y desemboca en un desfiladero repleto de desperdicios, como bolsas y botellas.
En el lugar donde está la fosa, se puede observar que algo fue quemado ahí: hay una clara delimitación entre el pasto verde y un manchón de ocho metros de largo por tres de ancho que luce chamuscado. Ese basural apenas es usado; por lo general, quienes van allí lo hacen para deshacerse de desperdicios de forma ilegal. Según dos sicarios de Guerreros Unidos interrogados esta semana, allí es donde eligieron para enterrar a los estudiantes.
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Para dar con los cadáveres, las autoridades dispusieron a un grupo de forenses locales auxiliados por miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). También hay dos unidades de búsqueda canina y un drone no tripulado para explorar las zonas más hostiles del lugar. Además, el despliegue incluye dos pelotones de infantes de Marina, un helicóptero de la Policía Federal, tres agentes de Interpol, 12 camionetas y una veintena de ministeriales.
No sólo es analizada la fosa, sino que las autoridades también están peinando la basura para descartar que no haya restos humanos allí. De hecho, fueron encontrados huesos y una ornamenta, aunque todavía no fue aclarado si pertenecen a una persona o a un animal. El paraje está a solo 40 kilómetros de Iguala, por lo que el lugar es también estudiado como posible escena del crimen.
La fosa en Cocula es estudiada como posible escena del crimen
El paradero de los jóvenes de una combativa escuela rural que forma maestros en Ayotzinapa es aún un misterio para todo México. Los 43 alumnos, la mayoría de entre 18 y 21 años, desaparecieron la noche del 26 de septiembre en medio de una serie de ataques a tiros de la policía municipal de Iguala y de sicarios de Guerreros Unidos que dejaron seis muertos.
La Fiscalía teme que los jóvenes hayan sido entregados por policías corruptos de Iguala y de Cocula a sicarios de Guerreros Unidos y que éstos los hayan asesinado y enterrado, tras la orden del alcalde Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, ambos prófugos.
Abarca está acusado de ordenar reprimir a los estudiantes porque temía que los jóvenes fueran a boicotear un acto público de su mujer, quien aspiraba a sucederlo en 2015 al frente de la alcaldía. Pineda es hermana de narcotraficantes y acusada ahora de ser la principal operadora de Guerreros Unidos en Iguala.
El fiscal mexicano, Jesús Murillo, destacó que en este caso están involucrados "miles de investigadores", lo que muestra el interés del Gobierno en hallar "a como dé lugar" a los jóvenes desaparecidos, detener a todos los responsables y lograr justicia. Señaló que hay grupos especializados que están usando "todos los medios de inteligencia" para hallar a los tres autores intelectuales: Abarca, Pineda y el secretario de Seguridad de Iguala, Felipe Flores.