La reciente expulsión de la entera comunidad cristiana de Mosul (Irak), una de las más antiguas del planeta, por parte de los fanáticos del Estado Islámico de Siria e Irak (ISIS) y en el marco de una campaña para acabar con lo que queda de un Irak multicultural, además del horror que despierta en el mundo, atrae también la atención hacia un hecho poco enunciado: el de que en el mundo de hoy, la religión que más persecución padece es la cristiana, en sus distintas expresiones: católica, ortodoxa, protestante...
Cuando el papa Francisco dijo, el 30 de junio pasado, que "hoy en día hay más testigos, más mártires en la Iglesia que en los primeros siglos", no estaba exagerando. Infobae dialogó con el laico francés Marc Fromager, quien dirige la asociación Ayuda a los Cristianos en Peligro (AED, por sus siglas en francés), una fundación pontificia creada en la posguerra para asistir fundamentalmente a los fieles detrás de la Cortina de Hierro, bajo regímenes comunistas, pero que hoy, aunque presente en todos los continentes, está enfocada especialmente en Medio Oriente, donde se concentran la mayor cantidad de actos de violencia anticristiana.
¿Tienen idea del número actual de cristianos refugiados por la persecución religiosa?
Nosotros hablamos de 200 millones de cristianos que no son totalmente libres de vivir su fe; no quiere decir que todos sean perseguidos y sufran horriblemente y de modo constante. Se trata de estimaciones, porque para hacer este tipo de recuento habría que ponerse de acuerdo sobre la definición exacta de persecución. Cuándo son actos de discriminación, cuándo empieza la persecución propiamente dicha, etcétera, y en eso es difícil encontrar dos personas que tengan la misma opinión. Hay países, como Egipto, donde los cristianos padecen limitaciones, pero no son perseguidos. Es por eso que damos esa cifra precisando bien que se trata de cristianos que no son enteramente libres de vivir su fe. Es decir, se trata de personas a las que el hecho de ser cristianas, puede, subrayo puede, complicarles la vida. En unos casos por presión psicológica, en otros, algo más grave, como tener dificultades para encontrar trabajo, o limitaciones en el ascenso social. No quiere decir que todos ellos están bajo amenaza constante, pero sí que están en un ambiente en el cual el hecho de ser cristianos los expone a algún peligro.
¿En qué región del mundo es más acuciante este problema?
Claramente es Medio Oriente, con países como Siria e Irak.
¿Y puede decirse que la cristiana es la religión más amenazada hoy en el mundo?
Sí, y no lo decimos por ideología, o para tocar la cuerda de la victimización tan de moda. Decimos esto basándonos en un estudio que realizamos regularmente cada dos años sobre la libertad religiosa en el mundo.
Sin embargo, la opinión pública mundial no parece del todo consciente de esto. ¿Por qué cree que hay tanta dificultad para comunicar esa realidad?
Eso también es un poco un misterio para mí. Tengo algunos elementos de explicación. Primero, en el plano político: en Occidente fuimos históricamente países cristianos y hoy lo somos mucho menos, la práctica religiosa bajó mucho, estamos en un ambiente mucho más secularizado, regido por el principio de separación entre la iglesia y el Estado y por ende con el hecho religioso relegado a la vida privada. Por lo tanto, en general, se habla poco de lo religioso y menos aún del cristianismo. Ahora bien, en Francia, y en Europa en general, apenas hay algún problema con los musulmanes o con los judíos, las más altas autoridades públicas intervienen. La secularización, y el laicismo, que es una ideología, no es lo mismo que la laicidad –con la que estamos de acuerdo, esa separación de la Iglesia y el Estado la inventó el propio Jesús-, pero el laicismo es una actitud mucho más agresiva de relegación de la religión a la esfera privada, y explica un poco esto.
Estamos además en un momento de rechazo de nuestras raíces, de nuestra identidad; de eso no se habla. Estamos en la apología de la alteridad, pensar al otro, el otro está dotado de todas las virtudes.
Pero también dentro de la Iglesia tenemos muchas dificultades para hablar de la persecución a los cristianos. A la Iglesia institucional le cuesta hablar de estas cosas, quizá porque padece el mismo síndrome que los políticos: esta especie de vergüenza, de timidez para defender la identidad, esta apología de la alteridad, entonces, el diálogo con los otros es siempre más importante, pero no entiendo por qué para eso hay que renunciar a la identidad.
También puede haber una especie de falsa humildad, no hablemos de nosotros. O de falsa caridad, no hablemos de la persecución porque eso implica que hay perseguidores y no les gusta decir que hay gente mala. En consecuencia, estamos en una negación de la realidad y quienes hablan son inmediatamente tachados de extremistas, intransigentes, fundamentalistas, pese a que nosotros siempre decimos las cosas basándonos en los hechos y no en la ideología. Por ejemplo, hoy decimos que la mayor parte de las amenazas contra los cristianos en el mundo tienen lugar en países de mayoría musulmana. Eso es un hecho, pero nunca criticamos a los musulmanes en sí.
El anuncio hecho por el Gobierno francés de que dará asilo automático a todo cristiano que deba huir de su país por la persecución religiosa en esa región, ¿es indicio de un cambio de actitud?
