A raíz del conflicto surgido hace un poco más de dos años por el intento del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de reformar el Estatuto Docente, Narodowski y dos colegas, Tamara Vinocur (pedagoga) y Silvina Alegre (socióloga), se embarcaron en una investigación, cuyo marco institucional fue la Universidad Torcuato Di Tella.
El resultado es un libro -Los mejores maestros. MItos, leyendas y realidades, Prometeo, 2014-, dirigido, en palabras del ex ministro de Educación porteño Narodowski, "a todos los interesados en entender por qué la educación argentina sufre tantos problemas y a quienes tratan de comprender la problemática de los docentes sin atarse a viejos -y a algunos nuevos- prejuicios".
Narodowski, profesor en la Di Tella y autor de varios ensayos sobre Educación, respondió al cuestionario de
sobre varios de los temas que abarca el libro. Se trata de problemáticas para especialistas pero que, al mismo tiempo, conoce cualquiera que haya pasado por la escuela argentina o tenga hijos en edad escolar. La calidad de nuestra educación es un tema que nos concierne a todos.
-¿Es eficiente el mecanismo de selección docente en las escuelas públicas? ¿Difiere mucho del de las privadas? ¿Puede establecerse una comparación clara en el sentido de si uno es mejor o peor que el otro?
La selección de docentes entre las escuelas estatales y privadas tienen una diferencia fundamental: mientras en las estatales es el docente el que elige a la escuela en la que va a trabajar en la privada es la escuela la que termina eligiendo al docente. El estatal es un sistema centralizado que se basa en el ranking de docentes de acuerdo a sus méritos y antecedentes: el primero de la lista elige en qué escuelas va a trabajar.
Este sistema fue creado en 1957 para evitar que el funcionario de turno ponga a dedo a los maestros y en ese sentido es muy justo y adecuado para esa época. Casi 60 años después muestra muchos problemas: el más importante es que la decisión de dónde trabajar es del docente sin que la escuela pública pueda opinar si ese docente es o no conveniente para esa escuela, mientras que a las escuelas privadas -incluso a las que tienen 100% de subsidio estatal- sí se les permite tomar esas decisiones.
-¿Qué consecuencias tiene esto en el desarrollo del proyecto pedagógico?
A las escuelas públicas les cuesta mucho más desarrollar un proyecto pedagógico de calidad porque les está prohibido incidir en la elección de sus propios docentes. Muchas veces, el perfil de un docente no es el adecuado para una escuela pública pero los directores y demás colegas deben aceptar lo que se decide a partir del sistema de ranking de docentes. La investigación demuestra que si la decisión es de la escuela, y no de la buriocracia central, los docentes están más a gusto en sus escuelas y pueden llegar a participar más activamente de un proyecto pedagógico, consiguiendo mejores resultados.
-¿Con la capacitación docente pasa algo análogo a lo que sucede en la función pública: que se ofrecen y se siguen cursos de capacitación sólo burocráticamente para la obtención de puntaje y no en aras de una autentica formación continua?
Todo el sistema de capacitación docente está basado en cursos de los cuales los educadores obtienen un puntaje, que les sirve para posicionarse mejor en el ranking que les va a permitir acceder a ciertos cargos. Hay consenso entre los especialistas que este sistema no es adecuado y genera muchas perversiones, como hacer cursos sin importancia sólo para acumular puntaje o que el puntaje de un título universitario de posgrado es equivalente al de los cursos de capacitación.
La evidencia muestra que el contenido de la capacitación debe ser decidido por cada escuela de acuerdo a sus propias necesidades y que debe ser en el mismo lugar de enseñanza. Los cursos deben ser complementarios y estar centrados en diplomas universitarios.
-¿Se evalúa realmente a los docentes o es un mero formalismo?
Los testimonios obtenidos en nuestra investigación muestran que la evaluación anual a los docentes es un mero formalismo. Pero entendemos que ese formalismo es, de hecho y lamentablemente, una forma de evaluación que aunque improductiva y perversa termina por confirmar que al Ministerio de Educación le da lo mismo el docente innovador que se esfuerza, se capacita, y se responsabiliza por los resultados de sus alumnos que otro docente que no lo hace
. Ganan exactamente lo mismo, tienen el mismo reconocimiento simbólico y el aumento salarial es sólo por la antigüedad en la docencia: un criterio que premia la lealtad del empleado con el empleador pero no advierte nada sobre el trabajo efectuado. A los muchísimos buenos maestros y profesores argentinos, este sistema claramente los perjudica.-¿Qué significa que se privilegia casi puramente el ascenso vertical? ¿Qué otras modalidades habría?
La única forma de ascender laboralmente en la educación pública argentina es "dejar el aula" y pasar a ser vicedirector o director. Sería recomendable que para los docentes que ejercen en el aula haya jerarquías laborales y salariales de acuerdo a sus logros, a su compromiso social, a su capacitación o a su actitud innovadora. Muchos países tienen este sistema que estimula que los buenos maestros se queden en el aula, sean premiados por ello y no necesiten ni ser directivos ni tener más antigüedad para ganar más o para ser más reconocidos
Si el crecimiento de la matrícula privada no se debe a políticas neoliberales, ni coincide con un mayor desarrollo económico, como afirman en el libro, ¿a qué se debe?
Nuestras investigaciones muestran que el deterioro real de la educación pública y la mala imagen que de ella se construye genera un proceso de privatización de la educación que tiene en la Argentina más de 60 años, pero que desde 2003 se profundizó muchísimo. El bienestar económico no es un argumento: muchos países con alto nivel de vida o que crecen sus clases medias no privatizan la experiencia educacional. En la Argentina esto continuará hasta que se consolide un proyecto genuino de reconstrucción de la educación pública en términos reales y simbólicos para que la clase media vuelva a ella. Un camino sería que las escuelas públicas tengan el mismo margen de maniobra que las privadas para la toma de decisiones pedagógicas. Eso sería un gran paso adelante. Otro paso sería la efectiva jerarquización salarial, y especialmente laboral, de los docentes.
El disparador de este libro fue un paro docente en reacción a un intento del Gobierno porteño de reformar el Estatuto Docente de la Ciudad. ¿Creen que necesita cambios ese Estatuto y cuáles?
Aquella reforma logró modificar un aspecto positivo que tenía el Estatuto que era un gobierno laboral docente colegiado entre el Estado y los representantes de los docentes y dejó firmes todos los aspectos negativos que siguen vigentes, muchos de los cuales hacen que la escuela pública tenga menos poder para educar, para tomar las decisiones que cree tiene que tomar, que una escuela privada.
No es correcto que ganen lo mismo docentes que tienen desempeños y compromisos diferentes.
No es correcto, y es muy injusto, que un director de escuela pública tenga menos margen de maniobra para organizar su escuela que un director de escuela privada. No es correcto y es igualmente injusto, que los docentes que cumplen su trabajo todos los días con compromiso y calidad tengan el mismo reconocimiento que los que abusan del sistema de licencias. Igualamos para abajo la educación porque igualamos para abajo a los docentes.Mi impresión es que el nivel de capacitación de los docentes argentinos es razonablemente bueno. Nuestra investigación ayuda a corroborar la hipótesis de que en la educación argentina los educadores no son el principal problema. El principal problema es la pésima organización política, administrativa y pedagógica del sistema educativo