En un nuevo capítulo en la controversia sobre el uso de drones, vehículos aéreos de combate no tripulados, Desert Wolf, una firma sudafricana, atrajo el repudio de varios organismos internaciones por su nuevo lanzamiento: un dron cuya función es dispersar protestas. La empresa realizó su primera venta del producto a una compañía minera internacional no identificada, que compró 25 unidades, según informa The Verge.
"Es un desarrollo muy perturbador y repugnante y estamos convencidos de que cualquier gobierno razonable se apresurará a detener el despliegue de tecnología avanzada de batalla sobre trabajadores o el público involucrado en legítimas protestas y manifestaciones", declaró un vocero de la Confederación Sindical Internacional, la más grande del mundo.
Considerado un "helicóptero antidisturbios", el llamado Skunk (zorrillo, en inglés) mantiene sus 45 kilogramos de peso en el aire gracias a ocho motores, cada uno con su propia hélice. Sus principales armas son láseres cegadores (los cuales están prohibidos por los Convenios de Ginebra) y cuatro cañones que pueden disparar balines de goma, pintura o gas pimienta con una cadencia individual de 20 por segundo. Con una carga máxima de 4 mil balines, puede disparar toda su munición en tal sólo 200 segundos. Además, entre sus instrumentos "no agresivos" se encuentran luces estroboscópicas y altoparlantes para alejar a las muchedumbres.
"Estas armas no pueden ser lo suficientemente controladas como para evitar causar daños serios, especialmente a los ojos. Muchas armas 'no letales' para el control de multitudes pueden y suelen matar", explicó Mark Gubrud, miembro del Comité Internacional para el Control de Armas Robóticas.
El Skunk será manipulado por dos personas: una para pilotearlo y otra para el manejo de las armas. Además, una tercera persona las vigilaría a ambas para asegurarse de que no se cometan excesos. El equipo completo costará u$s46 mil, y Desert Wolf espera que su éxito con la compañía minera dé paso a más pedidos de compra alrededor del mundo.