Una particular teoría expuesta en un flamante libro que verá la luz el próximo 3 de junio echa luz sobre una de las muertes más misteriosas de los últimos 50 años: la de la actriz y modelo Marilyn Monroe, una de las mujeres más bellas y polémicas del siglo pasado y a quien se la vinculó con los hombres más encumbrados del poder norteamericano.
Se trata del libro Marilyn Monroe: A case for Murder, que escribieron los periodistas de los Estados Unidos Richard Buskin y Jay Margolis. Las teorías conspirativas que se tejieron en torno al fallecimiento de la "rubia icónica" de Hollywood fueron interminables. Y esta última hipótesis de los dos autores norteamericanos las alimenta.
Es que Buskin y Margolis descartan la explicación oficial de que Monroe murió a causa de una sobredosis de fármacos. Según su investigación, el mayor "símbolo sexual" de los años 50 fue asesinada y la orden partió de lo máximo del poder norteamericano: el influyente hermano de John F. Kennedy, por entonces presidente de los EEUU, Robert Kennedy.
Los autores explican que la orden la dio "Bobby" luego de que la actriz amenazara con convocar una conferencia de prensa en la cual revelaría a todo el mundo el romance que mantenía tanto con él como con su hermano jefe de Estado. Robert temió que esa rueda de prensa pudiera acabar con la carrera política, la familia y con la reputación del presidente. Pero también con la suya.
Según explica Buskin, el mensaje de Robert Kennedy fue claro: "Bobby, con la ayuda de su cuñado, el actor Peter Lawford, ordenó al psiquiatra de Marilyn, Ralph Greenson, administrarle una inyección letal antes de orquestar un plan para hacer creer que había sido un suicidio". Según cuentan en el libro, la tarea encomendada a Greenson fue un desastre. Según los miembros del servicio de Urgencias de Los Ángeles de ese entonces, Marilyn tenía una costilla rota, producto de la torpeza del médico, que no supo administrar bien la inyección letal.
La relación amorosa entre Marilyn y Robert nació en el momento en el que éste intercedió personalmente para terminar con el acoso telefónico que la rubia le propinaba a su hermano, el presidente JFK. Sin embargo, tras dos días de discusiones en la casa de un empresario con supuestos vínculos con la mafia, ambos comenzaron un nuevo romance. A partir de ese momento, la obsesión de Marilyn se trasladó desde el mayor de los Kennedy a quien era el fiscal general de la Nación.
La decisión de Robert fue tomada luego de una presunta discusión que ambos mantuvieron en la casa que la actriz tenía en Los Ángeles. Allí, la mujer, en un ataque de histeria, habría intentado acuchillar al funcionario de gobierno. La situación fue controlada por quienes acompañaban al hombre más influyente del gabinete norteamericano. Intentaron armar una escena de consumo de fármacos, pero no resultó. Por eso, llamaron a Greenson para que se ocupara de preparar el escenario que daría pie a la creencia de que Marilyn había muerto a causa de sus excesos.
Sin embargo, la actuación de Greenson fue patética, según relatan los autores del libro: "Extrajo un líquido de una botella que tenía una tapa de goma y llenó la jeringuilla. Tanteó por entre las costillas como un aficionado. Entonces empujó la jeringuilla en el pecho de ella. Pero no lo hizo bien. Quedó clavada en el hueso, en una costilla. En vez de intentarlo de nuevo, empujó, con su cara en tensión por el esfuerzo físico de empujar. Empujó muy fuerte hasta que la aguja traspasó la costilla, con un chasquido cuando se rompió el hueso", según consigna el diario español El Mundo.
En el libro, Buskin y Margolis explican su teoría sobre cómo pudo ser que ninguna de las maniobras y la mala praxis en la escena de la muerte de Marilyn no aparecieran en la autopsia "oficial". Y recoge un testimonio de 1985 de la ex ama de llaves de la rubia (Eunice Miller, para la BBC) donde contaba -sin saber que estaba siendo grabada- que cuando llegaron los servicios de emergencia de Los Ángeles, su jefa estaba aún con vida.