El 28 de junio de 1919 se creó la Sociedad de Naciones. Fue uno de los frutos del Tratado de Versalles, que buscó reorganizar Europa tras la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918).
Este órgano supranacional, que comenzó con 26 miembros y luego se extendió a 63, pretendía regular las relaciones internacionales y arbitrar los conflictos para garantizar la paz. Sin embargo, fracasó estrepitosamente y sólo 20 años después el mundo estaba frente a una nueva conflagración, que multiplicó los niveles de muerte y destrucción de la anterior.
De esa derrota nació la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 24 de octubre de 1945, un mes después de concluida la Segunda Guerra Mundial.
"Se creó como un acuerdo de los países aliados con la finalidad de mantener la paz y la seguridad de los estados miembros, inicialmente 51. Sin embargo, a pesar de ser el principal órgano internacional, por la representación actual de 193 estados, es impotente frente a decisiones unilaterales de algunos países", cuenta a Infobae María Cecilia Costero, doctora en Ciencias Políticas, especializada en Relaciones Internacionales, por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Si bien no se volvieron a producir guerras mundiales, los conflictos bélicos entre países y las matanzas de poblaciones civiles por sus propios gobiernos siguen siendo frecuentes en distintas partes del planeta. Frente a ellas, la ONU no logra imponerse y los estados actúan desoyendo sus advertencias.
"La brecha entre intereses generales e intereses particulares"
"Preservar la paz mundial es una tarea casi imposible. En este campo, la ONU depende del Consejo de Seguridad para decisiones de corto plazo, pero de gran envergadura. Es entonces cuando queda todo en manos de sólo cinco países con el poder de decisión", explica Mariano Aguirre, doctor en Estudios sobre Paz y Conflicto por el Trinity College de Dublín, y director del Centro Noruego de Construcción de la Paz (NOREF), en diálogo con Infobae.
No se puede comprender la inoperancia de la ONU para garantizar la paz sin entender el rol de su institución más decisiva: el Consejo de Seguridad. De acuerdo a la Carta de las Naciones Unidas, es el único órgano que puede tomar resoluciones ejecutivas y obligar a todos los miembros a cumplirlas.
"Es el que toma decisiones como aprobar el uso de la fuerza -continúa Aguirre-, imponer sanciones económicas y políticas, reprobar o aprobar lo que hacen los estados. Se supone que en la ONU las decisiones se toman en función del bien común del sistema internacional, pero los miembros del Consejo de Seguridad las negocian y adoptan en función de sus intereses particulares. La brecha entre intereses generales e intereses particulares es el drama de la ONU", agrega.
El Consejo está compuesto por 15 países. Diez tienen un mandato de dos años y van rotando, pero cinco son miembros permanentes: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China. Lo más polémico es que tienen poder de veto, de modo que basta con uno de ellos se oponga a una resolución para que quede sin efecto.
"La ONU se vio durante décadas permeada por la polarización Este-Oeste y el derecho a ejercer el veto impidió llegar a acuerdos. Los países grandes por sus aparatos industriales y militares son los que deciden", explica Costero.
La importancia de un trabajo invisible
"Naciones Unidas es una organización compleja, con múltiples cuerpos y agencias. Su misión se realiza a través de diversas actividades. Algunas son muy visibles, como las decisiones del Consejo de Seguridad. Otras, mucho menos, pero también importantes", dice Aguirre.
"Realiza tareas de información y tendencias sobre los países y regiones en campos de gran importancia. Trabaja durante años en negociar la construcción de regímenes jurídicos sobre cuestiones como armamento, medio ambiente y derechos humanos, hasta lograr que se firmen tratados. Realiza trabajos de desarrollo, construcción y gobernabilidad en estados institucionalmente frágiles. En algunas partes del mundo protege desde hace más de medio siglo a poblaciones en peligro, como los palestinos en los campos de refugiados, proveyendo desde alimentos hasta educación", agrega.
Quizás puedan parecer cuestiones menores frente a lo que supone evitar una guerra, pero todas estas tareas que realiza de manera silenciosa y cotidiana en las partes más postergadas del planeta marca una diferencia de vida o muerte para muchas personas en situación de riesgo. Por otro lado, si se siguen produciendo guerras sangrientas a pesar de que existe una institución supranacional para dar un marco de contención a los conflictos entre las naciones, ¿qué ocurriría si esta instancia ni siquiera estuviera vigente?
"Todo el trabajo y la filosofía de las agencias de la ONU son sumamente importantes, como son las estructuras dedicadas a la salud, la educación, la cultura, la migración y los refugiados, la alimentación, entre otros. Incide en informes sobre situaciones regionales específicas", dice Costero.
"Es un organismo internacional donde se debaten temas fundamentales de las relaciones del sistema internacional y de la agenda de cooperación mundial en temas que van desde el cambio climático hasta el derecho internacional, los temas de género y los nuevos debates", agrega.
Naciones Unidas ofrece un espacio institucionalizado de negociación que está presente para quienes quieren utilizarlo, lo que no es poco. Quizás el desafío sea darle un poder que le brinde mayores capacidades de acción, tanto para sancionar a los países que incumplen con sus normas, como para obligarlos a sentarse a negociar aunque no quieran. Como hacen los estados nacionales a su interior.
"A pesar de todo -dice Costero-, no hemos llegado a una tercera guerra mundial y se han producido avances, debates y encuentros. La ONU es el órgano internacional de mayor representatividad, creo que hay que perfeccionarla, no desbaratarla. Más allá de su ineficiencia para solucionar conflictos, ha ayudado en crisis humanitarias, ha fortalecido los acuerdos entre grupos de oposición en conflictos regionales, ha permitido la desmovilización de efectivos en conflictos bélicos, ha ayudado a la observación de procesos electorales, y ha promovido la mediación internacional para el fortalecimiento institucional, además del envío de personal médico y civil en áreas que lo necesitan".
Hacia una ONU con más poder
"Una reforma del Consejo de Seguridad, permitiendo la entrada de potencias regionales, como Brasil, India y Sudáfrica, daría una mayor representatividad al balance de poder que tiene hoy el sistema internacional de estados. A la vez, darle más poder al secretario general podría agilizar la toma de decisiones", explica Aguirre.
En el mismo sentido se manifiesta Costero. "Hace falta 'democratizar a las Naciones Unidas'. Este ha sido un largo debate, que implica desde incorporar a otros países en el Consejo de Seguridad, como México, Argentina, Alemania o Brasil, equilibrar el peso de los gobiernos y los intereses de los miembros permanentes, ampliar su número, incluir la participación de potencias medias con derecho en los procesos de decisión interna del organismo y con un nivel de aplicación de mecanismos de decisión más transparentes".
El desafío, entonces, más que expedir el certificado de defunción para la ONU por todas las metas que aún no pudo satisfacer, es pensar los mecanismos que pueden ir fortaleciéndola, aunque sea de a poco.
"La ONU debe ser preservada porque es la mayor institución multilateral del sistema internacional. Sus limitaciones son las que les imponen los estados. La misión de la ONU es que cada estado delegue poder en una autoridad que esté por encima de ellos en función del bien general. Es lo que hacemos al interior de los países: cada ciudadano y grupo de interés delega en la administración pública para que nos regule", dice Aguirre.
"
y representación,
. Después de la Segunda Guerra Mundial se llegó a comprender la necesidad de tener un 'regulador' por encima de los estados, pero todavía
", concluye.