La batalla de Normandía fue el acontecimiento que cambió el curso de la historia del mundo, ya que el Día D - Operación Overlord (6 de junio de 1944) fue el comienzo de la derrota de Adolf Hitler y su régimen perverso. La reconquista de Europa, en poder del nazismo, fue, sin duda, el objetivo estratégico aliado más importante en esa etapa de la Segunda Guerra Mundial.
Tras Stalingrado, la invasión a Italia, las operaciones en los Balcanes y la posibilidad de abrir un segundo frente, como exigía Stalin, nada superaba las expectativas que hicieran pensar en una victoria sobre el Tercer Reich. Solamente las conquistas en el norte de África -El Alamein, en 1942 y Túnez, en 1943-, habían llevado algún alivio a los Aliados.
La Operación Overlord fue decidida el 6 de diciembre de 1943, entre Franklin D. Roosevelt y Winston S. Churchill. Acordaron, superando disidencias políticas y estratégicas, que el comandante de esa operación sería el general Dwight David Eisenhower.
La invasión de Normandía representó el esfuerzo supremo de los Aliados, que culminaría el 2 de mayo de 1945 con la caída de Berlín y la rendición de la Alemania nazi, y para tener una idea de la magnitud de esta batalla, basta mencionar que el Día D las Fuerzas Aliadas empeñaron 2.395 aviones de transporte, 867 planeadores que llevaban paracaidistas, 2.219 aviones de combate, 4.266 buques de guerra, incluidas las heroicas barcazas de desembarco. El total general, contabilizaban en el momento del inicio de la Operación Overlord, sumó 2.876.439 hombres: la más grande operación militar jamás imaginada.
Después de meses de planeamiento quedaron seleccionadas cinco zonas de desembarco en las playas de la costa norte de Francia, frente al Canal de la Mancha, bautizadas Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. La selección del Día D e incluso la mejor hora para comenzar las hostilidades, tampoco fue fácil, ya que hasta último momento el día elegido era el 5 de junio. Finalmente, el mal tiempo de ese principio de mes borrascoso hizo que el general Eisenhower tomara la arriesgada decisión de lanzar la invasión el día 6.
Debieron considerar cuidadosamente no sólo las zonas de desembarco de las ingentes divisiones aliadas, sino que, también, tuvieron que tener en cuenta las fases de la luna, el clima y la evolución de las mareas, porque el flujo de éstas, que no se daba en forma simultánea en todos los puntos, impuso que se seleccionara una hora distinta para cada lugar de desembarco.
Eisenhower enfrentaba, al otro lado del Canal, al mariscal Karl von Rundstedt, que a principios de 1942 se había hecho cargo del sector occidental del frente alemán (Francia, Bélgica y Holanda). Los errores alemanes fueron muchos, pero los historiadores coinciden en que el mayor de todos fue que Hitler se arrogó el derecho de impartir órdenes directas a los subordinados de Rundstedt, lo que creó, con esta actitud, una crisis de autoridad y disciplina.
La batalla, que se inició el 6 de junio, se extendió por toda la Francia ocupada. Mientras Hitler reemplazaba comandantes por sospechas de traición, el 16 de agosto los canadienses ocuparon Falaise, y el general Patton entraba en Orleans; luego Chartres y un día después alcanzó Dreux. Las Fuerzas Aliadas habían logrado establecer una cabeza de puente sobre el río Sena, al noroeste de París. Con esto, su liberación estaba asegurada, sólo era cuestión de tiempo.
El 25 de agosto, la segunda división francesa, al mando del general Philippe Leclere, entraba victoriosa a París. La batalla de Normandía había llegado a su fin y el poder de Hitler se derrumbaba definitivamente, gracias al éxito de la Operación Overlord. La definitiva liberación de Europa y la paz mundial estaban cada vez mas cerca.