Su nombre es Muhsin Al Fadhli. Tiene 33 años y cuando ocurrieron los mortales atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 no sabía que su grupo, Al Qaeda, formaba parte del ataque que conmovió al mundo. Aunque íntimamente lo celebró. En ese entonces sólo tenía 19 años y su fanatismo era total. Su entrega, también. Sin embargo, sólo pocos conocían los detalles de los atentados en Nueva York y Virginia.
Hoy Al-Fadhli creció y formó una base operativa en Siria, pero como una célula apartada de Al-Qaeda, planificando continuamente ataques terroristas contra Occidente. Según expertos norteamericanos, son aún más peligrosos que sus "hermanos" sunitas del Estado Islámico.
Khorasan, tal como bautizaron a este grupo yihadista, no está interesado en grandes extensiones territoriales ni de recursos naturales, como el ISIS, que controla parte de Siria e Irak, y explota en el mercado negro miles de barriles de petróleo para su financiamiento.
Sus miembros llegan de tierra musulmana como Afganistán, Pakistán y Yemen para unirse a quienes provienen de Occidente para también derramar sangre inocente. Según The New York Times, este grupo es una amenaza aún mayor que el Estado Islámico para los Estados Unidos y para Europa.
El objetivo de Khorasan no es la creación de un califato, ni la implementación de la sharia, sino repetir un 11 de septiembre. Es por eso que posee especial interés en reclutar expertos en explosivos de todas partes del mundo. La clave radica en la libertad que muchos de estos yihadistas poseen gracias a sus pasaportes occidentales, que no despiertan sospechas en sus constantes viajes por Medio Oriente.
Sin embargo, todavía hay muchos puntos negros en la corta historia de Khorasan: nadie sabe con cuántos miembros cuenta, cuánto tiempo hace que está activa, ni cuál es su mensaje. Lo único cierto es que su jefe terrorista, Al Fadhli es buscado por los Estados Unidos desde hace casi 9 años, cuando el ex presidente norteamericano George W. Bush lo nombró en uno de sus discursos. Hace más de una década que es buscado.
Su cabeza tiene precio: el Departamento de Estado ofrece una recompensa de 7 millones de dólares por encontrar a quien es considerado uno de los principales financistas del terrorismo islámico. Se vio involucrado en múltiples operativos de Al-Qaeda desde Afganistán, Pakistán incluyendo Irak, vía Irán, donde se mueve con naturalidad.
El perfil bajo que esta célula terrorista tiene en comparación con el Estado Islámico es su secreto ante la opinión pública internacional. Mientras todos los esfuerzos están puestos en desterrar al ISIS por sus matanzas y demostraciones de fuerza, sólo unos pocos se ocupan de esta verdadera amenaza para Occidente.
De origen kuwaití, Al-Fadhli tuvo una meteórica carrera dentro de las filas de la organización de Osama Bin Laden. Es la nueva generación de terroristas, pero mantuvo nutridos contactos con sus antecesores, sobre todo con Abu Musab al Zarqawi, de quien es guardaespaldas, segundo comandante y nexo con los grupos operativos en Irak. También dedicó parte de su vida luchando contra Rusia en Chechenia, donde aprendió el destructivo "arte" de los explosivos.
Sin embargo, según explica el diario británico The Independent, en lo que es valioso Al Fadhli es en el "arte" de la recaudación, más que en el de la lucha. La mayoría de sus contribuyentes son yihadistas de Kuwait, su tierra natal.