Se cumplieron 36 años del nacimiento de Louise Brown, la mujer que siempre será recordada como "el primer bebé de probeta". Las técnicas evolucionaron muchísimo desde aquel momento, pero más sorprendentes son los cambios sociales que fueron acompañando ese progreso de la ciencia.
En la Argentina en particular, luego de la existencia de una ley de matrimonio igualitario, y de una ley nacional de cobertura de reproducción asistida y ante la tendencia creciente a la postergación de la búsqueda de hijos, los tratamientos de reproducción asistida presentan cada vez más opciones para cumplir el sueño de tener una familia.
Nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió primero, si la aceptación social que permitió la creación de nuevos vínculos o si estos vínculos lograron instalarse y ser aceptados socialmente. Sin embargo, nadie duda de que los tratamientos de reproducción asistida abrieron la puerta para los nuevos modelos de familia. Además de una pareja de hombre y mujer, hoy una mujer sola, un hombre solo, una pareja de mujeres o una pareja de hombres pueden también soñar con vivir un embarazo y formar una familia.
Para tratar de entender los cambios sociales que fueron de la mano de los avances científicos en los últimos años, Infobae habló con la licenciada Patricia Alkolombre (MN 9230), psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y enlace del Comité de Mujeres y Psicoanálisis de la IPA, para quien "desde el nacimiento del primer bebé de probeta se produjo una verdadera 'revolución' en los modos de armado de una familia, ya que la tecnología modificó el acceso a la parentalidad en hombres y mujeres, y esto es algo inédito en la historia".
La autora de los libros Deseo de hijo. Pasión de hijo y Travesías del cuerpo femenino, consideró que "la fertilidad asistida trajo, por un lado, enormes posibilidades para las parejas con dificultades en la llegada de los hijos y al mismo tiempo abrió alternativas que hasta entonces no existían en las parejas homosexuales y en las monoparentalidades, esto es, hombres solos o mujeres solas que desean ser padres y recurren a las técnicas reproductivas".
Son cambios en la sociedad que seguramente podrán verse con el tiempo y que no tienen marcha atrás. La realidad es que hoy en día son tantas y tan variadas las formas de nacer: por fertilidad natural, por fertilidad asistida, por donación de óvulos o de esperma, por alquiler de vientre... Las combinatorias se multiplican.
Sobre si la familia como institución resultó modificada, Alkolombre opinó que "la familia en realidad se mantiene, es el lugar de crianza y de convivencia de los padres con los hijos. Lo que sí se modificó es el modo en que se constituye" y resaltó que "conviven hoy en día en la sociedad familias tradicionales, familias ensambladas (post divorcios), familias de parejas homosexuales y familias constituidas por un solo miembro, puede ser el padre o la madre".
En el marco de las nuevas configuraciones familiares, los avances científicos ya trajeron cambios en muchos aspectos de la vida. Hay muchos niños y jóvenes nacidos por fertilidad asistida a esta altura, ya pasaron 36 años del primer nacimiento.
"El tema de los orígenes es uno de los interrogantes que más preguntas despiertan, tanto en los padres como en los niños. Es un tema instalado en la sociedad: quién es el padre o la madre cuando hay donación de óvulos o esperma", destacó la especialista, para quien "otro cambio grande se dio en la fertilidad en el hombre, ya que no puede llevar adelante un embarazo por razones obvias, por eso mismo es algo inédito que hoy un hombre solo pueda decidir ser padre, a través de la donación de óvulos y el alquiler de vientre".
Asimismo, es cada vez más frecuente que mujeres jóvenes piensen en congelar sus óvulos, o cuando avanza su vida y no consolidan una pareja estable, piensen en ser madres a través de la donación de esperma. "Son todos cambios que aportan los avances científicos y que inciden en la vida de las personas. Es posible que se profundicen, y en este sentido hay mucho para investigar y pensar", remarcó Alkolombre.
De los cambios científicos a los cambios sociales
La historia de la fertilización asistida comenzó en 1978, cuando gracias a investigaciones llevadas a cabo por los doctores Patrick Steptoe y Robert Edwards –este último galardonado años después con el Premio Nobel de Medicina– nació la primera niña de probeta, Louise. En aquellos años el tratamiento consistía en fecundar dentro de una placa de Petri el óvulo extraído de la mujer con el esperma de su marido para, y luego de dos días de cultivo in vitro, devolverlo al útero materno.
