El papa Francisco celebró un encuentro histórico con el patriarca ortodoxo Bartolomé I en la iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, para sellar simbólicamente la unidad de los cristianos.
"Nuestra reunión -un nuevo encuentro de los Obispos de las Iglesias de Roma y Constantinopla, fundadas a su vez por dos hermanos, los Apóstoles Pedro y Andrés- es fuente de profunda alegría espiritual para nosotros", afirmaron.
"Representa una ocasión providencial para reflexionar sobre la profundidad y la autenticidad de nuestros vínculos, fruto de un camino lleno de gracia por el que el Señor nos ha llevado desde aquel día bendito de hace cincuenta años", agregaron.
A este respecto, ambos subrayaron que "nuestro encuentro fraterno de hoy es un nuevo y necesario paso en el camino hacia aquella unidad a la que sólo el Espíritu Santo puede conducirnos, la de la comunión dentro de la legítima diversidad".
"El abrazo que se dieron el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras aquí en Jerusalén, después de muchos siglos de silencio, preparó el camino para un gesto de enorme importancia: remover de la memoria y de la mente de las Iglesias las sentencias de mutua excomunión de 1054", recordaron.
Un gesto que Francisco y Bartolemé I admiten que no ha sido suficiente en el largo camino que aún queda por recorrer para quitar las trazas de un conflicto que en ocasiones ha incluido actos de violencia.
"Aun siendo plenamente conscientes de no haber alcanzado la meta de la plena comunión, confirmamos hoy nuestro compromiso de avanzar juntos hacia aquella unidad por la que Cristo nuestro Señor oró al Padre para que "todos sean uno", subrayaron.
Una unidad que también debe fundamentarse, insistieron, en la defensa de los más desfavorecidos, de la dignidad de la persona humana, en cada estadio de su vida, y de la santidad de la familia basada en el matrimonio, en la promoción de la paz y el bien común y en la respuesta ante el sufrimiento que sigue afligiendo a nuestro mundo".
"Reconocemos que el hambre, la pobreza, el analfabetismo, la injusta distribución de los recursos son un desafío constante. Es nuestro deber intentar construir juntos una sociedad justa y humana en la que nadie se sienta excluido o marginado", recalcaron.
"Invitamos a todos los cristianos a promover un auténtico diálogo con el Judaísmo, el Islam y otras tradiciones religiosas. La indiferencia y el desconocimiento mutuo conducen únicamente a la desconfianza y, a veces, desgraciadamente incluso al conflicto", apostillaron.
El Papa arribó con una hora de retraso al Santo Sepulcro, uno de los lugares más emblemáticos para la cristiandad, debido a que previamente mantuvo un encuentro privado con Bartolomé, explicó el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi.
En la ceremonia ecuménica en la Basílica del Santo Sepulcro participaron los católicos de Tierra Santa, el arzobispo copto, el arzobispo sirio, el arzobispo etíope, el obispo anglicano, el obispo luterano y otros obispos.
El Papa Francisco y el Patriarca ingresaron al Santo Sepulcro acompañados de los tres superiores de la comunidad del "Statu quo": la grecoortodoxa, la franciscana y la armenia apostólica.
La ceremonia comenzó con un coro que recitó una plegaria común y luego Francisco y Bartolomé I leyeron respectivas partes del Evangelio sobre la resurrección de Jesús.
El Papa ingresó a la plaza por la puerta del Muristan, mientras que Bartolomé I entró por la puerta de Santa Elena.
Los dos se encontraron en medio de la plaza donde intercambiaron un abrazo fraterno.
Tras el abrazo, Francisco brindó unas palabras, en que recordó su intención de hermanar a los pueblos: "No hagamos oídos sordos al fuerte llamamiento a la unidad que resuena en este lugar, y las palabras de aquel, resucitado, que nos llama a todos 'mis hermanos'".
Además, aclaró que "hemos de reconocer con gratitud que ha sido posible que el pulso del Espíritu Santo ayude a dar pasos importantes para la unidad. Somos conscientes que aún queda camino por delante. Las divergencias no deben intimidarnos ni paralizar nuestro camino".