La firma por parte del presidente paraguayo, Horacio Cartes, de la ley que facilita el acceso ciudadano a la información pública marca un hito en el movimiento mundial en favor de la transparencia, al convertirse Paraguay en el país número 100 en contar con ese tipo de norma.
El pionero fue Suecia, que aprobó su ley en 1766, pero habrían de pasar dos siglos hasta que otro país, Estados Unidos, siguiera el ejemplo, según freedominfo.org, una red de grupos que impulsan una mayor apertura en los gobiernos.
En América Latina, el primero fue Colombia, en 1985, seguida por el resto del continente, con excepción de Bolivia, Costa Rica, Cuba y Venezuela, que aún carecen de una ley de ese tipo, de acuerdo con la base de datos de freedominfo.org. España la adoptó el año pasado.
Bolivia, Costa Rica, Cuba y Venezuela todavía no tienen ley de acceso a la información pública
Estas leyes intentan producir un cambio de mentalidad en ministros y funcionarios, al establecer que la norma, y no la excepción, debe ser entregar información a la ciudadanía sobre contratos, salarios, gasto público, ayuda externa y regalías mineras o petroleras, por ejemplo. Para ello, se establecen mecanismos para que cualquier ciudadano pueda solicitar y recibir los datos.
En Estados Unidos es una vía usada rutinariamente por periodistas y organizaciones de la sociedad civil. Sólo el Departamento de Estado recibió en el último ejercicio 18.670 solicitudes de información sobre sus operaciones, según un informe anual.
Sin embargo, no todas las leyes son de igual calidad. El Centro por el Derecho y la Democracia, una organización no gubernamental, considera que El Salvador y México cuentan con el mejor marco regulador del acceso a la información en América Latina, mientras que dio las peores notas a República Dominicana y Argentina, en un análisis a nivel mundial.
Argentina y República Dominicana tienen la peor nota de América Latina
El caso de Paraguay demuestra claramente los beneficios de la entrada de la luz a la arena pública. Durante diez años organizaciones de la sociedad civil clamaron por un proyecto de ley de información, lo que cayó en saco roto en el Congreso.
El momento de inflexión ocurrió cuando la Corte Suprema de Justicia publicó, por primera vez, los cargos y los sueldos de los funcionarios judiciales, en respuesta a peticiones de la ciudadanía y los periodistas.
El Ejecutivo de Cartes siguió el ejemplo, pero el Congreso se resistió a hacerlo. Cuando finalmente abrió sus planillas, ante la presión de la prensa, saltaron todo tipo de irregularidades y ejemplos de nepotismo, que generaron una ola de manifestaciones de repudio en las calles.
Entre los casos más sonados, está el de la llamada "niñera de oro", una mujer que supuestamente trabajaba cuidando a los hijos del senador Víctor Bogado y que recibía dos sueldos como funcionaria pública.
También se descubrió el fraude cometido por Perla Paredes, hija de la diputada Perla Vázquez, que admitió ante la Justicia que cobraba salarios de cinco instituciones públicas en las que en realidad no prestó los servicios que alegó inicialmente en su defensa.
Pero una cosa es que la prensa presione cuando descubre indicios de corrupción y otra es establecer un mecanismo permanente que obligue a los empleados públicos, como parte de sus funciones, a divulgar información, que es lo que hace la nueva ley.
Queda la prueba de su aplicación, pues el código de Paraguay, como otros países, está lleno de leyes que en la práctica no se respetan. Otra cuestión es qué pasará cuando gracias a ella se descubran irregularidades. El mismo Congreso que la aprobó tramita un proyecto de ley contra el nepotismo, que según sus impulsores fue vaciado de contenido en el Senado.