Carta de Francisco a Zaffaroni: "Endurecer las penas con frecuencia no logra disminuir la delincuencia"

A través del juez de la Corte Suprema y sus colaboradores, el Papa envió una carta a la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología para abogar contra el aumento de los castigos

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 AFP 162
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El papa Francisco en persona intervino en la discusión que se generó en la Argentina en torno a la discusión por el nuevo Código Penal y las distintas propuestas para hacer frente al crimen. El Sumo Pontífice se comunicó este fin de semana con el titular de la comisión encargada de redactar el anteproyecto, Roberto Carlés, para enviarle una carta dirigida al juez Eugenio Raúl Zaffaroni, en su carácter de secretario ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología. El mensaje aboga contra el endurecimiento de las penas, critica la cobertura que muchas veces realizan los medios de comunicación de los casos policiales y pide trabajar tanto por la inclusión social de los delincuentes como por la reparación de las víctimas.

"En nuestras sociedades tendemos a pensar que los delitos se resuelven cuando se atrapa y condena al delincuente, pasando de largo ante los daños cometidos o sin prestar suficiente atención a la situación en que quedan las víctimas. Pero sería un error identificar la reparación sólo con el castigo, confundir la justicia con la venganza, lo que sólo contribuiría a incrementar la violencia, aunque esté institucionalizada. La experiencia nos dice que el aumento y endurecimiento de las penas con frecuencia no resuelve los problemas sociales, ni logra disminuir los índices de delincuencia", advirtió.

En el texto, firmado de su puño y letra, Francisco recordó que el endurecer las penas puede "generar graves problemas para las sociedades, como son las cárceles superpobladas o los presos detenidos sin condena". "En cuántas ocasiones se ha visto al reo expirar su pena objetivamente, cumpliendo la condena pero sin cambiar interiormente ni restablecerse de las heridas de su corazón", preguntó.

Por eso, el Papa consideró que "el gran reto a cumplir en materia de seguridad (es) no contentarse con reprimir, disuadir y aislar a los que causaron mal sino ayudarlos a recapacitar y transitar por las sendas del bien". Con ese fin, recordó que la Iglesia "plantea una Justicia que sea humanizadora, genuinamente reconciliadora, que lleve al delincuente a través de un camino de esforzada penitencia a su rehabilitación social y total reinserción en la comunidad".

Fechada en el Vaticano el 30 de mayo pasado, la carta sostiene que "el Señor ha ido enseñando que hay una asimetría necesaria entre el delito y la pena, que un ojo o un diente roto no se remedia rompiendo otro" y que se trata de "hacer Justicia a la víctima, no de ajusticiar al agresor".

El mensaje advierte también que de los medios de comunicación "depende informar rectamente y no contribuir a crear alarma o pánico social cuando se dan noticias de hechos delictivos". "Están en juego la vida y la dignidad de las personas, que no pueden convertirse en casos publicitarios, condenado a los presuntos culpables al descrédito social antes de ser juzgados o forzando a las víctimas, con fines sensacionalistas, a revivir públicamente el dolor sufrido", indicó.

Francisco recordó también que "la delincuencia hunde sus raíces en las desigualdades económicas y sociales, en las redes de la corrupción y en el crimen organizado" y destacó que para prevenir este flagelo "no basta tener leyes justas", sino que también "es necesario construir personas responsables y capaces de ponerlas en práctica".

Para eso, el Sumo Pontífice realizó votos en su mensaje para que se den los pasos necesarios "para que el perdón no se quede únicamente en la esfera privada, sino que alcance una verdadera dimensión política e institucional y así crear unas relaciones de convivencia armoniosa". "Cuánto bien se obtendría si hubiera un cambio de mentalidad para evitar sufrimientos inútiles, sobre todo entre los más indefensos", consideró.

El Papa rogó a los juristas a quienes envió su carta que sus discusiones "vayan en ese sentido", ya que es allí donde "radica la diferencia entre una sociedad incluyente y otra excluyente que no pone en el centro a la persona humana y prescinde de los restos que ya no le sirven". "Que el Senor Jesús, que fue despojado inícuamente de todo, les conceda el Don de la sabiduría para que sus diálogos y consideraciones se vean recompensadas con el acierto", concluyó.


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