Las imágenes provocan escalofríos. Una sala completamente vacía y oscura, con decenas de sillas y una mesa.
La cámara de seguridad registra lo que pasa. Al principio, como indica la lógica, nada.
Pero luego de algunos minutos, empiezan a ocurrir hechos sobrenaturales. Primero es una silla, que incomprensiblemente se adelanta, como si una persona la hubiera empujado desde atrás. Sólo que no se ve a nadie.
Luego llega el turno de una mesa. Nuevamente pasa lo mismo, se corre hacia atrás, como si alguien estuviera caminando y accidentalmente la golpeara al pasar.
Para aquellos que no dudan de la existencia de fantasmas, lo ocurrido en el auditorio ubicado en Romford, Essex, no tiene nada de extraño. Como en tantos otros lugares, espíritus de gente que murió, pero nunca abandonó este mundo, permanecen e interactúan con el entorno.
Esta hipótesis se vio reforzada por un dato insoslayable: horas antes de la ocurrencia de estos fenómenos, el reconocido mentalista Roy Roberts había realizado una exhibición allí.
Sin dejar pasar la ocasión para promocionarse a sí mismo, el medium habló inmediatamente después de que se difundiera el video, grabado el pasado domingo. "Ahora tenemos una prueba directa de la existencia de lo paranormal", dijo.
"Antes había sentido la presencia juguetona de un niño en un costado de la sala. Se ve que efectivamente fue eso", agregó en diálogo con MailOnline.
Jai Sepple, que administra el Teatro Brookside, en el que se realizó el evento, aseguró que no es la primera vez que ocurren este tipo de cosas allí.
"El único motivo por el que revisamos el video de seguridad fue porque cuando llegamos el lunes a la mañana vimos que la silla estaba corrida de la fila", dijo.
"En el pasado, nos habíamos encontrado con las huellas de un niño en el vestíbulo y un actor nos dijo que había visto una figura extraña, que se desvaneció cuando la fue a buscar. Otro nos contó que una vez algo o alguien lo había empujado en un baño, pero no había nadie allí", concluyó.
El auditorio es un lugar con mucha historia. Primero fue un monumento de la Segunda Guerra Mundial, y luego un asilo de ancianos, hasta que lo convirtieron en teatro.