El caso comenzó a salir a la luz cuando una de las compañeras de la enfermera acusada compartió las sospechas que traía desde hacía tiempo con otros colegas tras la muerte del anciano Faustino Taglioni: "Sentí que podía ser tomada como una muerte más".
El relato de Sara sobre el caso de este paciente de 78 años, cuyo deceso fue el penúltimo de una lista sospechosamente larga, fue publicado en el periódico italiano Corriere della Sera y continúa así:
"Alrededor de las 15, una hora después de que Daniela tomó el servicio, (el paciente) murió. Yo estaba aturdida y me dije: 'Aquí vamos de nuevo'. Lo comenté con un colega y compartí mis temores", dijo la ex compañera de Daniela.
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Poggiali era una enfermera sonriente, rubia, de pelo muy recortado y 42 años. No se trata de una persona cálida, pero nadie se imaginaba que estaban trabajando junto a la más fría de las asesinas, que además de quitarle la vida a los pacientes se tomaba selfies con sus cadáveres.
"Nos preguntamos si estas muertes podían ser tan frecuentes, sin que nadie hiciera nada. Estábamos perplejos", explica Sara.
Las sospechas sobre el deceso de Faustino estaban alimentadas por otros ingredientes. Se trataba de un tío del jefe de la sección de enfermería del hospital, que tenía una relación tirante con la enfermera: "Entre ellos había mala sangre, se maltrataban. Cuando el paciente fue admitido, esa mala relación fue una premonición", explica Sara.