Para EEUU, las acusaciones de Cristina "son tan inverosímiles que no se pueden tomar en serio"

El Departamento de Estado dijo que los dichos de Cristina Kirchner no se pueden tomar en serio. La mandataria argentina había declarado: "Si me pasa algo, no miren a Oriente, miren hacia el norte"

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 AFP 162
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Dos días después del encendido y duro discurso que brindó la presidente Cristina Kirchner en Casa de Gobierno, los Estados Unidos se manifestaron sobre las acusaciones que lanzó la mandataria respecto de una "conspiración" en contra de su gestión y hasta un atentado contra su integridad física, lo que sumó tensión a la escalada que impulsa el gobierno nacional contra la gestión de Barack Obama por no respaldar su reclamo con los holdouts.


"Las expresiones de la presidente Cristina Kirchner son tan inverosímiles que no se pueden tomar en serio", señalaron voceros del Departamento de Estado ante una consulta del diario La Nación.



Pero el disparador lo dio en la asamblea general de Naciones Unidas, la semana pasada. Allí, habló de la "complicidad" de los Estados Unidos por amparar a un juez Thomas Griesa, quien, dijo, "pretende desestabilizar" al Gobierno y llevar al fracaso su renegociación de deuda.


En la misma ocasión, y sentada a sólo dos bancas de Obama, la Presidente puso en duda la política antiterrorista internacional del gobierno norteamericano. Más tarde, en conferencia con medios argentinos, abundó en su teoría y dijo que las decapitaciones que lleva adelante el grupo Estado Islámico podrían tener que ver con el modo en que fue asesinado Osama bin Laden, y la difusión que hizo de ello Estados Unidos. Para rematarla, sugirió complicidad de Washington con la provisión de armas y recursos para sus militantes.


Esta semana continuaron los ataques del gobierno nacional al entregar una misiva al jefe del Departamento de Estado. En ella no sólo se rechazaba el fallo del juez Griesa, sino que se hacía responsable a los Estados Unidos de violar una convención de las Naciones Unidas por la que ningún poder de un país -incluida su Justicia- puede atentar contra la soberanía de otro.

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