"No serà una sorpresa, lo vivo con naturalidad", dijo Aécio Neves antes de emitir su voto en Belo Horizonte, capital del estado de Mina Gerais, del que fue gobernador hasta el año 2010. Es de suponer que ni siquiera su optimismo pude prever el fenomenal batacazo electoral que su candidatura ha dado hoy en Brasil.
Cuando la muerte del socialista Eduardo Campos, en agosto, catapultó al primer lugar de los sondeos a Marina Silva, muchos declararon a Neves un cadáver político. La campaña lo tuvo siempre como un convidado de piedra lejos tercer lugar, espacio desde el cual sintetizaba la crisis del poderoso Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB).
El cambio de tendencia se inició recién en la última semana de campaña, cuando algunas encuestadoras percibieron en el electorado que el "huracán" Marina Silva perdía fuerza frente a su rival más cercano.
Las encuestas publicadas el sábado, un día antes de las elecciones, anticiparon un empate técnico en torno al 22 por ciento. Por eso lo de Neves ha sido épico. No sólo superó a Silva por 13 puntos, sino que también quedó a siete de la presidente-candidata Dilma Roussef de cara a la segunda vuelta del 26 de octrubre.
Superado el primer turno, lo cierto es que el escenario de ballottage repetirá la lógica de grandes partidos que ha monopolizado la política brasileña desde el regreso a la democracia en 1985. Neves ha puesto en evidencia que no debe subestimarse al PSDB, partido que ya llevó a la presidencia a Fernando Henrique Cardoso entre 1995 y 2003.
Fue Cardoso quien cedió el mando a Luiz Inácio Lula da Silva, y desde entonces la puja con el Partido de los Trabajadores (PT) ha sido a todo o nada.
¿Qué espera ahora a Rousseff? Un análisis apurado puede vaticinar un escenario al menos complicado. No sólo porque ha obtenido una ventaja escueta, de menos de 8 puntos. Sus 41,5 puntos la dejan a casi 9 del 50% necesarios para llegar al Palacio do Planalto, una cuesta sólo remontable si logra convencer al electoral de Marina Silva.
Las protestas que asolaron Brasil durante 2013 y, más tarde, amenazaron la celebración de la Copa del Mundo desnudaron los reclamos de una sociedad que ya no se conforma con la Bolsa Familia, el plan de ayuda social más grande del mundo. Si Dilma pareció sobrevivir indemne a esa crisis, Lula da Silva mediante, los resultados de hoy han puesto matices a esa afirmación.
En 2010, Dilma superó a José Serra, hombre del PSDB, 56 a 44 en la segunda vuelta. La gran diferencia con el escenario actual es que, en esa oportunidad, la actual presidente había quedado en primera vuelta a sólo 3 puntos del 50% y a casi 14 sobre su adversario.
Con todo, el último sondeo de Ibope vaticinó un ballottage victorioso para Rousseff, menos de 9 puntos por encima de Neves. La consultora Datafolha achicó ese margen a menos seis puntos. La incógnita a resolver es si el nivel de acierto de esos sondeos será similar al de este domingo.