El operativo está en marcha. Lo confirmó Miki Rosenfeld, vocero de la policía israelí. El desafío es enorme porque el papa Francisco salta protocolos, se acerca a la gente y los peregrinos esperan eso de él en su periplo por Tierra Santa.
Para participar en algunos de los momentos históricos de la cargada agenda de Francisco, lo mejor será moverse a pie. Todos, desde los taxistas, los guías turísticos, pero también los militares –que vestidos de verde y con armas largas están apostados en cada esquina de la ciudadela- coinciden en que habrá que caminar.
Falta un día y medio para que el Pontífice pise suelo israelí: llegará el domingo 25 de mayo por la tarde, procedente de Belén. Así que los locales ya saben que el centro histórico estará complicado hasta el lunes por la noche, cuando el líder de la Iglesia volverá al Vaticano.
La "Operación Capa Blanca" está en marcha. Habrá 8.500 policías destinados a la misión. Además, el Shin Beth (servicio de seguridad interior) bregará por la seguridad del Papa y su comitiva. Siempre, en coordinación con los servicios italianos que lo acompañan desde Roma. También se dispusieron 320 cámaras de video para verificar cada rincón de la visita papal en la Ciudad Vieja.
Calles estrechísimas, mucha gente... el "mayor operativo del año", lo catalogó el propio vocero de la policía. Además, Rosenfeld informó recientemente que se emitieron órdenes de restricción contra ciudadanos relacionados con la extrema derecha judía.
El israelí explicó que hay 5 hombres que durante los próximos 3 días no podrán acercarse a los lugares donde el papa Francisco tiene pautado pisar. Es que la tensión subió en ese sector de la población cuando comenzó a sonar fuerte el rumor de un histórico acuerdo entre la Santa Sede e Israel sobre la soberanía del Cenáculo, el lugar donde se indica que tuvo lugar la Última Cena.
La preocupación por la seguridad de Francisco puso en alerta a los organizadores. El cura Jamal Diabes, del seminario latino, teme que la protección sea tal que el Pontífice termine caminando en una Jerusalén fantasma y no por un territorio santo repleto de fieles.
Aquí, de hecho, será la única estación de su peregrinación en la que no se trasladará en el ya tradicional papamóvil. Desde el Vaticano adelantaron que Francisco no usará vehículos blindados en este periplo. Es que su peregrinaje promueve el diálogo y la confianza; no hay espacio en su agenda para mostrarse asustado. Sí tendrá baño de multitudes en Amman el 24 de mayo y en Belén, el 25, pero Israel es más celoso de su seguridad y -probablemente- temeroso de la espontaneidad del denominado "Papa de la gente".
En la visión israelí, restringir los momentos de libertad del Pontífice no es ilógico. Es que la única experiencia que conocen de Jorge Bergoglio como Papa es la que vivió en Brasil el año pasado, cuando participó de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Allí Francisco rompió todos los protocolos: se dejó abrazar por la gente y, haciendo gala de su vitalidad, puso por primera vez en blanco sobre negro que el propósito de su papado es acercar la Iglesia a la gente.
Aun sin confirmación, las vallas que se apilan en cada esquina sirven de premonición: se intensificarán los controles en los accesos a la Ciudad Vieja. Para el inspector policial Johnny Kassabri, oficial de enlace para las comunidades cristianas de Merjav David -el organismo encargado de garantizar el orden en torno a la ciudad vieja de Jerusalén-, el operativo es el más importante de los últimos años.
Aun así la sensación no es de temor. Infobae comprobó que Jerusalén sigue con su vida sin sobresaltos. De hecho, la mayor preocupación parece residir en la circulación y no en la seguridad. Hay mucha custodia, como siempre. No hay fiebre de control en los aeropuertos, los uniformados siempre están dispuestos a auxiliar a los turistas que se desconciertan en sus idas y vueltas por la ciudadela, y los carteles de bienvenida proliferan. En definitiva, para acompañar la peregrinación del Papa por Jerusalén, lo mejor será moverse a pie.