No hace tanto, especialistas y pacientes buscaban los consejos de los farmacéuticos porque apreciaban sus conocimientos y experiencia. Sin embargo, la situación cambió en las últimas décadas, al punto de que en muchas ocasiones se los considera, equivocadamente, como meros expendedores de medicamentos.
Se requiere jerarquizar a estos profesionales y ofrecerles herramientas para que puedan brindar un servicio más completo y activo, de modo que, por ejemplo, al momento de la dispensación puedan asegurarse que la persona conoce el objetivo del tratamiento, la forma correcta de administración y si es el adecuado para ese individuo, teniendo en cuenta posibles interacciones, presencia de otras patologías, embarazo, entre otras características; así como estar atentos a síntomas para aconsejar la evaluación médica u odontológica.
También resulta un desafío que la población comprenda la peligrosidad de automedicarse, y que, si bien hay productos y medicaciones que pueden adquirirse sin prescripción, no por ello carecen de riesgos.
La Federación Internacional Farmacéutica (FIP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus directrices conjuntas sobre buenas prácticas en farmacia (La Haya, 2011) identificaron seis componentes de la misión de la profesión farmacéutica: estar siempre disponibles para los pacientes; identificar, gestionar o detectar problemas de salud; promover la salud; asegurar la eficacia de los medicamentos; prevenir el daño causado por éstos, y realizar un uso responsable de los recursos limitados de la atención sanitaria.
La Declaración de Tokio
En una época marcada a nivel global por el contagio de infecciones prevenibles, el abuso de drogas lícitas e ilícitas, hábitos poco saludables de alimentación u otros como el sedentarismo, junto a la longevidad y el aumento de viajes internacionales que multiplican las posibilidades de diseminación de enfermedades, se vuelve indispensable que todos los actores del sistema de salud actuemos de manera conjunta para dar una respuesta efectiva a estas problemáticas.
Así se estableció en la Declaración de Tokio de 1993 de la FIP y la OMS sobre Normas de Calidad de los Servicios Farmacéuticos y Buenas Prácticas de Farmacia: "El aumento de la expectativa de vida, de la prevalencia de patologías crónicas y de la gama de medicamentos disponibles, convierte a la farmacoterapia en la forma de intervención médica más frecuentemente utilizada.
Una farmacoterapia apropiada permite obtener una atención sanitaria segura y económica, en tanto que el uso inadecuado de los fármacos tiene importantes consecuencias tanto para los pacientes como para la sociedad en general. Es necesario asegurar un uso racional y económico de los medicamentos en todos los países. Los farmacéuticos tienen una responsabilidad fundamental en lo que se refiere a la atención de las necesidades de los individuos y de la sociedad en este aspecto".
Cambio de paradigma
Sin duda, para poder implementar este enfoque habrá que enfrentar distintos retos, además de trabajar sobre los marcos regulatorios y los protocolos, también se requiere ampliar los canales y formas de interacción entre farmacéuticos, médicos, enfermeros y otros profesionales.
En este sentido, coincido con lo expresado en la declaración de la OMS (Tokio, 1993) sobre el papel del farmacéutico en los servicios de salud: "La importancia del método de trabajo en equipo es vital si se quiere obtener un rendimiento óptimo de recursos limitados, tanto humanos como financieros, para atender las necesidades asistenciales en cualquier país".
Asimismo, en este campo tiene un rol protagónico la divulgación científica: los farmacéuticos necesitan aprender nuevas técnicas y estrategias para fortalecer sus habilidades de comunicación oral y escrita, así como disponer de manuales y materiales de consulta de fácil lectura y con contenidos revisados por especialistas. Al mismo tiempo, las farmacias pueden constituirse en excelentes espacios de difusión y distribución de materiales educativos e informativos.
En el documento de posición sobre el tema de OPS/OMS (Washington, 2013) se propone a las farmacias "desarrollar y apoyar programas y actividades de prevención, así como de promoción y protección de la salud al usuario y a la comunidad, que tengan en cuenta, por ejemplo, la inmunización, el uso racional de medicamentos, la creación de conciencia sobre enfermedades y su prevención".
Para contribuir a alcanzar estos objetivos, desde la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI) con sede en Argentina y Fighting Infectious Diseases in Emerging Countries (FIDEC) con sede en Estados Unidos, hace varios años estamos elaborando manuales para farmacéuticos e idóneos, y brindamos cursos presenciales y a distancia. Este año, del 18 al 20 de septiembre, organizamos junto a la Universidad de Miami el Simposio Panamericano sobre Vacunas para Adultos y Atención Primaria de la Salud para Farmacéuticos, el cual, además de ofrecer capacitación sobre estos temas y Medicina del viajero, genera un espacio de encuentro, diálogo e intercambio de conocimientos entre distintas regiones.