Hoy, en 2014, la Argentina marca un nuevo récord mundial: una mujer de 40 años tiene una niña concebida con óvulos criopreservados hace 14 años, el período más largo de almacenamiento de gametos femeninos seguido de nacimiento vivo.
Los avances científicos permiten soñar con nuevos modelos de familia, y los cambios sociales se hacen eco:
Familias monoparentales: mujeres solas y hombres solos la mayor parte de las veces llegan a la consulta en un momento de la vida –alrededor de los 40 años– en que no tienen pareja y no desean esperar para buscar un hijo. Las mujeres, a quienes el reloj biológico les suena y saben que en algún momento perderán la posibilidad de concebir, pero también a los hombres que, cada vez más informados, saben desde hace unos años y gracias a investigaciones científicas que –aunque más lentamente– también a ellos el tiempo les corre.
El doctor Sergio Pasqualini (MN 39914), director científico de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación Repro, explicó que a la mujer sola se le realiza una evaluación física, un interrogatorio y estudios hormonales y se evalúan las posibilidades según los resultados. "En estos casos aparece una necesidad: el semen de banco. Se requerirá una muestra concordante con el perfil genético de la paciente y podrá recurrirse a la inseminación intrauterina, pero en caso de que la mujer presente problemas reproductivos deberán utilizarse técnicas de fertilización in vitro", detalló, al tiempo que aclaró que, en algunos casos, debido a la edad avanzada de la paciente es necesario recurrir también a la ovodonación.
Por su parte, la evaluación del hombre solo es más simple porque requiere de una muestra de semen, o varias. En este caso, aparecen dos necesidades: un óvulo donado y un útero para llevar adelante el embarazo. En algunos casos puede ser la misma mujer, pero en general no lo es. La búsqueda de un útero subrogado no es tarea fácil. El asesoramiento legal es fundamental en estos casos, ya sea que lo realice en el país o en el exterior.
Parejas del mismo sexo: desde la aprobación del matrimonio igualitario en nuestro país en julio de 2010 mediante la Ley 26.618, cada vez más mujeres y hombres se animaron a buscar formar sus propias familias. En el caso de una pareja constituida por dos mujeres, ambas deben ser evaluadas desde el punto de vista de la fertilidad. "Porque si bien muchas veces ellas vienen decididas sobre quién llevará el futuro bebé en su vientre, a veces esa no es la mejor opción en cuanto a posibilidades se refiere", aseguró Pasqualini. Además, se presenta como necesidad en estos casos el semen de banco.
En el caso de las parejas de hombres, se sugiere que en primera instancia entren en contacto con abogados especialistas en derecho de familia internacional que pueden asesorarlos sobre toda la parte legal. Y, mientras tanto, se avanza con los estudios a ambos miembros. Puede requerirse también un perfil hormonal, además de los espermogramas. Y luego, es posible recurrir a un óvulo donado, que deberá ser fecundado en laboratorio mediante técnicas de reproducción asistida de alta complejidad –FIV convencional o ICSI– e implantado en un vientre subrogado. En algunos casos, puede realizarse una inseminación intrauterina a quien será la mujer subrogante.
Parejas heterosexuales: estas parejas tienen a disposición todas las opciones. Deberá evaluarse a ambos miembros por separado y, dependiendo de los resultados, se decidirán las opciones de tratamiento. "Puede recurrirse a técnicas de baja complejidad, como las relaciones sexuales programadas o la inseminación intrauterina, con o sin estimulación, o si hay problemas reproductivos que así lo requieran, utilizar técnicas de alta complejidad como la fertilización in vitro convencional o la técnica de inyección intracitoplasmática de espermatozoide (ICSI), en la cual un único espermatozoide es inyectado dentro de un óvulo en lugar de colocar la muestra en laboratorio junto al óvulo para que un espermatozoide logre la penetración y fecundación", puntualizó el especialista.
En todos los casos, lo importante es que lleguen a consulta y exploren junto al médico las distintas posibilidades que la ciencia ofrece en la actualidad para poder formar una nueva familia en la sociedad de hoy.