Después de arribar a Amán a las 13:00 hora local y reunirse con el rey Abdalá y su familia minutos después, el papa Francisco llegó al Estadio Internacional de la capital de Jordania para oficiar su primera eucaristía en esta gira por Tierra Santa.
Lo esperaba una multitud de más de 50 mil personas que lo ovacionaron al ritmo de la música especialmente preparada para él, que recorría en un papamóvil sin protecciones especiales la pista de atletismo, mientras el público agitaba sus pañuelos y soltaba los globos. Una fiesta a la que no le faltó el viento, que provocó que el Sumo Pontífice perdiera reiteradas veces el solideo, dándole así trabajo extra a la custodia que lo seguía.
"Aquí nos encontramos no muy lejos del lugar en el que el Espíritu Santo descendió sobre Jesús, después del bautismo de Juan en el Jordán", dijo Francisco al comienzo de su homilía.
"Así pues -continuó-, el Evangelio de este domingo, y este lugar al que gracias Dios he venido en peregrinación, nos invitan a meditar sobre el Espíritu Santo, que realiza tres acciones: repara, unge y envía"."Las diversas intervenciones del Espíritu Santo -dijo- forman parte de un único proyecto divino de amor. Su misión consiste en generar armonía, y obrar la paz en situaciones diversas. La diversidad de personas y de ideas no debe provocar rechazo porque la variedad es siempre una riqueza".
En un claro mensaje sobre los conflictos que atraviesa la región, Francisco se refirió a la importancia del perdón y la reconciliación. "Hoy invoco al Espíritu Santo, pidiendo que prepare el camino de la paz y de la unidad. Es necesario realizar gestos de fraternidad, de perdón y de reconciliación, premisas para una paz sólida y duradera. Para sentirnos todos hermanos y para alejar de nosotros los rencores y las divisiones. Es lo que nos pide Jesús en el Evangelio".
"El mundo nos pide esto -precisó-: llevar la paz, ser sus testigos. La paz no se puede comprar, no se vende. Es un don que hemos de buscar pacientemente. Construir artesanalmente. Mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano".
Para terminar, el Sumo Pontífice envió un saludo especial a los millones de refugiados que padecen en Medio Oriente. "Mi corazón se dirige también a los numerosos refugiados cristianos. Todos nosotros, con nuestro corazón, dirijámosnos a todos ellos, a los numerosos refugiados provenientes de Palestina, Siria e Irak".
Previamente, habïa tenido su primera aparición ante los periodistas jordanos y de los países vecinos.
Con fuertes definiciones, el papa Francisco se metió de lleno en los conflictos de Medio Oriente. Tras aterrizar en suelo jordano, pidió "buscar la paz en la región", y comprometió a la Iglesia Católica a continuar con el diálogo interreligioso y la ayuda a los refugiados de guerra.