Tokio, capital de Japón, es la ciudad más segura del mundo. A pesar de sus más de 13 millones de habitantes, que la convierten en una de las más pobladas del planeta, consigue mantener casi en cero el número de asesinatos.
En el mismo nivel está Singapur, una ciudad estado insular ubicada al sur de Malasia, en la que viven poco más de 5 millones de personas. En ambas metrópolis se cometen por año 0,2 homicidios intencionales cada 100.000 habitantes.
Los datos provienen de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), que releva las estadísticas del distrito más poblado de cada país. Para hacer una comparación justa, Infobae consideró sólo aquellas con más de 500.000 habitantes, y con información mínimamente actualizada (2009 - 2012). La lista final quedó compuesta por 80 ciudades.
En tercer lugar, detrás de Tokio y Singapur, aparece otra urbe de la región, Hong Kong. Si bien pertenece a China, hasta 1997 fue una colonia británica y actualmente es una "región administrativa especial", que cuenta con cierta autonomía. Supera los 7 millones de habitantes y es un centro mundial de las finanzas.
Seúl, capital de Corea del Sur, y Yakarta, la de Indonesia, son otras dos ciudades cercanas que se ubican entre las primeras diez, con menos de 0,8 asesinatos cada 100.000 habitantes.
La sexta representante asiática pertenece a Medio Oriente: Mascate, capital del Sultanato de Omán.
Las únicas tres europeas en el top ten son Lisboa, Roma y Madrid, las más pobladas de Portugal, Italia y España. La restante es Auckland, Nueva Zelanda, que pertenece a Oceanía.
Las diez más peligrosas
En el extremo opuesto, la región que sobresale es América Latina y el Caribe, con nueve de las diez grandes ciudades con más asesinatos del planeta. La que encabeza la trágica lista es Caracas, capital de Venezuela.
Entre 2005 y 2009, último año con datos de la UNODC, pasó de 88 a 122 homicidios cada 100.000 habitantes. Y las estadísticas locales muestran que la proporción se incrementó todavía más desde ese momento.
La subregión más peligrosa es Centroamérica. Siete de las diez con más asesinatos están allí. Ciudad de Guatemala, con 116,6; Tegucigalpa (Honduras), con 102,2; Ciudad de Panamá, con 53,1; Kingston (Jamaica), con 50,3; Puerto Príncipe (Haití), con 40,1; Santo Domingo (República Dominicana), con 29,1; y Managua (Nicaragua), con 18,7.
Ningún distrito latinoamericano está entre los 50 más seguros. Santiago de Chile es la mejor ubicada de la región, con una tasa de 3,9 homicidios, está en el puesto 51.
Luego viene Buenos Aires, Argentina, que se encuentra en el 54, con una tasa de 4,9. Lima, Perú, cierra el podio en el puesto 58, con 5,7 asesinatos.
Caracas, testimonio de una región cada vez más peligrosa
En la capital venezolana se pueden ver, llevados al extremo, muchos de los problemas que hacen de América Latina la región con más homicidios del mundo. A pesar de ser históricamente una ciudad muy violenta, la llegada del chavismo al poder destapó una espiral de violencia que parece no tener fin.
Para tener dimensión de la profundización de la crisis social que se desencadenó desde 1999, cuando asumió Hugo Chávez, basta mencionar que, desde entonces, la tasa de homicidios creció un 444% a nivel nacional.
"En Caracas hay altísimos niveles de impunidad, que alcanzan al 97% de los casos. Eso significa que no hay castigo. Entonces el delincuente siente que puede hacer lo que le da la gana. Esos niveles de impunidad tiene que ver con que el sistema policial y judicial están colapsados", explica Samuel Yecutieli, consultor venezolano en Seguridad Ciudadana y presidente de Segured.com, en diálogo con Infobae.
"Si hubiera voluntad política para enfrentar esa problemática se podrían superar los obstáculos. Pero hay un enfoque muy partidista y el tema se mira desde un punto de vista ideológico. Como estamos en la vía hacia el socialismo revolucionario, el Gobierno le echa la culpa de la inseguridad al capitalismo. Entonces la energía va hacia desmontar al capital. Pero no hay relación entre una cosa y la otra", agrega.
La mejor evidencia de la falsedad del argumento chavista son las estadísticas de la UNODC. Tokio, Singapur y Hong Kong son ejemplos bastante extremos de capitalismo y de libre mercado, con todos sus aspectos positivos y negativos. Pero si algo está claro es que tienen niveles de delincuencia violenta casi nulos.
Este rotundo error de diagnóstico se potencia por otros factores, como la proliferación de armas de fuego, drogas y alcohol, que redundan en niveles inusitados de descontrol. "Cuando uno ve las estadísticas de la cantidad de disparos que recibe una persona al ser asesinada, encuentra que es común que sean hasta 11, y los números son cada vez mayores. Es otro dato preocupante que muestra el alto nivel de violencia", dice Yecutieli.
Uno de los rasgos que distinguen a Caracas y a otras ciudades de la región es la ausencia de mecanismos institucionalizados para la resolución de conflictos. La ineficiencia y la corrupción de las autoridades estatales, en contextos de desempleo, precariedad e inestabilidad de la vida cotidiana, hace que la ley sea algo muy difuso.
"Uno de los mecanismos para resolver conflictos son los jueces de paz -continúa Yecutieli-, que están en la base de la sociedad. Son una solución muy interesante, porque pueden llevar a un arreglo entre los vecinos en problemas. Pero eso no existe en nuestro país, entonces conflictos de baja intensidad escalan y llegan a homicidios".
Cuando la vida de las personas deja de estar contenida por parámetros más o menos estables y predecibles, la diferencia entre lo que se puede y lo que no se hace muy difícil de distinguir. Y lo que prima es la ley del más fuerte.
"El contexto es terrible como consecuencia de las políticas públicas revolucionarias. Hay altos niveles de inflación y de escasez (los más elevados del mundo), lo que también genera violencia. Sumando todo, están dadas las condiciones para una tormenta perfecta", explica el consultor venezolano.
Frente a esto, el Estado es incapaz de desarrollar políticas consistentes de largo plazo, lo que agrega imprevisibilidad y desorden a la vida de los ciudadanos. "El Gobierno ya ha lanzado 14 o 15 planes de seguridad. Una vez por año se desmonta el anterior y se crea uno nuevo. Así no pueden ser planes sustentables. No hay continuidad y no hay supervisión. Además, las estadísticas son casi un secreto de estado, lo que no permite saber cómo van las cosas", agrega.
¿Qué explica los bajísimos niveles de homicidios en las ciudades asiáticas? Que las condiciones de vida son exactamente opuestas. En parte por características tradicionales propias de las culturas orientales, y en parte por la efectividad de sus políticas públicas, hay previsibilidad, marcos de contención, reglas claras para todas las personas y, sobre todo, las diferentes autoridades están muy legitimadas.
"
. Los espacios públicos están claramente definidos y hay instrumentos de supervisión.
. Hay mecanismos de control de las personas, de los vehículos, etc.
, y una cantidad de cosas que permitan que se pueda ejercer la ciudadanía", concluye Yecutieli.