Obama señaló que Washington, que ya incrementó su capacidad de inteligencia en el país, estaba preparado para enviar más de 300 asesores militares para analizar cómo entrenar y equipar a las fuerzas iraquíes.
"Nosotros no podemos enviar nuestras tropas para arreglar el problema. No podemos comprometer la sangre de los estadounidenses. Sí debemos evitar una guerra civil que desestabilizaría toda la región", aseguró el presidente de Estados Unidos en su declaración pública.
Obama hizo estas declaraciones para explicar el accionar estadounidense en la zona ante la avanzada yihadista. La organización terrorista sunita del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL), apoyada por los partidarios del régimen del presidente derrocado Saddam Hussein, controla buena parte del centro y del norte del país, como Mosul, la segunda ciudad del país. Su objetivo es crear un Estado islámico en una zona fronteriza con Siria.
El mandatario reunió al equipo para la seguridad nacional de su administración en el Situation Room de la Casa Blanca para analizar la situación en Irak, en una suerte de auténtico "consejo de guerra". Además del presidente Obama y los más cercanos consejeros de su equipo, están presentes el jefe del Pentágono, Chuck Hagel; el secretario de Estado, John Kerry; la responsable de Seguridad Nacional, Susan Rice; el jefe de los Servicios Secretos, James Clapper; el de la CIA, John Brennan; el jefe de Estado Mayor interfuerzas, Martin Dempsey; y la responsable de antiterrorismo, Lisa Monaco.
Además, Obama exhortó a Irán, de mayoría chiita, a enviar un mensaje contra el sectarismo a Irak.
"Irán puede tener un rol constructivo si envía el mismo mensaje que nosotros al gobierno de Irak: que los iraquíes pueden vivir juntos si integran" todas las comunidades sunitas, chiítas y kurdas, afirmó el mandatario durante una alocución en la Casa Blanca. "Si Irán interviene sólo militarmente en nombre de los chiítas, (...) la situación probablemente empeorará".