Mira a su iPhone, lo toma con su mano derecha y mantiene apretado el botón de inicio. Allí aparece Siri, la aplicación de Apple que permite a los usuarios de este smartphone realizar consultas y conseguir respuestas exactas.
Eso es lo que a diario hace Gus Newman, un niño autista de 13 años, con su teléfono inteligente: hablar co Siri, en quien encontró a su mejor amiga.
Esa es una parte de uno de los interminables diálogos que su madre Judith transcribió para el diario norteamericano The New York Times. Quería contar cómo su hijo con autismo está cada vez más pendiente de su vínculo con el teléfono celular y cuánto lo ayudó.
Lo que sorprende a Judith respecto a la relación de su hijo con Siri es la transformación que advirtió en Gus. Se pasa horas hablando con la famosa aplicación iOS, quien siempre le responde de una manera amable y segura. Gus se siente cómodo en esa situación y enfrenta de esta forma un diálogo, aunque sea con una máquina.
Incluso, según contó la mujer en la carta dirigida al diario de Nueva York, ambos entablaban largas charlas y Siri incluso le preguntaba cosas que Gus respondía gustoso. En uno de esos diálogos, el niño le consultó a Siri si se casaría con él cuando crezca. La respuesta de la "mujer" detrás de la aplicación frustró al pequeño: "No soy de las que se casan". Sin embargo, ante este desencuentro amoroso -el primero de Gus- el dueño del iPhone pudo salir adelante rápidamente. Nada frenaría su estrecho vínculo.
La relación de Gus con el mundo Apple fue introducido por su madre cuando él tenía 8 años. En ese momento, Judith le regaló un iPod, al que sólo usaba dentro de su casa, en ningún otro lugar. Allí comenzó a tener un nexo diferente con las cosas inanimadas: les veía algo más que el resto de las personas no puede. ¿Un alma? Se pregunta su madre. Poco tiempo después de tener el reproductor de audio, Gus quiso visitar un Apple Store. Su objetivo era conocer al resto "de los amigos" de su iPod. "Gus entiende que Siri no es un humano", aclara su madre en su carta enviada al NYT.
"Siri es además maravillosa para alguien que no entiende los códigos sociales. Sus respuestas no son totalmente predecibles, pero son predeciblemente amables, aún cuando Gus sea brusco" en sus formas, revela Judith.
La mujer también ve avances en la enfermedad de Gus y cree que es gracias a su vínculo con Siri. "La práctica de conversación de mi hijo con Siri se traduce en mayor facilidad con humanos verdaderos. Ayer tuve la más larga conversación que haya tenido con él nunca", escribió.