Los ojos de los británicos y de todo el mundo estarán posados hoy sobre Escocia. Unos 4,3 millones de ciudadanos optarán por el "sí" o por el "no" a la pregunta "¿Debería Escocia ser un país independiente?". De eso, dependerá su futuro y también el del Reino Unido. Después de 300 años de convivencia, los sentimientos separatistas de varios sectores escoceses afloraron en un contexto particular, con las demandas de Cataluña en España, el conflicto en el este de Ucrania e incluso los tímidos reclamos de la isla de Okinawa en Japón de trasfondo.
La intensa campaña iniciada por el Partido Nacionalista Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) y liderada por el primer ministro de ese país, Alex Salmond, ha rendido sus frutos. El "no" rotundo que predominaba hace unos años cedió ante el "sí", y todo indica que los resultados serán reñidos. La última encuesta, publicada por el diario The Scotsman, predice que ganará el "no", pero con un magro 52 por ciento. Otros sondeos apuntan que triunfará la independencia.
En diálogo con Infobae, la especialista en Europa Occidental de la firma Oxford Analytica, Stephanie Hare, explicó cómo serían los dos escenarios posibles y sus consecuencias a nivel político y económico.
¿Qué pasará si gana el "sí"?
El triunfo del "sí" implicará cambios al interior de Escocia y del Reino Unido. En primer lugar, el gobierno escocés deberá negociar con el británico los términos de la separación, algo que Salmond estima que se concretará en marzo de 2016. "Hay mucho que definir: qué parte de la deuda compartida con el Reino Unido tomará, qué moneda usará, o cómo se distribuirán el gas y el crudo del Mar del Norte", señaló la experta de Oxford Analytica.
Para el pago de la deuda, algunos sectores sugirieron que la mejor fórmula es dividir las casi 1.500.000 millones de libras esterlinas entre el número de habitantes británicos actuales. Luego, repartir ese número proporcionalmente en base a la población a Escocia, que representa el 8,3% del total. La libra esterlina, asimismo, podría mantenerse como moneda para sostener la economía, tal como sucedió en países como Panamá o Ecuador con el dólar.
También surgirán otras cuestiones, como la conformación de una fuerza militar propia y, desde luego, la continuidad de Escocia dentro de la Unión Europea. Los independentistas tuvieron que admitir que es poco probable que puedan seguir integrando el bloque. Los miembros de la UE son contrarios a los movimientos separatistas, por lo que dificultaría las posibilidades de que Escocia sea incorporada más adelante. La silla en las Naciones Unidas también tendría que ser solicitada. Paradójicamente, la reina Isabel II seguiría siendo la monarca del país.
En lo que respecta al gobierno británico, David Cameron quedará contra las cuerdas, si bien el primer ministro aseguró que no dimitirá ante un eventual fracaso. Quedará debilitado ante los conservadores y, teniendo en cuenta que las elecciones se realizarán en mayo de 2015, el Partido Laborista podría perder el poder. En consecuencia, los conservadores podrían apurar el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE.
"La partida de Escocia será significativa, pero no devastadora. Reino Unido seguirá siendo una potencia"
A nivel económico, no habría un escenario dramático. "Uno asume que el Gobierno y el Banco de Inglaterra tienen preparado un plan de contingencia para minimizar los efectos de la independencia en la libra esterlina y evitar una excesiva volatilidad del mercado. En esto, será clave la claridad en la comunicación política", apuntó Hare. "Escocia representa el 10% del Producto Interno Bruto británico, por lo que su partida será significativa, pero no devastadora. El Reino Unido seguirá siendo una de las mayores economías del mundo", agregó.
¿Qué pasará si gana el "no"?
La opción de continuar dentro del Reino Unido es, en principio, la menos costosa para los escoceses y los británicos. No por eso significa que sea sencilla. El gobierno de Cameron y los partidos políticos opositores se comprometieron a brindar una mayor autonomía a Escocia para responder en cierta forma a los reclamos, pero también intentar apagar la llama separatista. Pero esto traerá sus problemas.
Desde 1997, los escoceses cuentan con la potestad de tener su propio Parlamento, en Holyrood, y crear sus propias leyes en materia de agricultura, pesca, educación, salud y servicio sociales, entre otros puntos. Fue un logro obtenido a partir de otra consulta popular vinculante, que abrió el camino para el referéndum de este jueves.
"Los tres principales partidos políticos británicos se comprometieron a dar más poder a Escocia"
El llamado "devo-max" (máxima devolución) prometido por el gobierno británico y partidos políticos le cederá mayores potestades Holyrood. "Los tres principales partidos políticos británicos -liberal, laborista y conservador- se comprometieron a darle más poderes a Escocia. Pero no hay un acuerdo claro sobre qué implicarían estos poderes, porque esas promesas fueron hechas hace solo dos semanas, justo cuando una encuesta dio como ganador el 'sí' por primera vez", remarcó Hare.
Se estima que la concesión incorporaría la materia impositiva y excluiría la defensa y las relaciones internacionales. De acuerdo con un reporte de Oxford Analytica, una mayor autonomía escocesa también implicaría una federalización formal del Reino Unido, algo difícil de lograr si se considera que se necesita una reforma constitucional para Escocia sin que evolucione para todo el conjunto de países, dado que tradicionalmente el Reino Unido se ha resistido a tener una carta magna escrita.
Por otro lado, el mayor peligro del "no" es que se imponga por un escaso margen -tal como pronostican las encuestas-, lo que produciría un "escenario de pesadilla": el premier Alex Salmond podría desconocer los resultados y negarse a participar del debate sobre el "devo-max", lo que deslegitimaría a los partidos políticos ante la opinión pública. Sea como sea, queda claro que a partir del 18 de septiembre ya nada será igual en Escocia.
El impacto en las regiones con movimientos separatistas
Para Hare, el triunfo del "sí" probablemente encoraje al separatismo en Cataluña, aunque aclaró que la situación en España es diferente por una razón en particular: "El Gobierno trasladará cualquier petición catalana de realizar un referéndum a la Corte Constitucional, que lo encontrará ilegal. Esto forzará a los catalanes a desafiar al gobierno o encontrar otra forma de expresión". En cambio, si gana el "no" en Escocia, no necesariamente detendrá el separatismo de la región española, aunque podría desacelerar su ímpetu.
En el continente, hay otros movimientos separatistas, sin contar el conflicto desatado en el este de Ucrania entre las autoridades de Kiev y los prorrusos de Crimea, Donestk y Lugansk. Es el caso, por ejemplo, de las regiones de Flandes y de Valonia en Bélgica o de Baviera, en Alemania.