Creo que al Gobierno de Francia no le importa nada lo que pase con los cristianos de Oriente. Si hizo esa declaración es porque se vio obligado a decir algo. Es porque desde hace algunos días hay una movilización en Francia por lo que sucede en Irak, y los medios y los políticos hablaban cada vez más del tema y empezaron a hacerle preguntas al gobierno. Pero lo que dijo, aunque parte de un buen fundamento, no es una buena idea, porque si se les dice a los cristianos que pueden venir aquí que serán recibidos, inmediatamente todos los cristianos de esa zona querrán partir, cuando en realidad la Iglesia de esos países intenta conservarlos en su tierra. Por otra parte es como una señal de que los cristianos están ligados a Occidente y por lo tanto no tienen nada que hacer allá, eso coincide con la idea de los fundamentalistas de que tienen que irse. Esa declaración del Gobierno francés es funcional al objetivo de los yihadistas que es vaciar la región de cristianos.
¿Entrevén ustedes alguna solución a este drama en lo inmediato?
En Mosul quedaban unas 30 iglesias que ahora están todas cerradas, algunas fueron quemadas y otras transformadas en mezquitas, por ejemplo, la catedral siriaca ortodoxa fue convertida en mezquita y todos los cristianos partieron. De modo que, a corto plazo, no veo que se pueda hacer algo para permitirles regresar. El ejército iraquí no tiene los medios para oponerse a los yihadistas de lSIS. Por lo tanto, lo que hay que hacer en lo inmediato es velar porque los cristianos desplazados, que perdieron todo, sean bien acogidos, tengan alimento, vestimenta, un lugar donde vivir. La mayoría de ellos están en la región kurda; las autoridades kurdas hacen lo mínimo, pero no alcanza. La Iglesia local se ocupa también por supuesto.
¿Conocen el número de refugiados cristianos de Irak?
No con exactitud. En Mosul, hay que decirlo, ya no quedaban muchos cristianos, eran unos pocos miles, pero muy cerca de Mosul, hay ciudades y pueblos esencialmente cristianos como Qaraqosh que tiene 45.000 habitantes casi todos cristianos. Esa gente todavía no ha huido pero está en inminente peligro, bajo amenaza permanente de un ataque, y en ese caso habrá decenas de miles de refugiados.
¿Qué se puede hacer entonces?
Se debería formar en la ONU una coalición que pueda restablecer el orden en Irak, pero eso lleva mucho tiempo y mientras tanto el país está en ruinas. Y lo peor es que se está haciendo lo mismo en Siria: se voltean regímenes -eran tiranos, por supuesto- pero se derrocó un estado de derecho dejando el terreno libre a milicias ultra violentas.
Lo urgente entonces es que Occidente –léase Francia, Gran Bretaña- cambie de estrategia en la región y deje de sostener a los rebeldes. Porque no estamos contentos con lo que hacen los rebeldes en Irak pero los apoyamos en Siria. Y son los mismos grupos. Si Occidente dejara de apoyar a los rebeldes islámicos quizá la situación se calmaría. Claro que no es sólo Occidente. Los rebeldes antes que nada son apoyados por Qatar, Arabia Saudita, Turquía... pero nosotros estamos aliados con ellos. Por eso el anuncio de Francia de que va a recibir a refugiados no es coherente, ya que al mismo tiempo apoya a los rebeldes en la región.
¿Qué es la AED y cuál es su vínculo con El Vaticano?
Somos una fundación pontificia, directamente vinculada al Vaticano, dependemos de la Congregación para el Clero, porque nuestros programas están esencialmente dirigidos a los sacerdotes. Nos ocupamos, por ejemplo, de la formación de seminaristas, la formación continua de sacerdotes; también de la construcción de iglesias, seminarios; la provisión de medios de transporte, autos, motos, barcos, bicicletas, para la misión, ofrendas y todo lo que hace a la presencia de la Iglesia en los medios. Estamos en 20 países, estamos en España, en América Latina tenemos oficina en Brasil, Chile y próximamente vamos a abrir una en México. Pero asistimos a la iglesia en 150 países, incluso en Argentina, donde tenemos varios proyectos. Nuestro presupuesto se divide en cuatro partes iguales entre Sudamérica, África, Asia –incluyendo Medio Oriente- y Europa del Este incluyendo Rusia. Nosotros no tenemos estructura en cada lugar, nuestros partenaires son las iglesias locales, curas, monjas, que presentan un proyecto, que debe tener el visto bueno del obispo del lugar. Francia es el principal contribuyente, pero la sede central está en Alemania por razones históricas.
¿Y en Cuba?
Inicialmente, nuestra obra, fue fundada en 1947, estaba destinada a los cristianos de detrás de la Cortina de Hierro, por lo tanto siempre fuimos muy sensibles a la persecución religiosa en los regímenes dictatoriales y bajo ideologías totalitarias, en particular de signo comunista, y seguimos estando muy atentos a los que pasa en China, Vietnam, Corea del Norte, Laos y evidentemente también en Cuba. Tenemos muchísimos proyectos allí. Se trata de un país en el cual la libertad religiosa está muy limitada, donde la Iglesia ha sufrido mucho, pero constatamos desde hace unos 15, después de la visita de Juan Pablo II, y también más tarde, con el viaje de Benedicto XVI, que hay un ligero progreso, que hay que alentar. No estamos en una situación ideal, pero las cosas van mucho mejor.