El Mundial está en su recta final, pero los escándalos no paran de salir y copar toda la escena. Hace unos días, todo pareció calmarse luego que la Policía de Río de Janeiro lograra desbaratar una banda que se dedicaba a la reventa de entradas, donde el 'cabecilla' era un argelino de 57 años, llamado Mohamadou Lamine Fofana.
Esta operación (denominada 'Operativo Jules Rimet') dio sus frutos, ya que mediante a él llegaron a un verdadero 'pez gordo': Raymond Whelam. Esta persona es el director ejecutivo de la empresa Match, la elegida por FIFA para encargarse oficialmente de la comercialización de las entradas.
Mientras todo esto sucedía, la Asociación del Fútbol Argentino quedó involucrada, ya que, además de las sospechas que había sobre ella, comenzaron a salir a la venta en el 'mercado negro' entradas con los nombres de, nada más ni nada menos, que Julio Grondona y Humerto Grondona, quien salió rápidamente a defenderse.
Luego, fue el turno de Ezequiel Lavezzi, quien supuestamente le dio entradas a la barra de Rosario Central (club del cual es hincha). Un simpatizante argentino asegura que ellos le vendieron un remanente a cambio de 1.000 dólares para el cotejo ante Suiza. Si bien esta persona dudaba de la veracidad del ticket, el "Canalla" afirmó que la novia del punta se las había entregado.
Igualmente, todo esto no culminó acá, ya que ahora otro futbolista quedó 'salpicado': Javier Mascherano, una de las voces de mando dentro del plantel de Alejandro Sabella. Según pudo averiguar PLAYFUTBOL, el hermano del hombre del Barcelona revendió entradas para el debut de Argentina ante Bosnia, a cambio de 800 dólares.
Cabe destacar que la AFA consigue 700 tickets por partidos que sólo pueden ser entregados a sponsors, empresas y allegados a la entidad. Mientras que, por reglamento de la FIFA, a los jugadores de cada Selección se les reserva cuatro entradas de protocolo y se les da la posibilidad de adquirir otras cuatro más.